Mientras caminaba por el jardín Emma pensaba. Recreaba en su mente todos los sucesos que habían estado ocurriendo tan recientemente, era algo que había hecho y que, a pesar de todo, estaba logrando, o progresando. Jamás se había imaginado hacer lo que estaba haciendo, le parecía, a estas instancias, bastante cruel pero ya no había vuelta atrás.
Le había parecido más laborioso que hacía más rato, el tener que retocarse los polvos que llevaba para simular un tono más claro de su piel y el tener que volver a cepillar su cabello y rizar sus pestañas. Shopie tenía unas pestañas muy tupidas que, claramente, Emma no tenía. Se tomó el trabajo de repetir los pasos que antes había seguido y se había cambiado el vestido con tal de estar más fresca durante esa tarde; eso era algo que creía válido pues había visto a sus amas hacer eso, dependiendo de los compromisos podían variar en el estilo de trajes que llevaban. Sin tener mucha noción, había escogido un vestido celeste muy claro con un lazo de seda negra alrededor de su cintura e incluso se había calzado unos guantes blancos. Creía que era una buena opción considerando que la cita era el jardín. Había tomado un sombrero color azul para dar una ilusión a que deseaba protegerse del sol de la tarde.
Shopie se habría olvidado de que el mismo día en que se iría debía ir a tomar té con una duquesa que ni siquiera Emma conocía, bueno, era muy notorio que Shopie si la conocía, por eso habría que ser puntual, como la joven siempre lo era.
Las fosas nasales de Emma inhalaban un riquísimo perfume de las miles de esencias de las flores que se encontraban dispersas por el jardín, aquellos bonitos árboles frutales que daban manzanas, bien maduras y jugosas se encontraban allí como hace 1 año desde que los habían plantado, la fuente de los pájaros, o solo fuente, esa gran pieza de arte en piedra con espirales circulares plasmados en el granito, poseía unas aguas limpias y cristalinas, también estaba el caminito de piedra que llevaba a cualquier lugar del jardín, el cual se dividía en varios caminos a la vez, a la fuente, al bonito espacio donde estaban plantadas las magníficas rosas rojas de Lady Hilary, ese pequeño bosquecito que estaba habitado por 50 pavos reales con esas magníficas y numerosas plumas coloridas, etc. El jardín era una maravilla poblada por los pájaros. Emma nunca había tenido el placer de recorrerlo bien, su rol de sirvienta no se lo permitía nunca, pero algo que recordaba muy bien era el salir dos veces por semana allí para regar las flores, era el tiempo que le correspondía.
El camino terminaba en un espacio de pasto bien verde y húmedo por el rocío, donde apenas llegaba el caminito de piedra, allí había árboles frutales y predominaban los trinos de las aves, había una pequeña mesa blanca y dos sillas, a veces las amigas de Lady Hilary, de Claire o de Shopie se reunían allí para charlar y tomar té, lo sabía por que muchas veces había tenido que recibirlas y guiarlas hasta ese lugar, o simplemente les había predispuesto la tetera o unas galletas.
Emma llegó justo cuando una joven de cabello negro y ojos verdes como el pasto apareció por otro caminito idéntico, parecía de la edad de Shopie.
Lucía un vestido de seda bordado con lentejuelas, rojo como una cereza, con aros grandds y circulares, sus labios eran pequeños y rosados, muy rosados. Aquella muchacha le pareció hasta sensual, tenía una actitud elegante al caminar, su cabello negro caía en forma de bucles a la altura de sus hombros y llevaba una pequeña sombrilla rosada entre sus manos.
Al verla, Emma no pudo evirae pensar, que Shopie debería tener algún defecto, quería ayudar a Claire con su reputación, que ahora, quizá se opacaria aún más con esto de que le atraía un criado, ¿ella lo veía como algo bueno?¿Claire solo quería empeorar su propia estima?
Después de todo, Shopie no podría ser perfecta en todo, si lograba que esta "amiga" le dijera su defecto clave, podría ayudar a Claire y ella misma, cuando volviera a ser una sirvienta común y aburrida de nuevo, podría burlarse e incluso divagar el defecto, trataría de que Shopie no se enterara, sería muy divertido.La señorita sonrió al ver a Emma.
