32.1 Extra: Hechizo

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Hace mucho tiempo, cuando la tierra comenzaba a vivir, los hombres comenzaban a amar y los Dioses les brindaban dones a los humanos como los que ellos tenían y como los de los ángeles. Dónde el bien y el mal no existía.

En esa época, vivió una mujer muy bella, sus cabellos parecían finas hebras de bronce totalmente lacias, su piel blanca con pequeños puntos negros esparcidos como estrella en el cielo. Sus ojos azules como el mar y sus dedos tan finos y suaves. Sus labios rojos y dulces como una fresa, su nariz perfectamente delineada y tan fina, medida perfecta a su bello rostro. Era dulce al andar y al hablar su voz parecía ser la de un mismo ángel.

Porque así era. Ella era un ángel.

Un ángel que habían enviado los Dioses para que aprendiera de los humanos, para que se hicieran del dolor de los mismos.

Como un ángel, la bella doncella tenia un don de controlar a los hombres, el controlarlos como si fueran marionetas. Hacer que hicieran lo que ella quería. Era su don, y no lo usaba por su buen corazón.

Sin embargo, aquel bello ángel cometió un gran error. Se enamoró de un hombre humano. Totalmente humano.

Un hombre sin corazón, un hombre que no había aprendido a amar y al cual los Dioses no le brindaron ningún don. El hombre solo tenia odio en su interior.

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