Desperté gracias al barullo que comenzaba a formarse en la sala de espera, me había quedado dormido. Me desperecé y ojeé el reloj , 12:36. Me dirigí al mostrador.
-¿Puede decirme el estado de ____ Lagers? Habitación 101.- Solicité a la mujer del escritorio.
-Seguro, espere aquí…-Asentí. Se movió por un corredor doblando a la izquierda. Me senté en una de las butacas color crema y esperé a que volviera a aparecer.
-¿Y? ¿Cómo se encuentra?- Dije una vez se aproximó.
-Ella está bien. El doctor Nicols permitió que pasara a verla, él le espera adentro.- Sonreí gratamente y caminé veloz para luego ingresar a la sala.
Una cortina dividía el cuarto en 2ambientes.
-Bieber.-Dijo el canoso antes de que llegara a correr la cortina blanca.
-Doc, ¿Puedo verla?- Dije sosteniendo la tela entre mi manos.
-Sí. Antes quiero decirle que aunque ella esté con sus ojos cerrados, puede oírlo y sentir su tacto perfectamente, pero no puede moverse o abrir los ojos debido a la morfina que le hemos inyectado.
-Ok…-Corrí la cortina y lo primero que vi fue a ella postrada en esa cama. Su rostro reflejaba paz…..pero también dolor.
Mierda….yo causé todo esto….-Caminé hacia ella y me senté en la silla de al lado.
NARRA ___:
Escuché unas voces, una era la del Dr. Nicols y la otra la de…. ¿Justin? Bueno, supongo que vino a verme. Intenté abrir mis ojos, pero no pude, ni tampoco tenía movimiento en mi cuerpo. Sentí un ardor en mis costillas.
¡Auch! Me duele todo, pero no puedo sobarme, no me puedo mover, ni siquiera hablar.
Escuché una silla moverse junto a mí.
-¿Puede dejarnos a solas unos minutos, Doc?- Dijo la voz de Justin. Se escuchó una puerta cerrarse. Seguido de eso, sentí como entrelazó sus dedos con los míos, y con su otra mano acarició mi rostro con suma delicadez.
-____, soy yo, Justin.- Sí… de eso ya me di cuenta, Biebs ¬¬
-Sé que me puedes escuchar, aunque tú no me puedas hablar o contestar, te contaré algunas cosas.-Largó un fuerte respingo de aire.-Eres fuerte, valiente….nunca una chica se me había confesado.- Enrojecí internamente.- Por que por lo general soy yo el que se confiesa a ellas.-Rió adorablemente.
-Pero tú eres diferente, no como las otras chicas. También dijiste algo de que no solo te gustaba, sino que te estabas enamorando de mí….
¡Maldición, ____!
-Y me parece adorable que lo admitieras, tienes mucho valor, nena. No te importa ser rechazada, o humillada. Aunque eso es justo lo que hizo la perra de Analía.-Suspiró con agotamiento.- Te lo explicaré, después de todo gracias a ella y a mí….tú estás sufriendo…-Se escuchó la tristeza con la que lo dijo. Me partió el corazón, quería abrazarlo, pero no podía moverme.
-Ella no es nada mío. Me estaba besando porque me amenazó con hacerte daño si no lo hacía, y eso realmente me aterraba, no quería que te pasara nada, pero creo que salió todo lo contrario…Yo debería estar agonizando, no tú, tú no te lo mereces…-Llevó mi mano hacia arriba y la besó lentamente provocando un leve sonido al terminar.
-Yo no te amo como tú me amas a mí…-Me rompió lo poco que quedaba de mi orgullo y esperanza.- Pero me gustas mucho, y eres importante para mí…
“Aw…”-Pensé internamente.
-Ahora te protegeré, no dejaré que nadie te haga daño, nadie…y el que lo haga se las verá conmigo, te lo prometo…