2. Primer día

554 51 22
                                    

-Aoi-

El infierno no era como todos los humanos lo imaginaban.

Nada de cavernas oscuras, ni llamas quemando todo lo que le habita, ni gritos de agonía y sufrimiento, o seres causando el dolor a las almas en pena que había ocasionado sufrimiento durante su vida, un lugar donde no había más que pena; o que nosotros los demonios éramos seres rojos con cuernos negros, cola, patas de cabra y un tridente con el que matamos a los nuestros y a los humanos.

A estas alturas, me pregunto ¿Quién tuvo esa grandísima idea? ¿Qué tenía en la cabeza aquel hombre humano que nos ideo así? Simplemente era un lugar normal, con gente "normal", bueno, no realmente, éramos demonios y aquellas habilidades nos hacían diferente y especiales.

—Bien, aquí es —sonreí mientras me paraba frente a una puerta grande de caoba que daba directamente a lo que yo podía llamar mi hogar, si, los demonios teníamos hogares.

Uruha asintió abrazándose así mismo, era tan evidente su temor. Mordí mi labio por dentro pensando en que forma podía aliviar su sufrimiento, pero era muy clara, yo no podía hacer nada por él.

Gire el pomo de la puerta y nos dio paso a un lugar que para mí era hermoso, o lo era más cuando vivía de niño con mis padres. De primera vista era una sala de estar con a penas un par de sofás en color vino, un arco grande daba vista a un comedor con cerca de 10 asientos y no a muchos metros de ahí una cocina bien equipada.

—Bienvenido al hogar "Shiroyama"—sonreí amplio más para él que para mí, hacia milenios yo no pisaba ese lugar.

—No sabía que tenías esto —susurró entrando arrugando un poco la nariz, claro olía a polvo. Sus alas aun blancas aunque ya no tan relucientes se ocultaron totalmente y Uruha suspiro —es un lindo lugar, acogedor.

—Era de mis padres, y gracias —sonreí cerrando la puerta tras de mi—. Te mostrare el resto de la casa... ¿Quieres?

—Sí, si por favor —sonrió leve y coloco sus manos en su espalda dándole aspecto de niño pequeño.

Con mi sonrisa en mi rostro le guié por el resto de la casa: un cuarto de lavado ¿para qué?; un jardín lleno de flores de distintos tipos y colores; tres habitaciones, una de ellas más grande que las otras dos, y las tres bien equipadas con una cama, un armario y mesillas, además de su baño cada una; un ático con un catre individual ¿Por qué teníamos eso? Era más una casa humana que algo que un ser etéreo pudiera necesitar.

—Me gustaría poder darme un baño —Uruha me miro una vez termine de mostrarle la casa—¿Puedo?

—No tienes que preguntar, esta es tu casa ahora, Uruha —le extendí mi brazo hacia una de las habitaciones el suspirando sonrió titubeante y fue a esta.

¿Qué puedo hacer para aliviar tu dolor? Por favor Uruha, dame una pista. Solo una.

***

Cuando era niño siempre pregunte a papá porque el tiempo pasaba muy lento, porque aunque parecía hiciéramos muchas cosas nuestro día no acababa y cuando acababa nadie quería dormir. Solo recuerdo, que él me decía que los seres "etéreos" como nosotros no necesitábamos de eso, que solo lo hacíamos para llevar el tiempo, así como los humanos.

Inclusive ahora, tenía lista una cena para Uruha, que aún no había salido de su baño. No me preocupe, claro... éramos inmortales y solo alguien podía quitarnos de la faz, ese alguien no estaba en este momento y su suplente no quitaría a Uruha, no hasta tener lo que deseaba.

En paso titubeante camine hasta donde debía estar él. Pero antes de siquiera dar un paso para abrir la habitación la puerta se abrió dejando ver a Uruha, sus alas estaban de nuevo expuestas aunque ahora eran más las plumas regadas en tonos negros. Y ahora sus ropas ya no eran blancas, ahora eran negras totalmente dándole un tono elegante, sobrio y claro, jodidamente seductor.

Me ruborice al verlo y él torciendo los ojos un poco suspiro.

—No necesito escuchar tus perversiones Aoi —camino apartándose de mi —gracias por la cena no era necesario.

—Puedes dejar de ver en mi cabeza cuando quieras —sonreí alcanzando su paso —pero, extrañamente siempre lo haces.

Uruha se paró en seco y suspiro.

—Es algo que no puedo evitar, supongo que... —corto sus palabras de inmediato y con un sonrojo mordió su labio inferior.

Uruha podía leer mi mente y era fácil deducir lo que yo quería o necesitaba. Seguramente ya había descubierto que me gustaba y que en ocasiones pensaba en él de una manera peculiar. Pero, realmente a mí me hubiese gustado poder leer lo que él quería, lo único que sabía era que amaba ser un ángel guardián... quizá...

—Note que hay muchos demonios —Uruha me miro sin siquiera haber tocado su cena —la mayoría de ellos me miro al llegar, otros negaron y unos más se sorprendieron e inclusive pensaban "Uno más", Aoi, ¿por qué?

—Yo-ka ha hecho que miles de ustedes lleguen aquí abajo, a otros más los ha enviado a la tierra... solo tiene a aquellos que cree útiles como a Kei, por ejemplo —le replique mirándolo fijamente, entonces sus ojos se pusieron completamente rojos para comenzar a derramar lágrimas.

Estire mi mano hacia él pero la regrese a mi cuerpo conteniendo un suspiro. Su llanto aumento más y lo único que pude hacer fue levantarme y abrazarlo hundiendo su cabeza en mi pecho, Uruha me abrazo completamente sin dejar de llorar.

Nunca había visto tan frágil a Uruha.

—No me importa que Yo-ka no me crea útil, solo que yo... Takanori... ¡Él es muy frágil! Tiene muchos sentimientos y... —el momento de lucidez se acabó y volvió a llorar. Takanori, claro lo extrañaba demasiado.

—Él estará bien, no sufras por...

—¡Solo está bien conmigo! —su voz frágil subió de tono y empujándome corrió a la habitación principal —si tan solo supiera que estas con él me sentiría tranquilo, pero no... tenías que estar aquí... ¡Para empezar, estoy aquí por TÚ culpa!

—Uruha...

—¡Si no te hubiera conocido no estaría aquí!

Suspire y mire por la ventana que daba a las afueras de mi hogar.

Rojizo. Como sangre.

Yo había destrozado a Uruha, ¿De qué manera lo había destrozado?




...-

ImmortalsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora