Inglaterra, Londres 1819En la honorable casa de los Hilleland, una de las más antiguas y respetables familias inglesas que existían, el bullicio no cesaba en ningún contexto; entre tantas damas con elegantes abanicos abiertos y sus inmensos vestidos y los caballeros con las galeras negras y elegantes trajes alzando sus pequeñas copas de licor que poblaban el dorado salón del afamado Sir Arthur Hilleland, el bullicio era incesante de risas, comentarios, elogios y los últimos chismes que salían a la luz en una sociedad tan especulativa y crítica como lo era esa.
Había cierto aroma a habano producto de las costumbres entre hombres, y esa noche en especial, hacía bastante calor. Se desarrollaba un ambiente pesado en el gran salón de baile, más allá de las conversaciones calurosas que se mantenían allí.En la habitación del segundo piso de la Mansión, se escuchaba lejano aquél barullo como risas lejanas o exclamaciones de orgullo. En el mismo, Emma cepillaba el sedoso cabello de la hija mayor, heredera de los Hilleland.
El cepillo iba y venía, realizando un breve recorrido en cada uno de los cabellos, como hilos de oro, pertenecientes a Lady Shopie Hilleland.
Una muchacha orgullosa y hermosa, hija mayor del Conde y única primogénita de su inmensa fortuna pues sus padres no habían sido capaz de concebir un hijo varón.La verdad era que Emma la envidiaba... bien, tal vez ese sentimiento no era específicamente envidia, sino otro aún más mortífero como el odio mismo. Celaba cuantas cosas tenía Sophie Hilleland olvidando por completo que su posición de criada en la Mansión le prohibía pensar ciertas cosas.
Sophie tenía un cabello largo y ligeramente rubio; muy parecido al de su madre, siempre lo llevaba con ambiguos peinados de los cuales no se le escapaba un pelo, y lo mantenía fuerte y limpio cada que tocaba un baño. Y Emma lo sabía, el suyo en cambio apenas se lavaba, y era que si se miraba más detenidamente, su cabellera era similar a la de Sophie, también larga y de un color castaño claro. Odiaba con cada poro los buenos tratos que su ama recibía, solo por tener más dinero, más casas, más carruajes y quintiplicar todo lo que ella poseía, que a penas era una libra escondida debajo de su almohada roída.
Apretó con fuerza el cepillo contra el delgado y fino cabello de Shopie Hilleland, tan fino era que ese mechón podría quebrarse en cualquier momento.Emma envidiaba todo de la señorita Shopie, su piel blanca pero ligeramente bronceada por las largas horas en el jardín de la Mansión; era tan hermosa, con un pequeñísimo lunar sobre el labio superior. Emma tenía esa piel dudosamente blanca, pero ligeramente morena, cosa rara entre los cridos pero es que ella era hija de una mujer blanca, nada adinerada, y un esclavo. Fue entregada por su madre tiempo atrás a un comerciante de esclavos, a cambio de una vaca sana, pasó frío y hambre en una de las Plazas donde subastaban a todo el que encontraban vagabundeando y querían tomarlo por esclavo; hasta que un día fue comprada en ese mismo lugar por un hombre alto y elegante, de ojos grandes y saco azul con levita, quien pagó diez libras por ella, presentandose bajo el nombre de Sir Arthur Hilleland, un Conde.
Emma rondaba la misma de la hija mayor de ese Conde, y podría afirmar pocas cosas positivas de ella pero las tenía, y muchas.
No sólo en su apariencia física sino también en personalidad, Shopie Hilleland se podía considerar perfecta; su actitud positiva, entusiasta y gentil le habían otorgado muchos elogios por parte de grandes figuras de Inglaterra como lo era María Luisa Victoria, Duquesa y Princesa de Sajonia y el mismísimo Rey de Inglaterra.
Su figura esbelta y perfecta y su actitud agradable y social le habían abierto muchas puertas en el camino de la escala en sociedad; pocas veces podías estar en boca de todos y que dijiesen cosas buenas, pues Lady Shopie Hilleland lo estaba y sólo recibía puros elogios. No solo en carácter y figura se la consideraba intachable sino también en su capacidad de aprendizaje; Shopie sabía coser, bordar, pintar, dibujar y varias artes que eran dignas de admirar en una joven.
