Capítulo 40. Parte 6/?

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Anteriormente:

-¿Lo sientes? –cuestiono refiriéndome a los constantes latidos de mi corazón, su rostro continúa impávido. Aún no logra comprenderlo-. Liam… No puedes decir que estoy relajada o que me encuentro ajena de todo lo demás, cuando tú estás aquí, conmigo. Porque no es así… Porque ni siquiera yo sé que es lo que siento a tu alrededor, y créeme que para mí, el no saber cómo me siento respecto alguien, es intolerante, es irritable, es… es exasperante. Y no puedo evitarlo. A pesar de que lo he replanteado una y otra y otra vez, no sé qué es. No comprendo lo que nos sucede. Lo que… -me interrumpo al percibir la obscuridad de su mirada, sus ensombrecidos ojos tan sólo transmiten un solo sentimiento:

Deseo.

 

De pronto se siente como si el tiempo hubiese suspendido éste instante; enfatizando los pequeños detalles encargados de atestar la habitación con una desmesurada electricidad.

Respiraciones lánguidas como preludio de entremezclados y cálidos alientos capturan mis pensamientos. Sus dedos ascienden trazando un camino desde mi pecho, hacia la expuesta piel de mi cuello, instalándose en la parte posterior de mi cabeza. Sosteniendo firmemente mi espalda baja con su otra mano, nuestros cuerpos logran reunirse bajo el arremolinado edredón, conscientes del diminuto espacio que lograba distanciarnos.

Situando mis manos en su tensionado abdomen, acerco mi rostro al suyo; deseosa de obtener algo más que la fogosidad irradiante de sus ojos. Acaricia mi mejilla segundos antes de disolver la distancia de nuestros labios; el breve roce de estos, impregna los míos con un delicioso y fresco aliento haciéndome suspirar. Su aroma es embriagador, adictivo… su boca vuelve a la mía con una gran determinación, profundizando cada vez más la exploración de nuestras cavidades, haciendo de éste: el beso más necesitado que hemos compartido.

Sus brazos se ciernen alrededor de mi cintura, atrayéndome a su pecho como si de un imán se tratase. Y sin protestar, mi cuerpo cede, fundiéndose en la calidez de su torso. Mi pierna a medio camino encima de las suyas, debajo del sofocante edredón. Lo siguiente que sé, es que me encuentro –casi por completo- encima de Liam. Y quiero… más.

Un desmesurado deseo se adueña de mis emociones, y mis manos se mueven acariciando lentamente la incipiente barba de sus mejillas, hasta llegar al sedoso cabello castaño de su nuca. El gutural sonido emitido por Liam, me incita a continuar. Sus manos se deslizan hacia mis caderas, posicionándome finalmente a lo largo de su cuerpo… y puedo asegurar que estoy a punto de una combustión espontánea, debido a la familiaridad con la que nuestros cuerpos se amoldan.

Los movimientos de nuestros labios disminuyen, buscando restablecer una fuente de oxígeno hacia nuestros pulmones. Liam presiona pequeños besos en mi mentón, dirigiéndose deliberadamente hacia mi cuello. Su cálido aliento golpea en la parte posterior de mi oreja, ahogando cualquier atisbo que sobreviviese de mi sentido común. Estaba perdida en un mar de sensaciones al percatarme de cómo sus manos derribaron la barrera de mi blusa, acariciando lentamente la piel de mi cintura. Mi garganta emite uno de los sonidos que más me podría avergonzar en un momento como éste; suena cómo un gemido… un gemido de placer. 

Dios, quiero esconderme debajo de la cama.

Su pecho se contrae en ese momento, ralentizando nuevamente su respiración y los movimientos de sus dedos se detienen por completo, sopesando –tal vez- mi reacción al sentir sus caricias. Unos cuantos segundos después, sus manos abarcan mi espalda, teniendo un contacto directo con el broche de mi sostén, acariciando vacilantes la piel debajo de éste, Liam deja escapar el gemido más sensual de la historia.

El ¿odioso?... amigo de mi hermano (Liam Payne & Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora