10. Juego sucio

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–Aoi–

–Vaya, vaya ¡Que sorpresa! –Yo-ka me miraba desde el asiento principal de la sala de juicios. Mantenía un gesto de sorpresa y de diversión –Cuando me dijeron que tendría una sorpresa no imagine esto –soltó una carcajada sínica –bueno, realmente si lo imagine...

–Dejate de juegos Yoka –le mire con seriedad mientras él no podía contener la risa burlona.

–No son juegos Aoi –sonrió más y chasqueando sus dedos hizo aparecer una corte de ángeles y demonios, los ancianos jueces y para mi sorpresa a Uruha, Reita e incluso a Takanori– Es un momento que quiero guardar para siempre, saborearlo cada noche... dime Aoi, ¿Qué es lo que te trae ante este sagrado tribunal?

Lamió sus labios de forma lasciva y me guiño el ojo para después reparar su vista en Uruha.

–Tengo un trato para ti –le mire fijamente mientras me levantaba del trono de piedra con grilletes. Yo-ka volvió a chasquear y dicho trono desapareció.

–Un trato, un trato –volvió él a lamer sus labios mientras jugaba tocando las puntas de los dedos de sus manos entre sí. – ¿Qué trato, Aoi?

–A cambio de que le devuelvas los derechos divinos a Uruha, te ofrezco... –me detuve mirando absorto el piso, realmente no tenía nada que ofrecerle.

– ¿Qué? –Desde el asiento se inclinó exigente hacia mí – ¿¡Qué!? ¿Qué tiene un ser insignificante como tú para ofrecerme?

Titubee rebuscando en mi cabeza. No tenía nada que poder ofrecerle, nada más que mi vida y realmente me sentía muy cobarde para dársela. Tenía mis recuerdos felices, Yo-ka podía quitármelos ¿cierto? Mejor aún, podía exiliarme para siempre del cielo e infierno... enviarme a la tierra y morir como un humano.

–Eres tan poco, que... no hay nada que puedas darme –hizo un puchero y bajo de la piedra donde estaba para pararse frente a mí –o quizá, hay algo... un secreto, algo que nadie sepa...

Confundido le mire y él se inclinó hacia mi tomando mi mentón con una de sus manos. Halo de este con una sonrisa.

–No sé a qué te refieres, Yo-ka –me aparte de él y mire hacia los asistentes. La mayoría o mejor dicho, todos estábamos confundidos.

–Claro que sabes, te haré saber lo que es –suspiro y comenzó a caminar alrededor de mí mientras jugaba uno de los mechones de su cabello –. Dime, Aoi... ¿Te gusta ser un demonio?

–Ya le agarre el gusto –solté tranquilamente logrando la risa de algunos asistentes, y un gruñido de fastidio por parte de Yo-ka.

–Y dime, Aoi... ¿Cuál es la característica primordial de cada demonio y ángel? –dicho esto se paró frente a Uruha y acerco su mano al rostro contrario, la cual, Uruha rechazo con un gesto de asco. –Algo que puedes ver en todos los presentes...

Yo-ka volvió a tronar los dedos y esta vez a cada uno de los asistentes les broto un par de alas, alas negras por ser demonio, alas relucientes por ser ángeles. Palidecí y mire el piso con miedo. Hice mis manos puño y sentí como estas sudaban frío. Yo-ka.

–Las alas –murmuré cerrando los ojos.

–¿Disculpa? No te escuche, ¿podrías...?

–¡Las alas! ¡LAS MALDITAS ALAS! –un nudo se formó en mi garganta y en el rostro de él una sonrisa.

–Nos muestras tus alas, ¿por favor? –se colocó frente a mí y junto sus manos en forma de oración. Ese idiota se burlaba hasta de sí mismo.

–No –dije firmemente y Yoka soltó una risilla.

–¿Por qué, Aoi? Vamos muéstranos tus alas, o quizá... será... –se inclinó hacia mi poniendo su rostro a solo centímetros del mío –muéstrate ser inmundo... muestra la basura que eres.

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