Era hermosa,educada, agradable, social... era el orgullo de su madre y su padre y era considerada toda una joya inglesa en sus primeros días de lujo. A los aristócratas les parecía bastante extraño y muy favorable que existiese una muchaca agraciada en todos los aspectos, como ella, sin un solo escándalo que se hubiese echo público. Ella misma era toda una maravilla.¿Qué podía decirse más allá de aspectos buenos de la vida de la próxima Condesa de Bryton?
Aunque algunos habían llegado a mancionar que Emma había resultado ser un tanto parecida a Lady Shopie a diferencia de las demás criadas, puesto que comunmente los criados poseían una piel con tendencia oscura y morena; a Emma le gustaba considerarse todo un hallazgo en su etnia poco privilegiada.
-Gracias Emma, yo me vestiré- Indicó Shopie al sentir el apretón a sus mechones de cabello. Ella le era indiferente a la envidia que sentía su criada y de saberlo no le importaría mucho, era natural que las demás mujeres sean ricas o pobres, la envidiaran en todos los sentidos. Acostumbrada como lo estaba a ser celada por sus atributos, no le sorprendería saberlo.
-De ninguna manera, las señoritas no se visten solas, las sirvientas deben ayudar siempre- respondió Emma citando la frase de Lady Hilary,¿dónde se ha visto a una señorita vistiéndose sola? ¡Por Dios!
-Tranquila Emma, yo puedo,en cinco minutos bajaré; díselo a mi madre-Informó Shopie y agregó- Después de todo, sabés cuanto me gusta ese licor de cerezas y no me lo perdería- Se ríe ligeramente mostrando una fila de dientes blancos.
Emma esboza una media sonrisa, procurando mantener su inquietud a un lado. Le encantaría ser como ella pero es la vida que le tocó vivir, así que no podía hacer nada. Emma se retira cerrando la puerta tras de sí, esperaba que Lady Hilary no se enterase por que sino la regañaría de que estaba incumpliendo su trabajo.
Shopie traba la puerta para evitar cualquier confusión de un caballero ebrio. Camina hacía el armario de madera tallada (un exclusivo regalo de su tío de Montreal) y elige un hermoso traje celeste, con finas enaguas de tela y ligeros brillantes, se tomó su tiempo para ponérselo, aquella prenda le quedaba perfecta, se lo puso lentamente asegurándose de que cada una de las delicadas enaguas se encontrase bien puesta en su lugar, estirada y perfecta. Luego fue a otro armario de roble y sacó de allí unos guantes color turquesa aún más claros que el vestido y un abanico celeste con un exquisito bordado de flores. Con paciencia se puso los guantes hasta calzarlo en cada uno de sus dedos largos y afilados. Dejó el abanico escogido a un lado. Después tomó unos hermosos zapatos con un taco alto y fino de color azul y una piedra preciosa en su centro, parecía haber especial cuidado en la elección así como en la combinación de los colores. Tomó un alhajero que se hayaba sobre la cómoda, lo abrió y sacó cuidadosamente una cadena de plata de forma circular que terminaba en un bello diamante color lapizlásuli en su centro y dos anillos con una piedra pequeña, también de lapizlásuli.
Tomó el abanico y se miró al espejo de cuerpo entero echo de nácar, se admiró cuidadosamente de arriba a abajo y sonrió con toda vanidad resaltando sus pómulos finos y sus mejillas rosadas, se veía hermosa, sin dudar se encaminó a la puerta de su alcoba y salió. Aquél atuendo del color del mar se veía elegante, rodeando el cuerpo esbelto y cálido de la primogénita de la casa.
Las fiestas y tertulias eran su pasión, su oportunidad para hacer relucir su brillo y carisma, y nadie olvidaba eso. No permitía que lo olvidaran.
***
Hola hermosos❤ESTA ES MI ÚNICA NOVELA CUYA NARRACIÓN SE PRODUCE EN "TERCERA PERSONA" (NARRADOR EXTERNO)
¡¡¡Este es el prólogo de la primera historia que escribo, quizá, si ya leyeron otra de mis historias,vean cierto nivel de inferioridad entre ésta y otras; sin embargo espero que les guste. No olviden votar🌟y dejar sus comentario📑 no sean lectores fantasma👻 porfa!!!
Saludos🎉
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Lady Shopie #1
Historical FictionPrimer libro de la saga "Secretos Aristocráticos" [Completa] Ficción Histórica En su lugar como sirvienta en la casa de la familia Hilleland, Emma envidia la lujosa vida que lleva Lady Shopie Hilleland, la hija mayor de un lord francés cuyo poder lo...