Capítulo 28: "Los estragos del comportamiento"

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6 días, menos de una semana.

6 días, menos de una semana.

6 días, menos de una semana.

6 días, menos de una semana.

Se repetía Emma, pasaban muy rápido los días para ella y raramente, nadie en la casa estaba enojado, respecto a lo de lo de la repentina situación vivida por la noche anterior. Pero era Shopie, todos la respetaban...ahora.

A la mañana siguiente, pidio a su serio padre, el periódico, lo cual extrañó un poco al hombre pero igualmente se lo concedió, quizá poco consciente de el desagradable espectaculo de su hija la noche anterior. Supuso que aún no lo había leído. Shopie observa varias noticias y chismes sobre damas y caballeros, incluído el de ella. Lady Hilary no le dirigió la palabra a su hija en toda la mañana, con una expresión rústica y poco amable que la carecterizó incluso aquella tarde en que asistió a una reunión en casa de lady Thompson y no pudo defender correctamente a su hija cuando las mujeres comenzaron a expresar algunas burlas.

Pero a Emma le parecía de lo más irrelevante; era un confirmación más de que había exhibido su forma más ridícula y penosa por el capricho de humillar la propia imagen de lady Shopie. Posó sus ojos en las líneas y comenzó a leer para sus adentros con suma atención:

"Se ha podido observar pocas veces, como lo que se creía perfección en todo sentido es arruinada completamente. Ese fue el caso de Lady Shopie Hilleland, la hija de el conde Bryton, cuyo título nobiliario no podría salvar a su hija del desastre polémico y social en el que se vió inmersa.
Luego de la impetuosa huída y desaparición de lady Claire Hilleland, se ha podido demostrar la locura que invade a esta rica familia, después de que la señorita Shopie comenzara un escándaloso acto de torpeza bajo los posibles efectos de la ebridad, arrojando alimentos y bebidas finas hacía los invitados que la rodeaban. Aunque no hubo un motivo específico para este comportamiento tan singular y desagradable; los invitados han quedado perplejos ante esta insatisfactoria actitud cuando en fiestas anteriores había demostrado ser lo que se divulga, la beldad londinense más bonita, junto a su prometido, lord Thomas Walligton, el excéntrico marqués de Bressex, quien no pudo asistir a dicha tertulia. Sin duda, esto resultó un infortunio para la futura marquesa y sus alrededores. No se ha podido hablar con lady Shopie al respecto, debido a lo reciente de la noticia, pero se espera que..."

Emma río para sus adentros, como lo suponía, el escándalo había llegado al diario. Se felicitó a sí misma por tan buena actuación, denominada, según el periódico como"un escandaloso acto de torpeza".

No podía predecir qué era lo que le esperaba, la vida de Shopie era fácil y difícil a la vez, pero odiaba un poco su complejidad. Alguien tocó la puerta de su habitación, Emma se dio la vuelta pues había sido sorprendida, ¿quién tocaba?

-¿Quién es?- Inquirió Emma adelantándose hacía la puerta, aún con el diario entre sus manos. La abrió.

-Soy yo, milady- Respondió Manuela extendiendo un sobre con sello, sus ojos tenían unas ojeras terribles, su cabello desordenado y su postura decaída y cansada hicieron que Emma preguntara por ella y su aspecto, mientras tomaba el sobre.

-¿Qué te ha pasado? Tu aspecto es deprorable.

-Nada grave, solo que... he tenido mucho trabajo, me enteré de su repentino desequilibrio el día de aye...- Se detuvo, no lo diría frente a la señorita, Emma la miró largamente y quizo reír.

-¿Desequilibrio?

-No... ¡oh, bueno! Quiero decir que he tenido mucho que hacer y no pude dormir, mucho que limpiar... si me permite retirarme- Se volteó.

Emma dudó un instante- Sí- Manuela se alejó rápidamente, Emma cerró la puerta molesta, su falsa actuación de señorita borracha había sido escuchada hasta por los criados, que falta de respeto. Pero no era relevante. Lo que no sabía era que Manuela había escuchado tan poco de ello, a causa de que no había tenido tiempo para insmiscuírse, había estado muy ocupada limpiando.

Luego miró el sobre, tenía un sello barato, de un color rojizo que no conocía, de uno de los cajones tomó una daga con el mango de plata y rompió la unión del sello y el papel. Sacó una carta cuidadosamente doblada, la plegó:

Shopie

La mención de ese nombre le daba mala espina, pero igualmente siguió leyendo:

"Querida Shopie"

Buenos días hermana. Es Claire quien te escribe, aunque sé que quizá ya te has dado cuenta que soy yo con solo decirte hermana. Te quiero agradecer de mi parte y de la de Pedro por tu preciada ayuda, pues gracias a ella puedo ser feliz. Ya hace unos días que me marché pero te confieso que yo estoy muy bien, ahora mismo estoy viviendo con Pedro y su madre, una simpática anciana de sesenta y dos años, la que ha dicho que le agrado mucho. Vivimos los tres en su casa al norte de Inglaterra, y aunque vivo muy bien refiriendome a lo emocional, te extraño. Pedro y yo lavamos y remendamos ropa de los vecinos por las mañanas y por las tardes, a cambio de algunas libras y monedas, mientras que la anciana se ocupa de la comida y de la limpieza de la casa, aunque somos ordenados y limpios por eso no hay mucho que limpiar.

Pedro me ha afirmado que dentro de un meses nos casaremos, no obstante, aún los extraño y espero no haber causado penas ni muchas preocupaciones en la mansión. Quizá dentro de algún tiempo me permita olvidar la vergüenza y pueda ir a visitarlos sin recibir reclamos. Pero solo quería agradecerte tu infinita ayuda y comprensión, gracias a ella hoy puedo decir que soy feliz y tengo mucha dicha. Aquí donde estoy, nadie me reconoce, me llaman por mi nombre de pila, sin ningún título o ademán de nobleza, y de cierta forma, me siento cómoda de esta manera.

Los quiero inmensamente y les deseo lo mejor. No me envíes ninguna misiva en respuesta por que ya sé lo que me dirías. Aún no sé como yo, ahora una campesina ordinaria, pudo hacer llegar esta carta hasta tí.

Claire Hilleland (No merezco el título de Lady por nada del mundo)

Destinatario: Lady Shopie Hilleland

Una lágrima rodó por la mejilla de Emma, la carta era conmovedora, todo había salido bien y de alguna manera, fue gracias a ella que ahora Claire era feliz, la quería como a una hermana y no se debía preocupar, ya lo sabía.
Pensó si la verdadera Shopie la hubiese ayudado como ella lo hizo. Probablemente no. Creyó que hubiera seguido la ética moral de respaldarse tras la opinión ajena y la sociedad para no verse involucrada.
No envío carta de regresó y guardó la recibida, ya se quedaría tranquila, si ella misma no era feliz, al menos sabía que había hecho feliz a alguien más.
























Lady Shopie #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora