42. Escape

154 19 5
                                    

I

–Kei–

Sentía mi cuerpo deshecho, sentía que me desplomaría de un momento a otro. Y solo ver cómo Tatsuya daba vueltas por la habitación metiendo cosas en una maleta al parecer infinita solo me desesperaba más.

Ya había metido un baúl grande de madera, un par de vendajes, ropas, mantas y ahora metía un libro antigüo.

–Tatsuya...–-me senté en la cama y le miré. Al oír su nombre él me miró también y sonrió.

–¿Puedes hacerte pequeño? –cerró la maleta y seguido de eso comenzó a cambiarse de ropa.

Tiró al piso toda la ropa impregnada de sangre. Su cuerpo también tenía sangre seca. No sabía si era sangre suya o sólo mía.

–¿Qué tan pequeño? –le mire atento concentrándome enseguida en mis propios recuerdos.

–2 años... –Tatsuya ataba un par de botas parecidas a las de un militar.

Aún en la cama cerré los ojos y concentré toda la energía que me restaba en cambiarme. No acostumbraba a cambiar mi imagen, básicamente no tenía una razón.

De cualquier manera si Tatsuya lo pedía, tenía que ser por una razón.

–Tatsuya–

–Kei traeme por fav... –subí el cierre de mi chaqueta y miré hacia la cama donde estaba Kei.

Solo para encontrarme a un pequeño niño rubio de dos años. Su piel era casi de papel, sus ojos azules penetrantes. Sonrió en cuanto lo mire.

-–Eres muy lindo –sonreí y me acerqué hacía él y estiró sus brazos para mi.

Lo cargué y miré fijamente. Él sonrió de nuevo y se acurrucó en mi hombro. Yo sonreí y miré a mi alrededor, buscando que más podía llevar con nosotros.

Seguí caminando por la casa de punta a punta. Tome más ropa e incluso unos cuantos víveres.

Kei seguía en mis brazos y conforme tomaba las cosas el balbuceaba algunas cortas palabras, algunas otras las articulaba perfectamente.

Dejé a Kei de nuevo en la cama y del armario saque el aparato primordial que necesitábamos. Una caja negra con un gran botón. Sencillo, pero que podría salvarnos la vida.

Sabía que en algún momento sería útil. O más bien aquel demonio, lo sabía.

–Toma esto peque, y no lo sueltes –sonreí y le dí el aparato. El cual abrazo lo mejor que pudo. El pequeño Kei sonrió –¿Puedes decir mi nombre?

Tazzuiia –articuló lo mejor que pudo y yo sonreí acercándome a revolver sus finos cabellos.

–Perfecto –bese su frente y lo tome en brazos, destroce una manta y ate a Kei a mi cuerpo, a Kei y al aparato –listo... ahora, escúchame bien Kei

Me miró con seriedad, suficiente seriedad para un niño pequeño. Y más valentía de la que yo mismo tenía.

–Ya pasó el tiempo suficiente desde que aplaste eso –señale la mancha negra que era el gusano de su nuca –a partir de ahora todo se pondrá feo... tendremos que salir corriendo, cuando yo abra la puerta tu activarás este aparato –señaló lo que él tenía en las manos –así seremos invisibles y será mas facil escapar cuando Yo-ka enloquezca.

Kei asintió y llevo sus manos al botón. Listo para activarlo.

–Y luego... –continué sin dejar de ver sus ojos –no importa lo que pase cuando te diga cubrete los ojos y no los destapes hasta que te diga, oigas lo que oigas... ¿De acuerdo? –Kei asintió y se acurrucó en mi pecho, sin quitar las manos del aparato –te amo Kei...

ImmortalsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora