Capítulo 39. Parte 4/?

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El equipo de futbol americano se reúne los jueves y viernes al finalizar las clases, eso lo sé prefectamente, puesto que he asistido incontables veces al entrenamiento de Zayn…

Sé que estará ahí. Zayn podrá reprobar Álgebra uno y dos, Historia y Química… pero jamás se ha perdido algún entrenamiento de futbol, eso es seguro. Por nada en el mundo, ni siquiera por una chica de cabello castaño obscuro a la que acaba de conocer, no lo haría.

Mi pie izquierdo choca frecuentemente con el piso, presa de alguna clase de nerviosismo, y puedo decir que está justificado; de hecho, toda mi pierna izquierda –partiendo de mi muslo hacia la Oops! de mis pies- se mueve a un ritmo constante. Me encuentro sentada en una de las pocas bancas situadas en el pasillo del colegio, a unos cuantos metros de la puerta de los vestidores del equipo. Esperando, sólo eso.

Un simpático chico de cabello castaño-rojizo hace su aparición, usando el amplio jersey de color blanco con el número “27” en color marrón, justo debajo del apellido “Morgan” en la parte superior de su espalda. Frente a él, la manada de gigantescos y feroces chicos atléticos comenzaba a salir por la misma puerta que el pelirrojo. La puerta que he estado esperado que se abra, hace aproximadamente quince minutos.

Me pongo de pie para poder visualizar con exactitud la obscura cabellera de mi persona en cuestión, observando detenidamente a cada miembro del equipo. Las risas masculinas de todos, son sumamente fuertes. Sus sonrisas, guiños y silbidos forman parte de la tradición: “Ve a una chica afuera de los vestidores, y esmérate por hacerla sonrojar”.

-… ¡_______, lindo pastelito!

-… ¿Qué hay, hermosa?

-… ¡Dios! ¡Podría faltar al entrenamiento si tan sólo me das el sí!

Trato de ignorarlos. Sin embargo; las miradas de los más atrevidos son sumamente lascivas… Se siente como si me hubiesen desvestido y vestido más veces de lo que realmente he hecho durante ésta semana.

-¡Eso ha sido suficiente, muchachos! –Grita el entrenador suplente, recibiendo abucheos por parte del equipo -¡No más, Hudson, o estarás en la banca durante toda la temporada!

Los abucheos se convierten en murmuros y burlas dirigidas al castaño. El entrenador Bieber sonríe triunfalmente, dedicándome una linda y amable sonrisa.

-Discúlpalos. Son unos animales.

-Lo sé, entrenador. Gracias… -sonrío tímidamente al oji-miel. Asiente en respuesta, reanudando su camino hacia las afueras del plantel. -¡Entrenador Bieber! –clamo, en tanto mi mano se cierra en torno al fornido brazo del apuesto muchacho.

-Dime… ¿Tomlinson, cierto? –inquiere con una desmesurada amabilidad, ahora comienzo a entender porqué tiene a tantas chicas del colegio a sus pies.

-¿Sería posible que me permitiese por unos minutos a Zayn Malik?

El entrenador me dirige una suspicaz mirada, dudando acerca de acceder a mi petición.

-Mhmm, está bien. Sólo unos minutos, ¿si?

-Gracias, ¿él…?

-Aún está en los vestidores, llegó algo tarde. Sólo no demoren mucho. Estamos retrasados debido a él.

-Claro que no, gracias de nuevo.

Tres minutos después, tal cual había dicho Bieber; Zayn salía apresuradamente del vestidor, usando por completo el mismo uniforme de los demás jugadores. Sus hombros anchos le otorgan un aspecto gigante e igual de atemorizante que el de sus compañeros. Jamás me sentí tan pequeña en comparación a Zayn utilizando su uniforme, debe ser la perspectiva de hablar con él justo ahora, cuando sé que las cosas están raras entre nosotros.

Dios…

Ahora o nunca, ______.

Mi subconsciente, está mucho más consciente al respecto, no puede pasar más tiempo.

-¡Zayn! –el trote apresurado del moreno se detuvo por completo, de pronto me encontraba frente a frente con él.

Si, luce enorme.

-¿Qué haces aquí? –pregunta con un glacial tono de voz.

-¿No es obvio? –respondo disminuyendo la distancia que nos separa. Sus facciones se contraen, adquiriendo un aspecto duro y tenso.

-No, realmente –cortante es otro adjetivo que atribuiré a su contestación.

-¿Qué demonios, Zayn? –Inquiero ligeramente desesperada, producto de su actitud-. ¿Por qué te estás comportando de ésta manera?

-No sé de qué me hablas, ______ -su mirada se encuentra en el grisáceo piso. No puede tomarse un momento para mirarme, tal vez… sólo no desea hacerlo.

-¿No lo sabes?-lucho porque el tono de mi voz no se escuche demasiado agudo- Oh, dejame pensar… ¿Qué tal el almuerzo de hoy? Tú, sentándote en otra mesa, con quién sabe quién.

La risa del moreno es burlona.

-Lo siento, ______. ¿Es acaso un crimen sentarme con una linda chica, para variar? –su voz… ¿cómo es que puede ser tan cínico?

-De hecho lo es…-tomo una pausa para poder digerir la tensión que ambos hemos constriudo en pocos minutos. Continúo-: Jamás te habías sentado con alguien, más que con tus amigos…

-Bueno, soy bastante versátil –la intensidad de su mirada desprendía un cúmulo de hostilidad únicamente dirigida a mí-. ¿Algo más? No sé si lo recuerdes, pero tengo entrenamiento.

-Sí, hay algo más: ¿Por qué te estás comportando como un verdadero imbécil? –mi voz refleja lo enojada que estoy. Dios, esto resulta ser tan desesperante.

La estruendosa carcajada del moreno me toma por sorpresa, su hombro se recarga en el casillero a su lado, cruzando  sus brazos calmadamente me mira con un malicioso brillo en sus ojos.

-Para ser una linda y buena niña, te estás comportando como una verdaderda perra, ¿no te parece?

¿Qué?

Recapitulemos, ¿me acaba de llamar “Perra”?

Algo dentro de mi subconsciente no funciona, se ha dormido… está muerto. Ésa misma palabra hace eco dentro de mi cabeza, una y otra vez…

Zayn… él…

No puedo reaccionar, hasta que el moreno se encuentra casi rozando nuestras narices. Se acerca a mi oído, y comienza a susurrar:

-Tanto te quejas de Perrie, ______ ¿cuál es la diferencia entre tú y ella? –Sus palabras tan solo contrastaban con las caricias que impartía en mi cuello; mientras éstas dolían muy dentro de mi pecho, sus caricias resultaban dulces y delicadas. Todo hizo click en ése momento… justo cuando mi mano impactó en su mejilla.

Zayn sonrió imperceptible, llevando la palma de su mano hacia la enrojecida marca que se esparcía por su morena piel.

-… Al parecer, ninguna –murmura con un leve asentimiento. Su mirada dolía con una sorprendente intensidad, el enojo nunca abandonó sus ojos, incluso cuando sus labios sonreían bravuconamente.

Respiré profundamente.

-Te equivocas, Malik. La diferencia entre ella y yo… es que yo jamás me acostaría con un perdedor como tú.

Di la media vuelta caminando apresuradamente hacia la salida. Evitando alguna otra humillación… tratando de olvidar lo que acababa de suceder.

Evitando derrumbarme frente a él.

El ¿odioso?... amigo de mi hermano (Liam Payne & Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora