Capítulo 1: "La Heredera"

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Shopie caminó el corto trecho del pasillo que la separaba de la escalera para bajar al gran salón donde se desarrollaba exitosamente la tertulia...

Su familia era extremadamente exitosa en esto de las fiestas y renocida por ello. Hacía alrededor de un mes, su padre les había compartido una noticia que aparecía en un periódico londinense.

<<La familia Hilleland ofrece un exquisita tertulia a la cual asisten personas de poder, para celebrar la victoria de nuestra tropas inglesas contra las alemanas, llevadas a cabo en el Estrecho de Birmack, al sur desde donde se ha producido hace casi 500 años la Batalla de los Cien Años en oposición a la potencia francesa. A la fiesta fueron invitados célebres figuras militares, entre ellas, el Coronel Fleux y uno de los responsables de que la victoria se la haya llevado nuestra querida nación; honrado de asistir, los soldados de alto rango han sido convidados con platillos de excelentísima calidad y bebidas de las más finas como las que ya sabemos, se ofrecen en esta clase de reuniones despanpanantes. Sin duda, ha sido una victoria la cual había que festejar>>

Periódico Hazzard de Inglaterra


Emma lavaba unas copas en la cocina. Por dentro rabiaba; no podía ser posible que la magnífica Shopie Hilleland esté por entrar luciendo, claramente, bellísima, mientras que a ella la ponían a fregar platos sucios en la cocina, ocultándola de la vista de todos, sabía que su detestable rol de sirvienta no era tan admirado como el de Shopie. Y es que le costaba mucho admitir que su valor era tan poco notorio, y que su estátus no se compara ni al de la vaca por la cual la había cambiado su madre hacía tiempo.
A ella le guardaba profundo rencor. Por no haberla cuidado, por haber sido tan fría y por haberla, basicamente, obsequiado. Quería hacerse valer, pero no podía, o no sabía cómo.

Además de ser rica y bonita Shopie tenia un prometido... sí, un hombre que en la supocisión más absoluta, lo daría todo por ella.
Este joven era el admirado mercader Lord Thomas Wallington, segundo hijo de otro lord inglés muy rico y sobrino de un excelentísimo laird.
El próximo año se efectuaría la boda entre Shopie y Thomas... y ella ni pretendiente tenía, a pesar de tener 17 años, como Shopie. Claro que su posición era, clara y para su disguto, incomparable.
Emma sabía odiar, pero no odiar a cualquiera, a su ama específicamentr. Sabía que no debía "desubicarse" con sus patrones, ni siquiera en los pensamientos, lo había aprendido de la vieja Honoria, otra sirvienta más vieja de los Hilleland, y a propósito, la más antigua.

Aunque el matrimonio no era problema, por que a excepción de la vieja Honoria, Lady Hilary Hilleland solía encontrar comerciantes ligeros o campesinos para casar a sus criadas al cumplir los 23 años de edad; y si acaso, había sido buenas años atrás. Honoria había sido la excepción por que se había casado dos veces y enviudado en ambas ocaciones, siempre había sabido volver cada que moría un marido. Emma llegó a imaginar que Honoria era culpable al escuchar un extraña conversación entre Lord Arthur y Lady Hilary,
aunque descartó esa posibiladas al conocer que los maridos de la mujer habían sufrido de lepra y tifus.

Emma pensaba que si no hacía nada por salir adelante, algún día terminaría como la vieja Honoria, arrugada y curtida, de 66 años, lavando y secando ropa hasta su triste muerte. ¡No! Eso no le pasaría a ella de ninguna manera. De pronto apareció la vieja Honoria, como si con sus pensamientos la hubiese invocado. La sirvienta morena y canosa, que controlaba el orden y la limpieza en la Mansión, la persona más vieja de la casa hasta el momento.

-¿Qué ocurre m'hijita?¿ya lavó todas las copas?- Preguntó la vieja Honoria poniendo los brazos en jarra- Ya vé que hay muchísimo trabajo, es una noche ajetreada.

