6. Protector

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–Ruki–.

I.

Dos de ellos me tenían contra la pared de la biblioteca, uno a cada lado mío.

Otro, con ayuda de unas tijeras había hecho pedazos mi chaleco y mi camisa dejándome con el dorso totalmente descubierto. Y entre los cuatro con ayuda de un marcador permanente habían escrito en mi varias palabras, algunas de ellas como "cerdo", "marica", "lame culos", "arrastrado" y "bastardo".

Y el último de ellos golpeaba mis piernas, abdomen, brazos y cabeza mientras que daba caladas a un cigarrillo y cuando este estaba al rojo vivo amenazaba con ponerlo directamente en mi rostro.

¿Qué era lo que me mantenía atado aquí? ¿Por qué no moría de una vez? Quería una explicación lógica para mí mismo, no era un chico "malo"; obedecía a mis padres y no me quejaba cuando me comparaban con Kaede mi hermana mayor e hija natural de ambos. Mis notas eran muy buenas, forme parte del cuadro de honor desde mi educación secundaria, no había problemas con drogas o robos, e inclusive estaba por comenzar un trabajo de medio tiempo para ayudar económicamente

¿Qué se supone que debía cambiar?

Pero, en cambio recibía quejas por parte de mamá, de papá, de Kaede y de mis compañeros en el instituto. Mamá decía que se arrepentía de no habernos entregado a la caridad cuando me encontraron de bebé; papá quería un experto en deportes, que bebiera y mostrara cualidades de todo un "macho", alguien con quien hablar de sexo y no ver a un hijo mirando recitales de música o leyendo algún libro; Kaede quería un cómplice que solapara sus desastres y sus dos abortos... y mis compañeros de clase, ellos solo me querían ver desaparecido.

Estaría mejor muerto.

El cigarrillo se plantó en mi muñeca quemando mi blanca piel. Grite por sobre la mordaza de cinta adhesiva que ellos me habían colocado después de mi primer grito de ayuda. De mis ojos brotaron lágrimas y de mi boca sollozos, ellos solo rieron de manera histérica.

¿Cuál es mi motivo para seguir vivo en este mundo?

– ¡Aléjense de él, perros malditos! –aquella voz que hacía solo unos minutos me insistía por que fuéramos amigos, Akira, su nombre, había entrado a la biblioteca azotando la puerta de la misma.

– ¿Y tú nos obligaras? –el sujeto del cigarrillo, Daisuke, tiro este cigarrillo al piso y lo aplastó para acercarse más y enfrentar cara a cara a ese chico Akira –. Seguramente vienes para defender a tu noviecito, oh, si los dos son un par de pu...

Sin dejarlo terminar, Akira soltó un puñetazo al rostro de Daisuke que atónito sin siquiera prever el siguiente movimiento pues, a su abdomen fue a parar una patada. Y mientras se quejaba por la falta de aire, Akira sin compasión le tiro al suelo con suficiente fuerza que al momento de que Daisuke chocara su cara contra el piso varios dientes salieran volando, seguido de esto el pie de Akira cubierto por una bota estilo militar se apoyó en la cabeza contraía evitando que se pudiera mover.

– ¡Y ustedes tienen 30 segundos para largarse y dejarlo en paz! –furioso señalo a mis agresores y seguidamente la puerta, y ellos sin pensarlo salieron corriendo dejando a Daisuke en el piso.

Akira dejo de aplastar la cabeza contraria y de los calzoncillos de este (literalmente) lo arrastro fuera de la biblioteca dejándonos solo a nosotros dos ahí.

Le mire absorto, con los ojos bien abiertos. Debía ser un sueño, nunca antes alguien me había defendido de esa manera. Akira debía ser una especia de ángel que habían enviado solo para mí, quizá Akira era mi ángel guardián.

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