Capítulo 13: "Acostumbrándose"

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Las tardes pasaban rápido para las señoritas aristócratas, aunque no era lo mismo con los sirvientes, que, como eran criados, debían ocuparse de todas las tareas domésticas del hogar, además del cuidado de sus amos. Y Emma lo sabía, se sentía bastante agobiada todos los días de la semana, y aquellas mujeres desde jóvenes a ancianas, parecían jamás madurar, jamás hacían nada parecido a los de los sirvientes y no eran nada parecido.

Emma no sabía nada de Claire hasta el momento, la susodicha no le hablaba mucho, no la vió excepto después en el  almuerzo, luego de camuflarse en la piel de Shopie, pero Emma se entretenía admirando las cientas de alhajas y joyas que la verdadera Shopie poseía, nunca vió cosas tan hermosas en su vida, era algo muy bello y la parte más fantástica era saber que eran suyas por tres semanas más y que podría usarlas cuando ella lo quisiera.

A eso de las 9:00pm de la noche, Honoria entró a la lujosa alcoba con una bandeja de plata en la que había tres platos, un trozo de carne asada esperaba humeante en uno de los platos, era grande y se veía jugosa y sabroso, con un jugo de tendencia negra y cálida que se deslizaba por la carne, en el otro plato, uno más grande reposaban unas lechugas, separadas del tomate, que estaba cortado en trozos bastante pequeños, un pequeño tazón con pimentón y otros condimentos se encontraba a su lado, y otro muy parecido que contenía caviar.

Honoria sabía cómo le gustaba a Shopie que le sirvieran su cena, cada comida separada de la otra, sin tocarse los alimentos entre sí.

La ensalada se veía sabrosa, esos vegetales tenían un corte parejo y no eran grandes, luego había unos trozos de zanahoria cruda, delicadamente cortadas y parejas, en el otro plato, uno más pequeño, había un vaso de cristal con una especie de jugo de moras o de uva, Emma no estaba segura, a los pies del vaso descansaba una servilleta de tela, blanca y bordada, con las siglas SH en su extremo inferior, significado de Shopie Hilleland en letras rojas y prolijas, y los cubiertos de plata sobre ellas. Emma abrió los ojos como platos, ella se alimentaba usualmente de papas y batatas, a veces de pan y otros días, de alguna fruta que quedaba, del almuerzo de los patrones y que Lady Hilary les permitía comer, las sobras de los que algunos superiores habían comido. El día anterior, en el almuerzo, ni siquiera había comido tan bien, ya que Lord Arthur consideraba a la cena como la comida más importante del día.

Comería como una reina, por primera de muchas veces más en su vida.

-Le recuerdo que si lo desea puede repetir, milady.

¿Repetir?
Los criados nunca podían pedir más ni nada parecido, ya que debían conformarse con su ración de todos los días- Y le recuerdo que su madre solo autorizó que cocinara postres los fines de semana señorita, Lady Hilary lo ha dejado explícito- Exclamó Honoria apoyando la bandeja en la cama de Shopie. Emma se relamió en su mente, ¿postres?
Ella nunca había probado ningún postre, los había visto de lejos pero no mucho más.

-¿Qué clase de postres Honoria?- Quizo saber, por primera vez en su vida podía saber lo que ella quisiera y podría tomar lo que deseara, no podía negarse a los aspectos más básicos que Shopie recibía, le gustaba la idea de ser parte de esa sociedad poderosa, de ser alguien de quien la gente hablara maravillas, que la alagaran sin haber hecho nada verdaderamente alagable.

-Usted ya sabe señorita, tortas, pasteles, alfajores, salsas, chocolates, lo que elaboro usualmente con todo placer para mis amos- Emma sonrió.

-¡Oh, claro! Lo olvidaba- Rió ligeramente y se acostó en su cama, junto a la bandeja. Honoria se retiraba, pero se da vuelta de golpe.

-¿Necesita algo más señorita?

-... Una cosa más Honoria, esta noche, quiero que hagas chocolate, mucho chocolate, y que lo repartas entre los criados, una parte justa e igualitaria para cada uno.

Honoria no contestó por un momento, desconcertada por la frase extraña que había dicho su ama- Entiendo Milady, pero no comprendo por qué esas indicaciones tan repentinas.

Emma se encogió de hombros- Solo una pequeña muestra de afecto hacía ellos, de parte mía, que soy tan amada, pero me gustaría tener motivos por los cuales ser amada.

Finalmente aceptó, dudando- Bueno, vete tranquila- Agregó Emma. El trato con Honoria era diferente al de Manuela, Emma quería a Honoria, ya que la consideraba una especie de madre,por que la cuidaba y siempre estaba ahí para ella, en cambio Manuela, era como una especie de enemiga que tenía, ya que la mandaba y ordenaba como si fuera ella la jefa de todo y de todos. Honoria se retiro de inmediato haciendo un gesto respetuoso con la cabeza.

Emma comenzó a devorar la cena, nadie la veía, podía hacer lo que quisiera, y todos sus actos serían responsabilidad de Shopie, si se metía en un problema, la que pagaría sería Lady Shopie y nadie más.

Una hora después, Honoria retiraba la bandeja, informándole que ya había echo el chocolate y que en un minutos, lo repartiría entre los criados. Aunque luego, Emma se dió cuenta que había aumentado el prestigio de Shopie entre los sirvientes, con este extraño gesto. Pero bueno, nadie escuchaba las opiniones esclavas, así que no debía preocuparse.

Emma se acostó en la cama, no era como el incómodo colchón cubierto con paja y una manta gastada, en el que siempre dormía, era mucho más cómodo y placentero. Y se durmió profundamente pensando en que todavía faltaban veinte días para volver a ser la Emma, sirvienta, ocupada y habilidosa de siempre, una criada más.















Lady Shopie #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora