Capítulo 40. Parte 5/?

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-¿_______? Pequeña, ¿qué haces aquí? –preguntó Liam respirando entrecortadamente, como si hubiese corrido de casa hasta acá.

-Mami y papi están gritándose otra vez, Liam –murmuré con cientos de lágrimas acumuladas en mis ojos. El mejor amigo de Louis se sentó conmigo en el húmedo césped, pasando un brazo por encima de mis hombros, del modo en que Boo-bear suele hacer cuando escuchamos las cosas feas que mami y papi gritan por la noche sin ser conscientes de que sus gritos sobrepasan las paredes de nuestras habitaciones.

-Pequeña, todos los papis pelean.

-Pero los míos más. Nunca he visto a tía Karen y a tío Geoff gritarse como mami y papi.

-Mmmm es que unos papis gritan más que otros. Pero a fin de cuentas las discusiones siempre son por lo mismo –confiere lentamente, como si estuviese revelando el mayor secreto de todos los tiempos. Y tal vez lo sea.

-Lou dice lo mismo, pero ya no creo en ello. Mami y papi han cambiado mucho. Papi ya no juega con Lou y conmigo, como solía hacerlo al volver del trabajo. Siempre está de mal humor, o demasiado cansado.

-Así son los adultos, ________. Viven tan preocupados de lo que pueda suceder con sus trabajos y demás responsabilidades; que con el tiempo olvidan cómo divertirse. Es por ello que tío Mark ya no juega contigo o con Louis. Está demasiado absorto en sus obligaciones, al igual que tía Jay –explicó, mientras sus dedos se adentraban en mi cabello, separando tranquilamente cada hebra.

Me mantuve en silencio durante un momento, pensando en todo lo que Liam hubo dicho, y en cierto modo logró tranquilizar una parte de mí. Incluso cuando yo misma me he cerrado a excusas o justificaciones de parte de Lou. Liam siempre ha tenido esa manera de hablar conmigo, de calmar mis inquietudes. Es lindo saber que aunque sea mayor que yo, entiende lo que me sucede, sin ignorar mis temores y mi falta de confianza al tratarse de algo que no conozco.

-…Y en dado caso –continuó-. Siempre estoy yo. Ya sabes, cuando quieras jugar, puedes decirme a mí, y estaré complacido de servir a ésta linda –pausó en tanto su mano se posaba en mi rostro –princesita-murmuró oprimiendo mi nariz, como si de un botón se tratase.

(…)

 

Al abrir los ojos, todo en cuanto puedo pensar se reduce al hecho de que me encuentro recostada sobre el fornido abdomen de Liam Payne.

En su habitación.

En su cama.

Éste sin duda, ha sido el día más largo de mi vida.

Cierro los ojos un momento más, permitiendo que la vergüenza embargue cada centímetro de mi cuerpo, en tanto mi piel se estremece al percatarse de la presión ejercida por el brazo de Liam a lo largo de mi espina dorsal.

Deslizo mi vista hacia el elegante edredón color negro encargado de cubrir la mayor parte de mí entumecido cuerpo; es sumamente cálido y desprende una deliciosa fragancia característica del propietario, cuya cama he invadido inconscientemente.

-¿_______? –su voz se ha convertido en un precavido susurro, mostrándose cauteloso con sólo pronunciar las letras de mi nombre.

-Liam –respondo, repudiando al instante la vacilación en mi tono de voz. Removiéndome lentamente del que puedo asegurar: Su marcado abdomen, enfrento la expectación de su rostro.

-Yo… -pronunciamos al unísono luego de unos cuantos segundos mirándonos fijamente. Reímos por un instante, y mis mejillas arden al escuchar su deliciosa y varonil risa.

-¿Tú…? –murmuro apartando un mechón de mi rostro con nerviosismo, incentivándolo a continuar.

-Bueno –toma una pausa, aclarando su garganta. Está tan nervioso como yo-… Tú estabas tan profundamente dormida, que decidí debías descansar en algo más cómodo que… bueno, en mí –musita esto último con un deje de vergüenza y vacilación-. Es por ello que te traje a mi habitación, no quise despertarte. Tu semblante se había suavizado, lucías tan tranquila, tan ajena a todo lo demás –continúa murmurando, mientras las yemas de sus dedos delinean mis mejillas y mi quijada-. Simplemente no pude, ________. Es como si estuvieras en cualquier otro lugar, excepto éste –un atisbo de sonrisa ilumina su rostro-. ¿Sabes qué otra cosa no pude hacer? –cuestiona obteniendo una negativa de mi parte; y es cuando logro advertir cómo ha cambiado su entonación, dando paso a una ronca y sensual voz. Mi mirada recae instintivamente en sus labios, él profiere-: No pude apartar mí vista de ti, en ningún momento. Sólo… no puedo.

Mis mejillas se tiñen de un sofocante color rojo, e intentando ocultar mi terrible sonrojo, pierdo contacto con su mirada; no sin antes percatarme de la pequeña sonrisa en sus labios.

-¿Con que… te gusta observarme mientras duermo? ¿No piensas que eso es muy Edward Cullen de tu parte? –bromeo enarcando una ceja en su dirección. Liam ríe, dedicándome un ligero asentimiento. No puedo evitar sonreír cuando él hace eso.

Me analiza un momento con los ojos entrecerrados, dando paso a un inconfundible y pícaro destello.

-Me resulta… fascinante observarte mientras duermes –murmura alzando mi mentón suavemente. Sus labios se curvan en una traviesa y sensual sonrisa, haciendo que mi subconsciente se desmaye de la excitación. Me resulta imposible apartar mi mirada de la suya, aún sabiendo que Liam ha citado intencionalmente a Edward.

-Hmmm, ¿insinúas que soy más divertida dormida que despierta? –mascullo falsamente resentida-.

Liam emite una breve carcajada, en tanto su cabeza se mueve de un lado a otro, en señal de negación.

-Jamás dije que fueses más divertida al dormir, _______. Pero cómo te mencioné anteriormente: tu rostro adquiere un semblante distinto; sereno, relajado… Eres tú, libre de preocupaciones. Sin nada ni nadie que altere tu estado de ánimo… Ni siquiera yo.

Su tono de voz vuelve a disminuir, al igual que su mirada desciende, rompiendo la conexión de nuestros ojos. Es como si no se diese cuenta del efecto que tiene en mí, de la tranquilidad, y a la vez; el desasosiego que emite su sola presencia.

Capturo su mano con determinación, guiándola directamente a mi cuello, descendiendo lentamente hasta posarla en mi pecho. Al levantar la vista, me encuentro con un Liam sumamente contrariado, sin poder comprender cuál es mi propósito al mantener su mano aprisionada entre mi mano y mi pecho.

-¿Lo sientes? –cuestiono refiriéndome a los constantes latidos de mi corazón, su rostro continúa impávido. Aún no logra comprenderlo-. Liam… No puedes decir que estoy relajada o que me encuentro ajena de todo lo demás, cuando tú estás aquí, conmigo. Porque no es así… Porque ni siquiera yo sé que es lo que siento a tu alrededor, y créeme que para mí, el no saber cómo me siento respecto alguien, es intolerante, es irritable, es… es exasperante. Y no puedo evitarlo. A pesar de que lo he replanteado una y otra y otra vez, no sé qué es. No comprendo lo que nos sucede. Lo que… -me interrumpo al percibir la obscuridad de su mirada, sus ensombrecidos ojos tan sólo transmiten un solo sentimiento:

Deseo.

El ¿odioso?... amigo de mi hermano (Liam Payne & Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora