18. Repeticiones

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  —Uruha—. 

—Debes estar bromeando —me incorpore en la cama sentándome tanto como el dolor me lo permitía —hablas de otro plan, pero ¡mírate! este empezó y termino mal.

Señale la herida que comenzaba a sangrar por sobre la venda, seguramente por el esfuerzo durante el sexo. Si la herida de su brazo estaba así no quería ni imaginarme su espalda. Sentí como mi corazón parecía hacerse pequeño.

—Y no tienes que recordármelo, siempre tan dulce Uruha —Aoi puso los ojos en blanco soltando un suspiro largo —gracias.

—N-No me mal interpretes —me acerque gateando hasta él y me acurruque en su pecho haciendo que rodeara mi cuerpo desnudo con sus brazos —puedo tenerte más para amarte y besarte.

Plante un beso en su pecho seguido de una pequeña trompetilla en este. Aoi soltó unas risillas y sentí como claramente la tensión se desvaneció.

No quiero perderte jamás.

Nos mantuvimos en silencio unos minutos. Solo se escuchaba el ir y venir de nuestra respiración, así como yo podía sentir los latidos del corazón de Aoi, uno a unos provenientes de su pecho.

—Dime tu plan —susurré a su pecho mientras con mi dedo índice recorría la espina dorsal de él.

—Aun no, mi diablito —su mano derecha revolvió mi cabello y bajo por mi espalda. Escalofríos.

—Dímelo, por favor —suplicante y con un puchero le mire. Su rostro se sonrojo y poniendo los ojos en blanco de nuevo, con un suspiro asintió.

—De acuerdo, de acuerdo —carraspeo aclarando su garganta mientras el sonrojo de sus mejillas se desvanecía —primero, fingiremos que todo esto se ha acabado, nos rendiremos, lo haremos tan bien que cuando Kei "nos vea" será tan fácil de engañar a Yo-ka y una vez que eso haya pasado ¡BTOOM! —dejó de abrazarme alzando sus brazos al aire con total energía —Miyavi y yo iremos en busca de Dios, sospecho que está retenido en algún lugar del bosque abismal...

Las ideas se revolvieron en mi cabeza y no lograba escuchar una con claridad. Ideas de enojo, palabras de tristeza, algunas alentadoras. Todas revueltas y entremezcladas sin oportunidad de salir a la luz.

—El abismo es peligroso —susurré simplemente recordando aquellas historias de bestias, maleficios y demonios malignos que rondaban este.

—Debo de intentarlo... es la única solución —su voz sonaba tan sombría que me asusto —aunque no lo haremos de inmediato —cambio el tono de su voz a alegría —tenemos que fingir lo suficientemente más.

—Me da más tiempo para amarte —sonreí sintiendo como la pena me invadía.

Porque puede que nunca más te vuelva a ver.

Una mueca se dibujó en los labios de Aoi y su cuerpo se tensó. Esta conexión que habíamos creado desde la primera vez que tuvimos sexo nos había facilitado las cosas pero también las había complicado. No había secretos, nada para ocultar.

—Sabias que Yo-ka fue quien cambió aquella ley creada donde permitía que ángeles y demonios tuviesen sexo sin problema. Gracias a aquel idiota cada que uno de nosotros tiene sexo con un ángel este se volverá un demonio —suspiro con tristeza —todo para hacernos sentir como una plaga.

Estuve por responder pero Aoi volvió a hablar interrumpiéndome.

—De alguna manera, todo se repite —me incorpore confundido y Aoi tenía la vista clavada en el techo. Con total seriedad en su rostro y un tono sombrío en su voz.

— ¿A qué te...? —Estaba muy confundido y Aoi me interrumpió nuevamente.

—Yo-ka te desea, de una forma meramente carnal pero te desea y haría lo que fuera necesario para tenerte en sus garras, poseerte sin piedad, y eso incluye el matarme —su vista se desvió del techo y note sus ojos llenos de lágrimas —el matarme le dejaría el camino totalmente libre.

—Yo no dejare que Yo-ka... —volvió Aoi a interrumpirme.

Aoi tomo mi rostro entre sus manos y comenzó a besarme apasionadamente, desesperadamente. Como si fuese un último beso. En lugar de sentir algún tipo de pasión solo pude sentir miedo.

Parecía que Aoi estuviese despidiéndose de mí. Como si Aoi estuviese entregando su vida definitiva y totalmente para poder salvarme.

Que egoísta soy.

II

–Ruki–

—Como si quisieras entrar a clase —Reita iba a lado mío mientras caminábamos por el patio del instituto.

—Obvio, claro que quiero —fruncí el ceño y le di un codazo —suficiente he tenido con eso de los retardos, ¿es que quieres que aplace el curso?

—Como si no tuvieses una eternidad para aplazarlo —se escuchó una risilla por parte de Reita y cruzándome de brazos le mire desafiante. Tenía razón pero tampoco quería que supiera que me rendía tan fácilmente.

Tenía una eternidad de vida como demonio. Una eternidad que no quería pasar en el instituto fingiendo ser un humano más. Quería pasar esa eternidad a lado de Reita conociendo lo mejor del inframundo, conociéndolo todo.

—Oh Ruki —Reita me atrajo a él halándome de la cadera. Acaricio mi mejilla derecha y tomo uno de los mechones castaños de mi cabello y lo enrosco en sus dedos —Me fascinas Ruki.

—No me digas Ruki aquí —le murmuré sintiendo como mis piernas temblaban. Él toque de Reita siempre me desestabilizaba. ¿Cómo podía llamar a este sentimiento?

Él sonrió y acerco su boca para poder besarme. Por fundirnos en un beso muy apasionado. Un beso tan perfecto.

—Pueden besarse más tarde —una voz que hacía mucho no escuchaba pero realmente familiar hizo que Reita se apartara de mí.

Frente a mi estaba un hombre alto y delgado. Pelo negro hasta los hombros, piel durazno y una ligera sonrisa se dibujó en su rostro al verme. Aoi. Aoi, mi demonio guardián.

—Necesito hablar contigo Akira, a solas... es, importante —Aoi le hizo una seña a Reita para que lo siguiera y enseguida me miro a mi —Uruha quiere verte, Taka.

Aoi señalo hacia las canchas de fútbol donde a lo lejos se veía un chico un más delgado y alto. Sonreí ampliamente y corrí hasta Uruha. Mi ángel guardián.











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