40. Inocente

138 19 6
                                    

—Kei—

La luz dió de lleno en mis ojos.

El olor era distinto. No era mi hogar. Era otro. Me agradaba.

Estire mi mano izquierda para sentir que había a mi lado. Nada. O si, una nota.

Haciendo deberes. Te veré en casa más tarde.
–Tatsuya

Sonreí ampliamente y acerque el trozo de papiro a mi nariz. Olía tan bien.

No quería irme de ese lugar. Ahí estaba feliz y tranquilo, ahí podía ser yo. No mentia para complacer y por sobretodo estaba siendo amado por alguien que me amaba.

Si tan solo fuera real.

Lo había visto y había visto que no duraba. Nada.

Todos moriamos. Primero Aoi, seguido Miyavi y Kai; después Reita y el joven Takanori; después Tatsuya; Uruha... al final la humanidad.

Yo-ka.

Un aleteo se escuchó en la habitación. Una paloma mensajera había logrado colarse por algún resquicio. De su pico dejo caer un pequeño tubo de papiro. Otro mensaje.

Desenrrolle con calma y leí con una sonrisa. Luego un hueco en el estómago.

RÁPIDO, AHORA

No necesite saber el remitente. Sabía quién era y por cuestiones de salud y bienestar me hice rápido de ropa. Ate mi cabello en una diminuta coleta, no tenía tiempo para peinarlo. Tampoco quería lucir tan bien para Yo-ka.

Cerré los ojos y chasquee los dedos.

Para aparecer en su "oficina". De cualquier manera aún le servía. Yo aún le era fiel.

II

Me materialice en dicha habitación. Solo un ventanal tenía la cortina satén atada. El resto estaba completamente cerrado dejando ver la habitación más oscura. Dentro de la chimenea la madera crujía y la luz del candelabro parpadeaba.

Una vela se apagó.

El olor a cera se hizo penetrante.

Frente a la única cortina abierta, dando la espalda al resto. Mirando por el ventanal, Yo-ka.

—¿Me llamabas? –hice una ligera reverencia.

—Si... –giro un poco hacia mí, solo pude ver su perfil –toma asiento, pequeña zorra

Trague grueso y suspiré arrugando mi nariz. Había escuchado muchas palabras dulces de Tatsuya mientras acariciaba mi piel. Oír eso, me lastimaba demasiado. No, me repugnaba.

—¿Puedo decirte algo sin que te ofendas? –su voz déspota fue de más. Enseguida se echó a reír –bueno, no me importa si te ofende, pero... ¿Aceptaste a Tatsuya? Apuestas a puta barata... Bueno, ya, realmente no me importa, en este momento... lo que realmente quisiera saber es –se dió media vuelta y con pasos ligeros camino hasta su escritorio sentándose sobre este, mirandome fijamente– ¿Por qué ayudaste al idiota de Aoi? –dijo con una voz tranquila sin embargo un pequeño tic llegó a su ojo izquierdo.

Me hundí más en mi asiento.

— Yo no ayude a Aoi –dije en voz baja, casi en un susurro viéndolo fijamente–. Yo te sirvo a ti, no a él

—Claro que le ayudaste... ese chico, el humano ¿Cómo se llama? Takanori, estuvo aqui y ¡Tú les ayudaste! Y aún cuando pensabas que yo no sabia nada –con un puño golpeó el escritorio, yo salté asustado –¡Como si no me hubiera percatado de su asqueroso olor! ¡DE SU ODIOSO OLOR ESPARCIDO POR TODOS LADOS, HIJO DE PUTA!

ImmortalsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora