¿Qué pasaba?... ¿acaso se iba? ¿se iba para siempre?
Estaba claro que Shopie se iba, el nombre en la maleta de viaje la delatan, pero... ¿por qué y para qué?
Las preguntas atormentaban la pobre mente de Emma, ella tampoco sabía que pasaba ni había escuchado antes sobre eso.-¡Emma, ven!- Shopie la había descubierto, ...¿qué le pasaría a ella ahora?
-Yo...- Emma apenas podía mantenerse de pie, sus piernas temblaban y no se podía mover, ¿y si le regañaban? Pero no podía ser, ella no había echo nada para justificar un reto. Es más, no conocía la situación.
-Ven aquí, te quiero encomendar algo -Emma avanzo tímidamente, bajó con cuidado las escaleras y llegó enfrente de los señores Hilleland y a sus hijas- Miladys- Saludó a sus amas con un gesto de cabeza, luego dirigió su mirada a Lord Arthur- Milord, buenos días- Realizó el mismo gesto; el cochero le dirigió una media sonrisa desde el portal- Señor.
La situació era confusa y nadie había abierto la boca acerca de los motivos.
Emma, aunque arriesgada, decidió hablar- ¿Se vá usted, señorita Shopie?-Se animó a preguntar.
-Sólo por tres semanas Emma, son como unas cortas vacaciones- Sonrió divertida- Me voy hacía la mansión de mi prima- y agregó- y quería decirte que tú te encargarás personalmente de mi alcoba mientras no estoy, cuando regrese, en un mes, quiero todo perfecto y tal como esta ahora... -Su acento era ligeramente francés y elegante, era una de las cosas que más odiaba Emma de ella, su leve acento francés.
-Claro que sí Lady Shopie, no se preocupe, yo lo arreglaré todo para cuando usted retorne, ¿necesita algo más?- Preguntó Emma con cierto respeto, en verdad le quería decir a esa idiota todo lo que pensaba pero... era la hija del patrón.
Shopie negó con la cabeza.- Pues muy bien, entonces le deseo buen viaje- La hipocresía le irradiaba por los poros y la muy tonta no era capaz de darse cuenta. Se felicitó a sí misma por tal actuación digna de una ópera.
A continuación, el cochero del carruaje abrió la puerta y Shopie, entró por ésta. A su alrededor, como era costumbre de las calles londinenses, había gran ajetreo, algunos curiosos frenaron sus pasos para observar a la maravillosa Lady Shopie Hilleland, hija de condes, una de las beldades de la temporada, que ya estaba comprometida con un excelentísimo mercader y poseía pilas de oro en sus alforjas. Era digno de admirar.
El cochero introdujo muy cuidadosamente la maleta en una especie de cajón detrás de él, luego cerró la puerta y se sentó en su lugar, los caballos se movieron alterados y avanzaron al trote y claro, a los ligeros azotes del látigo que manejaba su dueño.
Mientras el carruaje se alejaba, Shopie se despedía con la mano, en un gesto refinado de "adiós". Sus padres y su hermana Claire la saludaban con el mismo gesto refinado y patético, diría Emma.
¡¡¿Quien se creía que era Shopie?!! ¡¡¿La Reina de Inglaterra?!! Había echo una despedida triunfante, honrosa... pero no, no era la Reina de Inglaterra en concreto pero en su posición, no le faltaría demasiado para serlo.
Luego cerraron la puerta, Emma alcanzó a Lady Claire que subía la escalera. La muchacha era bonita, tenía el cabello de un color marrón muy claro, pero no tanto como el de Shopie o el de su madre, su tez era blanca y tenía una pequeña nariz respingada, al igual que su hermana, Claire era muy delgada como respectaba a las mujeres de la familia Hilleland. Poseía unos ojos azules preciosos y una boca pequeña. Era ingenua y muchos creían que era demasiado inocente o pulcra, su personalidad variaba mucho con la de su hermana.
-Milady- Llamó intentando alcanzarla, Claire se volteó con el seño fruncido-Perdone el atrevimiento, quizá considere que no es apropiado, pero... ¿Por qué usted no va a lo de su prima?- Pregunta Emma, el aspecto de Claire no era tan espectacular como el de Shopie, a veces algunos decían que Shopie era más hermosa que Lady Claire, los caballeros murmuraban que a pesar de la corta diferencia de edad entra las hermanas, Shopie era mucho más esbelta que la menor, más alta, más graciosa y más radiante que su hermana. Estas murmuraciones disgustaban a Claire, la hacíab sentir inferior en muchos aspectos de la vida cotidiana pues eran aspectos que compartía con Shopie y la obligaban a compararse con una joven apenas dos años mayor. La molestaba que ni siquiera murmuraran estos detalles, no, hablabam mientras que ella estaba presente.
Entonces, ésta se enfadaba y se iba, y con mucha razón, claro, era como si Shopie fuera la preferida de todo el clan Hilleland, a Emma le agradaba mucho más Claire que Shopie. Era mucho más apática y en el fondo, más talentosa para la música y las artes, la hermana mayor lo hacía bien pero la menor podía superarla y eso, era algo que Emma creía que asustaba a Shopie. El hecho de que la más pequeña pudiera resaltar, ganar atención.-Es por que en estas semanas se hará una tertulia para elegir a mi prometido, aunque estoy algo desanimada Emma, no lo sé, me siento confundida con respecto a si deseo que mis padres lo elijan, no me siento muy preparada. En fín, esta es la razón por la que no puedo acompañar a mi hermana- Luego se dió la vuelta y siguió subiendo la escalera.
Apareció Manuela de repente y le comunicó a Emma que debía ir al mercado para comprar una peineta nueva a Lady Hilary... ¡que amaba las peinetas nuevas!
-¿Tiene que ser hoy?- Pregunta Emma.
-Por supuesto, en pocas semanas se hará la tertulia para escoger al prometido de Lady Claire, debes ir ahora- Exige Manuela, extendiéndole una bolsa de tela con la que Emma solía hacer los mandados de Lady Hilary.
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Lady Shopie #1
Historical FictionPrimer libro de la saga "Secretos Aristocráticos" [Completa] Ficción Histórica En su lugar como sirvienta en la casa de la familia Hilleland, Emma envidia la lujosa vida que lleva Lady Shopie Hilleland, la hija mayor de un lord francés cuyo poder lo...