Emma tuvo en cuenta sus probabilidades de triunfar.
¿Podría hacerlo sin que la descubrieran?
No dudaba de su capacidad para el engaño, ciertamente no, pero la cuestión era si verdaderamente podría pasar tres semanas siendo una Lady de tanto nivel, con tantas cualidades que ahora, en un momento decisivo, comenzaba a preguntarse si quizá valdría la pena.
Por un momento, le vino la imagen de ella misma, hace un tiempo, robando algunos de los libros de Shopie para leerlos a escondidas por que los criados no podían leer ni escribir. Pero así aprendió ella a leer, sola. Su madre tan solo le había proporcionado una hoja de papel arrancada de un libro de historia culturológica.
No se sentía culpable por las cosas que había echo, no se sentía culpable por sus malos pensamientos con respecto a su ama y tampoco se culpaba por atreverse a encubrir que Eve había robado un pedazo de pan, y que literalmente podría ser razón suficiente para que la echasen a la calle.En fín, cabía decir que se había sentido muy empoderada al robarle aquellos libros a Shopie. Con ellos entendió lo que se desarrollaba en las historias fantásticas y las historias románticas, entendió como se escribían las palabras y así, también aprendió a escribir. Robaba algún que otro libro de la biblioteca y lo escondía debajo de la almohada, tal como Eve había guardado su trozo de pan, para leerlo a escondidas cuando tenía tiempo, nunca la atraparon no notaron la falta de ningún libro, por que ella era ágil y astuta, quizá hasta más que Manuela.
Rió ante el irónico pensamiento y recordando cuántas veces había burlado al mayordomo del amo Arthur por las noches, escabulléndose en la biblioteca; es más, jamás habían notado la ausencia de libros por que claramente, la biblioteca estaba llena de historias y novelas.Así que pensó... podría colarse fácilmente en la alcoba de Shopie como antes lo había echo en la biblioteca,ya que ella misma se lo había pedido y en frente de sus padres, y como si eso fuera poco, delante del cochero del carruaje de aquella vez... entrar sería algo fácil. Aseguraría la puerta con la traba de bronce, para que nadie pudiera entrar mientras ella se estuviera vistiendo y preparándose como Shopie. Encontraría la forma.
No obstante, había una gran diferencia entre tomar un libro sin permiso y fingir ser una persona distinta; lo segundo era, claramente, mucho más riesgoso.Pero luego pensó en algo más importante, tal vez la excusa más crucial:
¿Qué pasaría con Emma, mientras ella estuviese en el papel de Shopie?¡Oh! No podría decir que se la había comido un animal salvaje... era muy dramático, si le decía eso a el señor y a la señora Hilleland, cuando pasara ese mes y ella apareciera nuevamente, ¿qué diría? ¿que el animal la había regurgitado viva?, ¡Ja!... Sí, claro.
Emma se rió en voz baja ante su loco pensamiento, pero debía pensar en una excusa coherente para sus patrones. Puso una mano en su mentón, su cabeza ya había comenzado a doler por tantos pensamientos juntos y atropellados.
Quizá alguna urgencia familiar, algo inesperado que le hubiera pasado, algo poco programado pero lo suficientemente creíble como para que no revocaran su lugar como criada en la casa.
¡Listo!... tenía la excusa perfecta.
Podría decirles que fue a visitar a su primo por un mes... pero ella no tenía primo... bueno, digamos que si tenía, sus patrones no le conocían familiar o pariente alguno, pero, ¿por qué querrían conocerlo? Ella bien podría tener familia, era coherente.
Bien, mientras Shopie esté en casa, ella misma le diría que le había dado permiso a Emma para ir a ver a su primo, que estaba un poco enfermo y punto. Cuando volviese para ser la misma sirvienta necia de todo este tiempo, sólo diría que ese tal primo suyo se había mejorado de manera repentina.Tenía ya la excusa perfecta, se lo anotó todo en un trozo de hoja, cada paso, con suma precaución y detalles, puesto que no sabía que le pasaría a ella siendo Shopie, si en algún momento resultaba ser descubierta. Guardó esa hoja y en otra escribió una carta, en el momento en que ella haga su aparición como Shopie, le entregaría a los señores Hilleland esa carta en la que describía por que había tenido que marcharse tan rápido, para hacer más creíble la imprevista visita de Emma a la casa de su primo. Un primo que ni siquiera existía.
Guardó la carta en la cómoda, junto con la hoja.
El plan era perfecto, había estudiado todos los pasos detenidamente, nada podía fallar... ¡no debía fallar!
Sin más retrasos, Emma salió de su cuarto, con cautela caminó hacía la alcoba de Shopie, en el camino apareció Manuela, con una escoba de madera en la mano.
-Necesito que vayas y barras el piso de la habitación de la ama Shopie- Emma tomó el plumero, mientras Manuela se alejaba.
-Como desees- Murmuró en un tono evidente de burla.
Emma pensaba, de alguna manera, esto le favorecía, tenía una excusa para entrar a la alcoba de Shopie sin parecer una intrusa.
Minutos después, Emma llegó al cuarto de Shopie, abrió la puerta, todo estaba en su lugar, ni una gota de polvo y la impaciente de la "señorita perfecta", quería que Emma limpiara todos los días. ¡Ja!
Ni siquiera era necesario.Dejó la escoba a un lado.
Entró y cerró la puerta con la pequeña traba de metal.
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Lady Shopie #1
Historical FictionPrimer libro de la saga "Secretos Aristocráticos" [Completa] Ficción Histórica En su lugar como sirvienta en la casa de la familia Hilleland, Emma envidia la lujosa vida que lleva Lady Shopie Hilleland, la hija mayor de un lord francés cuyo poder lo...