Capítulo 24: "Las amistades"

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Emma atrapó un mechón de cabello entre sus manos y lo puso detrás de oreja. La sencillez de sus movimientos a menudo parecía soberbia, una actitud ostentosa ante las circunstancias más variadas y poco sutiles, que el egoísmo haría pauta de ello.
Había recibido la invitación muy temprano y con un fugaz asombro.
Apenas sí sabía lo que la carta quería informarle; una reunión nocturna entre jóvenes mujeres, en las que no debían ser educadas, ni bienhabladas, ni demostrar la más selecta inteligencia.

Durante esa reunión se contaban secretos, la señorita Madeleine Monschart, que aún ni siquiera había sido presentada en la sociedad, por ejemplo, comunicó entre susurros que había engañado a sus propios padres y se había marchado a la Mansión de Charles Dunckert en una noche oscura y lluviosa. Nadie lo sabía y eso allí se contaba. Era una simple velada poco formal, cualquier tema estaba a discusión y se prefería no juzgar las opiniones por poco sensatas que fuesen, así que eran libres de comentar lo que gustasen.

Otra joven a la que Emma había visto en algunas fiestas, Lady Emmeline Dresner, contó que estaba engañando a su actual marido, con quien apenas llevaba cinco semanas de matrimonio. También detalló que con quien lo engañaba, era con su propio esclavo. Se trataba de un pacto de silencio, nadie hablaría fuera de esa noche sobre los temas tratados ya que se consideraría perjurio y

La "honorable" Marquesa de Chendergem, de veintinún años, confesó que su madre había comprado unos pendientes de poco más de cinco mis libras con una brillante piedra esmeralda, y al quebrarse estos los regaló a un pordiosero en la esquina del Gran Café.

Charlaron toda la noche y comieron largos ratos, Emma les contó su caso como si fuera Shopie.

-Thomas quiere casarse rápidamente conmigo- Dijo mientras cepillaba su cabello con desdén.

-¿Y tú has aceptado?- Preguntó la señorita Anne Schwartz, que se probaba frente a un espejo, los sombreros que le pasaba Lady Jane de Broux, eran siete las jóvenes que estaban en la reunión.

-No, es decir, me parece que es apuesto pero no tanto como para casarme.

-No creo que la belleza sea razón suficiente para casarse- Admitió otra mujer.

-No lo afirmo, solo lo discuto. Podrá tener el dinero que a mis padres les gustaría pero el hecho de que me envíe regalos me parece estrepitoso.

-A mí me parece encantador- Confirmó la Marquesa.

-Me envió una carta en la cual reafirmaba sus ansías por contraer matrimonio conmigo, ha mencionado a una tal condesa de Brackmoore y ha dicho que su padre estará contento de recibirme en su casa el mes próximo, cuando éste regrese de Pemberton.

-He escuchado decir que Thomas tiene muchas virtudes, tiene muchas pasiones que a cualquier mujer le gustaría descubrir- Exclamó Marion con diversión y luego observó a una de las muchachas- Si se habla de matrimonio, su madre, Jane, es la más codiciosa al respecto. Ansía que contriaga un matrimonio apropiado.

Y Jane de Broux no lo negó- Tal vez Lord Thomas tenga algún primo- Todas ríeron al unísono por la ocurrencia, todos los primos de Thomas Wallington resultaban pobres individuos de poco linaje y falso poderío, pero ella no lo sabían.

-Los padres son tan rebeldes que son quienes fingen ser honrados- Dijo Madeline, cruzando los brazos.

-Lord Thomas Wallington ha de ser muy capaz; se hablan maravillas de él en Pernshaw, de ser rechazado no faltarían mujeres dispuestas a contraer matrimonio con él; seguro que no podría olvidarse de tí, la beldad de Londres, pero no debería ser un problema.

-Es cierto- Afirmó Anne.

-Yo pienso que debes hacer lo que te plazca- Intervino Lady Jane de Broux.

Emma pensó que Shopie tenía amigas bastante viurtuosas, algunas la entendían y otras quizá las juzgarían para sus adentros pero no debía olvidar que los secretos allí contados debían ser guardados con cautela.
Respiró profundamente, decidió no hablar más de aquél hombre que se decía su prometido, no podría ser más culto y noble pero le parecía exagerado.

-¿Por que Matilde no ha venido?-Había preguntado Emmeline.

¡Matilde era aquella señorita que había tomado el té con Emma en el jardín! ¡Por supuesto! ¿Por que no había asistido si era la única oportunidad que tenían de ser quienes eran?

-Tenía cosas que hacer- dijo Jane.

-Se ha marchado a Nettherfield con sus padres, se dice que allí hay hombres solteros de buena cuna, quizá yo debería ir- Respondió una.

-Yo la ví hace poco, tomámos el té- Informó Emma.

Al llegar a su casa, luego de cuatro días de puras amigas... bueno, amigas de Shopie en realidad, Emma se dio cuenta que solo faltaban diez días para el regreso de su ama y que ella volviera a ser aquella insignificante e innecesaria sirvienta, a la que nadie le prestaba atención. Por un momento sintió pena, contaba los días y las noches con sus dedos, ansiosa por el futuro y por que los nervios aún no desaparecían; se daba lugar para sentir esa extraña desesperación que pocos podrían.































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¡¡¡Hola a todos!!!

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Lady Shopie #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora