Capítulo 1

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Julieta

¡¿Justo hoy?! Parece broma que el día de la fiesta de Stef, me salga un grano, y no un simple grano. Si no uno gigante.
¡Mierda! - lo grito e intento calmarme. Por suerte está del lado del flequillo, eso significa que puedo taparmelo. Lo negativo es que quería dejar de usarlo.
¿Lo malo de ser yo? Bueno, ¿por dónde empiezo? Para el género me femenino es algo normal el sentirse inconformes con el cuerpo. Pero a pesar de eso ,existen dos grupos de personas.
  En el primero, estan las que dicen "ay no, ni loca me pongo un top, mira la panza que tengo" pero el fin de semana las vas a ver con eso mismo o algo más jugado. Y para colmo les queda pintado. Las del segundo grupo (donde pertenezco) se avergüenzan también de esos rollos de más, pero en este caso, esos rollos no son imaginarios. A ellas no las vas a ver usando short o un top. No, por el contrario, cuanto más cubiertas estén, mejor.
Así que a la hora de elegir la ropa o inclusive el maquillaje, es un gran problema para mi.
¡¿Por qué a nadie se le ocurre fabricar ropa que no sea talle 1?! ¿acaso piensan que todas somos barbie? ¿y por qué la poca ropa que hay en talles grandes no es tan linda como la otra?
No solo es agotador el hecho de ir a comprar y que las cosas que te gusten no te queden, sino que después ves a chicas que tienen puesto eso mismo que vos querías, pero claro no lo tenían en tu talle o te quedaba espantoso.
Después de haberme tapado el grano y acomodado un poco el pelo, busco algo para ponerme en la pila desordenada de ropa que había junto a la cama. Decido usar lo mismo que ayer, no vi a nadie importante y no estaba tan mal. Jean normal y remera negra. Algo clásico, aunque con 31° grados se espera otro tipo de vestimenta, pero como ya dije, no todas nos podemos vestir como queremos.

Salgo de mi habitación y en la cocina me encuentro a una versión de mi adulta y muy arruinada, mirando fijamente el televisor mientras come las sobras de la noche anterior.

- Mamá tengo que irme, vuelvo como en dos horas- le digo tratando de evitar el contacto visual mientras camino a la puerta.

- ¿A dónde vas y con quién?- Su voz áspera me pone la piel de gallina. Me doy vuelta y la observo.

- Al supermercado, con Ramiro, un amigo mío.

- ¿Un chico te invitó a algún lado? ¿A vos?- me mira con incredulidad y finalmente suspira- Bueno, andá- dice finalmente y puedo salir a la vereda tratando de recomponerme después de esa insinuación.
  No iba a costarme tanto, desde que papá se fue, mi mamá me trata como si fuera basura, recordándole día a día que solo soy una molestia.

El auto de Ramiro aparece en menos de cinco minutos y trato de poner una sonrisa. Subo del lado acompañante y lo primero que me dice es "¿por qué estás de pantalón largo y ropa oscura? ¡Es verano!" me limito a fingir una risita y le respondo.

- Pero por suerte yo no siento el calor como otros, ¿además no creés que el negro es mi color? - me río. Lo peor de que te hagan preguntas como esas es el no poder responder sinceramente porque los comentarios que vas a recibir son algo así como: "¡pero que decís si estás bien!" "¿gorda vos? ¡no exageres!" Cuando claramente tenes unos kilos de más pero tus amigos no se animan a decírtelo -

- Te envidio, yo lo estoy sufriendo y estoy sin remera con el aire prendido. A pesar de eso me gusta el verano, no entiendo a los que prefieren el invierno.

- Gracias por ofrecerte para ir comprar, pero no puedo evitar pensar que lo haces para ganarte un favor de Stefi ¿me equivoco? - intento cambiar de tema así mis pensamientos no se van para lados depresivos -

- Si por esa insinuación crees que estoy interesado en ella, me alegra tener que corregirte. No me gustan las rubias.

- Stef no es rubia, es... Castaña- le corrijo-

DestinadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora