Transcurría el día seis en la mansión de los Hilleland, y no era un día especialmente tranquilo como ocurría a menudo; sobre todo los criados estaban alborotados y nervisos. Parecían hormigas dentro de la casa, muy inquietos pues se movían de un lado a otro, tropezaban y se recomponían con rapidez. Honoria preparaba platillos formidables y las comidas más elegantes que se hayan visto. Chocolates, pasteles, dulces, langostas gratinadas, grandes cerdos con el estómago abierto relleno de verduras y legumbres, pavos asados y carnes doradas.
Manuela no tenía ayuda alguna de Emma o de Pedro, si bien había muchas sirvientas en la casa, aún seguía un poco deprimida por la ausencia de Pedro y sospechaba que se había marchado con Claire, poco a poco se enteraría, esto lo sabía por que había escuchado a sus amos conversando entre ellos.El salón brillaba y Manuela estaba muy cansada, había lustrado el piso, amontonado mesas, decorando el techo y las cortinas, para su suerte solo tuvo que vestir a Lady Hilary pues Shopie no había querido que nadie le ayudara a vestir. Eso aún le sentaba extraño, pero no lo discutía por miedo a un reproche.
Emma trabó la puerta, eran las 8:00pm y a las 9:00pm llegarían todos los invitados, había planeado choques y tropiezos, accidentes que en verdad no eran accidentes, que claro, sería la culpa de Shopie, había tomado del gran armario un elegante vestido color carmesí, muy grande con cola del mismo color, de seis metros de largo, se había colocado un grueso armazón sobre el que había dejado acampanado el vestido... se acomodó todo con absoluta perfección y se maquilló de una manera elegante y tenue, usando grises y rubores rosados, se colocó en sus pequeños pies unos zapatos de un sutil rojo y se realizó un rodete por su cuenta, dos mechones con unos rulos perfectos caían sobre sus orejas y coronó su cabeza con una peineta y una mantilla carmesí con brillantes.
Ya estaba lista.A las 9:00pm el salón estaba muy concurrido por lores, sires, doncellas y damas de la alta sociedad, Manuela recorría el salón con una bandeja de copas de brandy y de vino, lo que en realidad, había tenido que ser un trabajo de Pedro. Un gran bullicio que se superponía era lo que colmaba el salón, comentarios absurdos, unas risas exageradas o unos gritos poco llamativos.
Shopie estaba entre esas personas llamando la atención. Había abandonado al grupo de baronesas que discutían sobre vestidos, para dirigirse a un conjunto de caballeros que se encontraban hablando sobre el gobierno. Los hombres la miraron con desconcierto apenas ella asomó su cabeza en la rueda del debate.
-La verdad es que la política aquí es un desastre- Decía con la mano en la cintura, y sosteniendo su copa de champagne con la otra. Para esas instancias se había quitado la peineta, lo cual habia dejado su cabello al descubierto- El desacuerdo me frustra y hay temas mucho más divertidos de los cuales conversar a gusto.
-Usted no debería hablar de política señorita Hilleland- Negó Lord Walton, del brazo de su asombrada esposa, que se hayaba allí por que su esposo estaba presente pero no acotaba nada.
Emma rió para sus adentros, se quitó la peineta de la cabeza y la colocó sobre su mesa más cercana.-¡¿Quien dice que no?!- Exclamó Emma fingiendo estar ebria por más que no había tomado ni un sorbo de su copa, en un movimiento intencional, le tiró el champagne francés en el rostro algo curtido de Lord Walton, su esposa se separó de él, y las gotas caían sobre su impecable smoking negro de colección Charlestton.
Algunas miradas se voltearon hasta ellos y miraban a Lord Walton y a la "ebria" Lady Shopie con mucho asombro. Emma sonreía por dentro, arruinar la imagen de Shopie públicamente, le daba mucho gusto y satisfacción.-¡Y esta asquerosa salsa que nadie come! ¿para qué la ponen entonces?- Y tambaleándose Emma tomó de una bandeja un puñado de esa salsa verdosa y extraña, que a Emma nunca le había agradado por su gusto poco agradable y se la arrojó a la pobre esposa de Lord Walton.
La salsa empapó el hermoso vestido verde en forma de tubo de la mujer, ella miró con enojo a Emma, en cambio,"Shopie" tomó fruta cortada en elegantes triángulos y le apuntó a su prometido Thomas quien se hayaba distraído conversando con el conde de Lovigton, él la miró sorprendido y soltó la copa de Brandy que cayó a un lado desparramando todos los vidrios en el suelo del salón.
Con su escasa buena puntería, Emma arrojó la fruta que sostenía, la pera jugosa cayó sobre el apuesto rostro de Thomas y Emma solo rió a carcajadas muy desbariadamente, mientras apuntaba y disparaba la carne y las frituras a todos los invitados, descontroladamente, no se detenía. Todos en la tertulia estaban concientes de la desperplejidad de Lady Hilleland, y un 50% de los presentes estaban empapados de la comida que ella había lanzado hacia todas partes.
Emma visualizó a Manuela entre las damas, quien hacía equilibrio para que la gran bandeja no se le cayese de las manos, Emma hundió la mano entera sobre el magnífico pastel de vainillas que Honoria había praparado y arrancó un pedazo desproporcionado, sin importarle nada, se la arrojó a Manuela, el cual cayó sobre su rostro ocasionando que se le cayese y todo el fino vidrio se partiera en pedazos desparramando el vino y el brandy.
Las pastas, el ponche, el chocolate, los dulces, las verduras y los cerdos dorados volaron por los aires cayendo sobre los invitados.
El colmo fue cuando un montón de chocolate blanco cayó sobre el precioso peinado de Lady Hilary.Ésta, castigó a su hija, enviándola a su cuarto, sola, y deshaciéndose en disculpas con las damas y los caballeros.
La reputación de Shopie estaba bastante arruinada, Emma recordó que el dueño del Correo y el político que controlaba gran parte del periódico londinénse estaban presentes en la fiesta y cómo les había derramado toda la carne en sus calvas cabezas. Mañana el periódico tendría críticas poco aprobatorias sobre su comportamiento y por medio del Correo circularía rápidamente la noticia de lo imperfecta y desvariada que era Lady Shopie Hilleland.
Su plan conspiratorio contra ella misma había resultado ser perfecto.Sus dedos no habían temblado cuando había arrojado la comida sobre los invitados, sus palabras grotescas no habían sido traicionadas por su mente nerviosa.
Aún así, no podía creer lo que había hecho, abajo, las servilletas para limpiar lo que Shopie/Emma les había arrojado a todos se habían acabado, rió fuertemente de lo que había provocado hasta que se durmió profundamente, y vestida como estaba.
Le hubiese gustado ver ahí mismo las noticias en los periódicos.
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Lady Shopie #1
Historical FictionPrimer libro de la saga "Secretos Aristocráticos" [Completa] Ficción Histórica En su lugar como sirvienta en la casa de la familia Hilleland, Emma envidia la lujosa vida que lleva Lady Shopie Hilleland, la hija mayor de un lord francés cuyo poder lo...