Emma no pudo contestar, afuera, en el salón todos hicieron un profundo silencio, solo se oía el canto del grillo en los jardínes o apenas un mínimo ruidito de las copas flotando en el balde con agua en la pileta, listas para secarse.

-¿Puedo asomarme un poco Honoria? Juro que luego seguiré lavando, será solo un segundo- Rogó con las palmas juntas en posición de oración.

-No, ya vé que hay bastante trabajo.

-Por favor ma'Honoria, solo un momento.

La vieha torció la boca, pareció pensarlo y suspiró.
-... Bueno, pero que sea rápido y trate de que no la vean, a los amos no les gustará si se enteran- aceptó Honoria.

Emma se acercó a la entrada de aquella estrecha cocina y abrió apenas la puerta, ya más segura de que nadie le estaba prestando atención, se asomó al salón silenciosamente. Todos los lores y las damas miraban hacía las escaleras y Emma dirigió su mirada hacia allí. Espléndida, como una piedra preciosa, estaba Lady Shopie en uno de los escalones de la escalinata principal. La voz de un paje, un hombre de traje azul y peluca blanca con bucles, fue el único que se oyó en el salón.

-Lady Shopie Fergunt y Hilleland, hija de el gran lord Arthur Hilleland y la excelentísima señora, Lady Hilary Fergunt de Hilleland, los esplendorosos anfitriones de esta tertulia, en honor a su hija heredera se concede este baile- Anuncia el paje y luego de hacer un ademán con la mano hacía la orquesta de la fiesta, compuesta por un numeroso grupo de violinistas, la música comienza a escucharse, es suave y melodiosa, un vals que invitaba a bailar, para el cual todos eligen pareja.
Thomas Wallington está entre los presentes, y Emma observa con recelo como se acerca a su prometida, besa su mano con suavidad y la invita a bailar. Segundos después ellos se desplazan por todo el salón, al lento ritmo.

-Me encantaría bailar, ¿por que yo no estoy bailando?- Murmura Emma dirigiéndole una mirada de desprecio a Shopie, no podía ser que todo esto estuviera pasando, ella ahí, entre platos y cucharas y su ama teniendo toda la atención, bailando con el más rico y guapo de todos los caballeros presentes, con el que además se casará.

-¿Que hace m'hija? Debe seguir fregando, apúrese- Dijo la vieja Honoria, entrando de nuevo a la cocina.

-Pero ma'Honoria...- Comenzó, pero se detuvo, no tenía excusa, no era una dama, no podía ir a bailar y tampoco tenía a nadie quien la invitase.

Ella vivía, o quería creer que su fantasía era real, cuando era todo menos eso.

-¿Pero qué? ¿acaso uste' va a bailar?-Sonrió burlonamente con su casi desdentada sonrisa- Esas copas no se lavarán solas y hay muchos invitados a los cuales atender, ¿que está esperando?- Dijo la anciana sarcásticamente.

Emma bufó con fastidio, pero nada podía hacer ya. Tuvo que seguir fregando las copas con tristeza, desde una ventana que daba hacía el verde jardín de la Mansión, Lord Backey corría por el sendero tomado de la mano de Lady Pigeon. Era asunto conocido que aquél lord estaba casado desde hacía años, y la mala fama de Lady Pigeon la hicieron pensar de inmediato en que aquellos tenían un romance secreto.

Hasta ellos eran capaces de ser felices, pecando y engañando.

De fondo se escuchaba la dulce música del salón, en su imaginación, Emma imaginaba a todos con sus máscaras felices, fingiendo y pregonando sus saberes, se preguntó cuántas personas malas había allí. Lord Backey estaba engañado vilmente a su pobre esposa enferma y Lady Pigeon estaba detrás de esta infamia; ambos eran malvados. Pero Emma también tenía un poco de maldad dentro, de avaricia o de envidia; no podía negarlo.


































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🍰Hola a todos dulces🍭

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Lady Shopie #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora