El ¿odioso?... amigo de mi hermano (Liam Payne & Tú)

Capítulo 39. ¡Parte 5/5!

Todo a mí alrededor comenzó a dar vueltas… La gente que caminaba en la misma dirección que yo, e incluso los que caminaban contrariamente. Los automóviles con los constantes y horribles pitidos, presos de algún embotellamiento. Alguno que otro perro ladrando lastimosamente y sin una razón de peso mayor, más que la misma naturaleza de sentirse amenazados.

Contrariada, confundida, enojada, triste, herida… lastimada. Todo en una.

Lastimada por la persona que pensé, jamás lo haría. Por mi mejor… ¿Creo que ahora es bastante rídiculo continuar refiriéndome a él como mi “Mejor amigo”, cierto?

Probablemente sí.

¿Probablemente, ______? El muy imbécil dijo que eras igual a Perrie.

Dios.

Incluso estoy mareada, completamente asqueada por la sola comparación entre ella y yo. Zayn supo qué fibra debía tocar para hacerme sentir como la perra que dijo que soy.

Las lágrimas acumuladas en mis ojos continuaban justo ahí; aunque se sintiera un terrible dolor causado por la fuerte opresión de mi pecho al recordar lo sucedido con Zayn, mis ojos  permanecen reacios a expresar lo que mis emociones ordenan.

Estoy rota.

Mi mente masoquista es la única encargada de recrear lo sucedido, brindándome una imagen cien por ciento nítida del rostro de Zayn. Sus ojos mieles y cálidos, sustituidos por dos orbes obscuros llenos de burla y rencor… Un rencor del cual me pregunto su punto de origen. Una fría y burlona sonrisa, emitiendo palabras que terminaron adhiriéndose a mi piel, adentrándose en mi organismo, esparciéndose por todo mi ser.

Nada estaba bien en estos momentos; el clima era frío y las nubes eran teñidas por un ópaco y lúgubre tono grisáceo, ningún rayo de sol lograba penetrar las densas capas nebulosas del cielo; anunciando así, el preludio de una fuerte tormenta.

Eso mismo ocurre conmigo, mis ojos cristalinos son el preludio de la tormenta que se avecina. Tan sólo quiero ser capaz de poder posponerla.

…

Una calle más, me dije a mí misma mientras las frías gotas de lluvia comenzaban a descender e impactar en mi desordenado cabello. Ráfagas de viento movían violentamente las hojas secas caídas de los árboles hacia las avenidas; en tanto mi cuerpo comenzaba a tiritar de frío y la torpe e inútil tristeza de mis pensamientos.

Cuando llego a la puerta principal de mi hogar, comienzo a buscar las llaves, únicamente para percatarme de la ausencia de éstas.

¿En serio?

¿Hoy tenía que olvidar mis llaves?

Justo ¿hoy?

Me golpeo mental y físicamente con la puerta de madera frente a mí. Éste es mi personal viernes trece.

Toco el timbre un par de veces, aún sabiendo que Louis sigue fuera de casa, y lo más probable es que a mamá se le haya presentado alguna emergencia en el hospital. El único ser vivo dentro, comienza a ladrar y rasguñar al otro lado de la puerta.

Woody. Algún día de estos le enseñaré cómo abrir una puerta.

Con la espalda recargada en la fría madera, desciendo hasta el piso, juntando ambas piernas a mi pecho… Todo está tan mal en estos momentos; la lluvia se ha tornado pesada y ruidosa, gotas impactando en el pavimento y el pequeño jardín al pie de las escaleras del porche en el que me encuentro. La fría brisa empeora el estado de mi temperatura corporal, estoy a dos grados centígrados del “bajo cero”.

Tal vez si soy la perra que Zayn dice que soy, el karma me está haciendo pagar por ello mediante el congelamiento y entumecimiento de mis extremidades. Tal vez de verdad merezco lo que me está sucediendo.

Diez minutos después de haber enterrado la cabeza entre la unión de mis brazos y rodillas, logro distinguir algo más que los ladridos y chillidos de Woody…

Ésa voz.

Completamente masculina, dulce y madura. Preocupada en cuanto pronuncia las letras de mi nombre, tornándose cada vez más fuerte y desesperada con el paso de unos pocos segundos, es cuando logro afirmar que no se trata de Louis, sino de Liam…

Liam es quién está aquí.




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