-Buenas tardes amiga mía- Emma vió como se acercaba y le daba la mano, se limitó a sonreír amablemente y realizar un gesto gentil con la cabeza- Gracias por invitarme... siempre es un placer venir- Afirmó mientras se sentaba en una de las sillas.
¿Qué debía hacer?
Decidió imitar la acción de la joven y se sentó en la otra.-Por nada... Matilde- Emma estaba nerviosa, ¿cuánto duraría la charla?¿cuándo se iría?¿de qué hablarían?Bueno, primero averiguaría el defecto, luego... todavía no sabía que haría luego.
-No debes decir por nada Shopie, solo agacha la cabeza , ya lo sábes- Rió de manera muy tenue- Tu voz se nota... un poco más ronca.
Reprimió un suspiro desesperado, era la primera que notaba esa falta, ni siquiera los padres se habían dado cuenta, ni Claire... debía acentuar más la voz y decir lo primero que se le ocurriese.
-Sucede que me he privado de la miel estos días- Le pareció hasta ridículo pero no encontró otra excusa- Comenzaba a empalagarme pero creo que retomaré con el hábito.
-Quizá deberías- Exclamó la muchacha- ¿Cómo has estado? Me han contado que volviste ésta mañana sorpresivamente de la Mansión de tu prima, me lo contó Teresa, la de las peinetas, que hoy trajo nuevas con brillantes, son lindísmas, yo compré una roja y otra verde para la fiesta de Claire, por lo de su prometido, la verdad que yo tengo un par de hombres guapos, dos caballeros que rechazé el día que eligieron a Jack, mi futuro esposo, como a Thomas y...-¡Dios! no se callaba, ponía un tema encima del otro, ¿cómo podía aguantarla la verdadera Shopie?
Pedro llegó con una bandeja de plata sobre la que habían dos tazas de porcelana con té bien humeante y un tazón con galletas, las dejó sobre la mesita, realizó una elegante reverencia y se fue por donde vino.
-Y a todo esto, ¿por que regresaste tan deprisa de la casa de Lady Magdalena?- De pronto dijo.
Emma le presto atención, esto era importante. Su mentira se basaba en las cosas con las que se excusaba.
-Hubo un problema por que se confundieron las fechas Matilde, yo debía ir el 15 de julio y fuí hoy, no es de importancia... Matilde, dime, ¿qué defecto tengo yo?- Emma tomó la taza con sus dos manos mientras la soplaba, intranquila. Matilde elevó la vista, y frunció el seño en una expresión de confusión.
-¿Tú? ¿defecto?- Matilde largó una risita burlona y dió un sorbo a su taza, levantando un poco el dedo meñique de la mano en que sostenía la taza- Mm, está delicioso, debes decirme luego dónde los has comprado.
-Fue un regalo de un amigo de mi padre, que se dedica al negocio de los tés refinados- Mentía, pero estaba apresurada en resolver su incógnita- Como te pregunté antes querida, ¿qué defecto poseo?
-Bueno... me agrada afirmar que "tú" y "defecto" son dos palabras que no encajan entre ellas, naturalmente, tú no tienes defecto del que yo sepa.
-Debo tenerlo Matilde, piensa- Emma tomó una galleta y la comió despacio, no podía devorarla así nomás por más que estuviera deliciosa y fuera la primera vez que comía una... bueno, no, no era la primera vez, ya había hurtado una o dos veces algunas galletas de las bandejas que preparaba la cocinera, nadie lo había notado nunca.
- ...No Shopie, tú eres técnicamente un recreación de lo más similar a la perfección- Exclamó Matilde mientras tomaba una galleta y la comía despacio, con la mirada perdida en los arboles de alrededor.
-¿Estás muy segura Matilde?
-En absoluto, efectivamente, no creo que tengas algún defecto, por el contrario de las otras damas envidiosas y recelosas de tí- Dijo sonriendo y comiendo una de las galletas, a tiempo que Emma refunfuñaba mentalmente.
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Lady Shopie #1
Historical FictionPrimer libro de la saga "Secretos Aristocráticos" [Completa] Ficción Histórica En su lugar como sirvienta en la casa de la familia Hilleland, Emma envidia la lujosa vida que lleva Lady Shopie Hilleland, la hija mayor de un lord francés cuyo poder lo...