Capítulo 7: "De esclava a dama"

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La alcoba de la señorita Shopie, era bien bonita y espaciosa, ambientada al más antiguo y sofisticado estilo inglés. La cama de tamaño suficiente para un matrimonio poseía una cabecera de oro macizo con extraños grabados, un escritorio de lujosa madera tallada, con plumas de colección y un pequeño tintero de plata, varios estantes con libros, dos cómodas, dos armarios de madera y un ventanal con marco de cobre, bien grande, que daba al jardín con un gran terreno, muchas flores, árboles frutales y aromas de todo tipo. Lo mejor del jardín, era aquella gran fuente de piedra que también funcionaba como un bebedero para pájaros, algo pacifíco y hermoso que daba un toque de antigüedad a ese espacio natural.
La alcoba de Shopie estaba iluminada siempre con un pequeño candelabro de cristal que pendía, brillante, del techo, en cada una de sus ramas sostenía las velas, pero en ese caso, como eran de las tres de la tarde, el ventanal estaba abierto y el sol iluminaba todos los sectores del espacioso cuarto.

Lo primero que hizo Emma fue cerrar con traba la puerta y correr las enormes cortinas coloradas del ventanal, no fuera cosa, que alguien que esté paseando por el jardín, la vea con los vestidos de Shopie; sería un descubrimiento horrible, no podía ser tan tonta como para dejar que la descubriesen tan fácilmente. Dejó a un lado la escoba que había llevado para simular entrar a limpiar. No era que había echo caso a las órdenes que Manuela intentaba imponer, era una excusa para pasar un buen rato dentro del dormitorio. Inmediatamente se acercó al armario, las manos le temblaban, ¿realmente iba a hacerlo? ¿de dónde había sacado ese valor? ¿cuándo lo había obtenido?
Su espalda cosquilleaba, dentro de su estómago algo se movía, o quizá solo tenía hambre pues no había desayunado nada más que un trozo de pan y miel aquella mañana.
De todas formas abrió aquél armario de un movimiento, un hermoso e imponente mueble de fina madera, enorme, con millones de vestidos colgados; no pudo evitar que una sonrisa ansiosa se escapase de sus labios, estaba muy nerviosa, todo eso era, relativamente, de ella.
Tan poco acostumbrada a eligir estaba, que escogió un vestido blanco y hermoso, el primero que vió, a ella le parecía lo mejor que había visto en su vida, las dos tiras de seda del vestido que unían la parte de la espalda y la del torso, caía debajo de sus hombros, el largo le llegaba hasta los tobillos y era muy fresco, la seda fría traída de la India era perfecta, aquél traje no tenía mangas, más bien dejaba al descubierto la mayor parte de los brazos.

Emma se quitó su gastada ropa y la dejó bien escondida en un rincón del ropero de Shopie, echa un bollo polvoriento, con tal de que fuese difícil de encontrar; se puso el vestido con paciencia y lentamente se acomodaba hasta el más mínimo corte de tela de su vestido, bueno, el vestido de Shopie... no de ella.

Pero no sólo ese vestido, sino todo lo que había en esa habitación, era suyo al menos por el próximo mes; sus dedos se movían lentos e impacientes a la vez, su corazón latía rápido.

Después, tomó de su... del alajero de Shopie, una larga cadena de plata con un diamante azul, no muy grande, en su centro, adornó sus dedos con anillos de todos los tamaños, cuyas piedras eran verdes. Intentó combinar todo y parecerse lo más posible a Shopie. Realmente no estaba al tanto de las cosas que su ama preferiría usar, ni tampoco sabía acerca de sus combinaciones favoritas: qué joyas usaría con tales zapatos, qué peinado se haría si usaba un vestido con mangas hasta los codos o sin ellas, ¿qué diferencia había?

Realmente no lo sabía.

Luego fue al tocador y se colocó mucho polvo color piel, en el rostro.
Aquél polvo había sido traído de Francia, especialmente en aquellas ocasiones de fiestas de Gillenpie, donde las damas aclaraban tanto su piel que parecían estatuas, pintaban sus labios de rojo, ponían un poco de rubor en sus mejillas y usaban extravagantes tocados en el cabello.
Shopie tenía la tez blanca y algo bronceada, y además debía verse igual o lo más parecida, tosió un par de veces y tragó un poco del polvo, también se pasó el polvo por el torso, brazos, cuello y piernas. No estaba blanca como un fantasma o como las mujeres en las fiestas de Gillenpie, pero había logrado un color bastante acertado.
Urgó en los cajones de Shopie hasta encontrar en uno de ellos un Agua de Rosas, había escuchado a Lady Hilary decir que ese aceite sellaba y hacía que aquellos polvos se mantuviesen en su lugar, la solía usar para cuando asistía a estas fiestas de Gillenpie.

Después tomó de una repisa baja unos zapatos blancos, bastante elegantes, que combinaban perfectamente con el vestido. Se los puso cuidadosamente.

Después se fijó en el cabello.

El cabello de Shopie era técnicamente castaño muy claro, inclinándose ligeramente al rubio, el de Emma era de una tonalidad castaña clara, se parecía un poco al de Shopie.
Por otro lado la heredera de los Hilleland lo tenía ligeramente ondulado, como Emma, así que después de eso no había problema, se lo ató en un ligero rodete para disimular sus puntas rizadas o maltratadas.

Después de todo, el echo que la madre de Emma fuese inglesa por sangre, había ayudado bastante en perfeccionar su imagen.

Luego se puso frente al espejo y no pudo evitar sonreír pícaramente. No podía creer que lo había echo. Intentó practicar algunos gestos que usualmente hacía Shopie, señalar discretamente, poner su mano en el mentón, sonreír de forma ligera... de una repisa tomó un abanico y práctico abrirlo y cerrarlo con facilidad, agitarlo elegantemente.

Se miró de arriba a abajo una última vez y tomó el picaporte de la puerta, observo si habían quedado rastros de polvo o ropa en el piso, respiró profundo, suspiró, rezando para sí misma que funcionara, y salió.

Cerró la puerta por detrás de sí y comenzó a caminar y se dirigió hacía la escalera, y comenzó a bajarla, estaba nerviosa, las manos le temblaban un poco y sus dientes insistían en crugir... pero vió que al final de ella Lady Claire revisaba unos papeles que al parecer eran cartas del exterior, no quería toparse con la hermana de Shopie, si bien ahora Emma se parecía a ama, aún tenía ese miedo constante de que la reconcieran y eso sería su absoluta perdición, de modo que se dió la vuelta y comenzó a subir los escalones de nuevo.

-¡Espera!- Exclamó una voz desde abajo, ¿había sido descubierta?












































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🍬Hola dulces🍦

Para los lectores que están leyendo esta novela, he decidido editarla, de modo que la redacción y la ortografía queden mejoradas.

No olviden picarle a la estrella aquí abajo🌟 me ayudan mucho.

Muchos saludos



























Lady Shopie #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora