Capítulo 23

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Vera

Viernes por la mañana

Estuve toda la semana evitando a Lisandro, eso quiere decir que no fui ningún día al taller después de clases, me quedé en casa de cada una de las chicas diciéndole a mi abuelo que era por un trabajo práctico, no sé que excusa poner esta vez. Y lo peor de todo es que me seguía mandando mensajes pidiéndome perdón, diciendo que no lo esquive y que podíamos hacer como si nada pasara ¿En serio? No podes decirle a una chica algo feo después de su primer beso y mucho menos después querer fingir que nada pasó.

- Stef ¿Qué haces después del cole?- la miro pestañeando rápidamente y poniendo mi mejor cara de inocencia.

- Ah no- me hace señas con sus dedos- ni creas que te vas a salir con la tuya otra vez.

- ¿De qué estas hablando? - me levanta una ceja en ironía - A mi no me hagas eso con tu ceja - entrecierro los ojos indignada mientras noto como sonríe graciosa.

- Me refiero a que estuviste evitando al pobre chico toda la semana. - Me cruzo de brazos y doy vuelta la cara.

- No tengo ni idea de lo que estás queriendo decir.

- Vera, soy tu mejor amiga, me doy cuenta de lo que intentas hacer - pienso por un momento en cómo pudo haberlo notado y ella habla nuevamente - Además leí los mensajes. - confiesa y volteo a verla nuevamente.

- ¿Y? Eso no significa nada.

- Significa que sí, se equivocó. Pero dejá que arregle las cosas.

- ¿Sabes cómo quiere "arreglarlas"? - me mira con curiosidad y le muestro su ultimo mensaje. No parece muy enojada.

- Quizás él no esté tan errado. Pensalo Ve, es más grande, trabaja y tiene cientos de responsabilidades que ni debemos imaginar. No creo que quieras involucrarte con alguien que apenas te daría atención. Y ni mencionemos el hecho de lo único que les importa a los chicos de ahora - Cuando toca ese tema yo me avergüenzo, no quiero mirarla. Stef sabe como soy y cómo me pongo cuando de eso se trata - y vos...

- Ya entendí. - Ninguna vuelve a hablar y comprendo que tengo que enfrentar la situación sola.

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Cuando mi abuelo estaciona en el taller ya puedo ver a Lisandro en la misma posición de todos los días, con la cabeza hacia abajo concentrado en el motor de otro auto que parece de los años sesenta.
Respiro profundamente tratando de tranquilizarme, pensando en qué voy a hacer, qué voy a decir y después bajo del auto. Tengo en mi mente todavía sus crueles palabras, pero a la vez pienso que no puedo castigarlo toda la vida por eso, no lo merece.

- Hola- Le digo pasando a su lado y dejándololo atrás. Puedo notar como levanta la cabeza. Decido sentarme en la misma silla de todos los días e ignorarlo.

Mi abuelo se sienta enfrente mio leyendo un diario y noto como el chico rubio que tantio me inquieta, desde el otro lado se pone un tanto nervioso pero continúa con su trabajo. Sin embargo noto que cada medio minuto me mira de reojo, probablemente preguntándose que decirme.
Unos diez minutos más tarde, es hora de cerrar. Mi abuelo se levanta y con la ayuda de Lisandro cierran todo, pero antes de irnos, el primero se dirige al baño. Es entonces cuando por fin el rubio se concentra en mí.

- Tenemos que hablar. - Se acerca rápido.

- ¿Hablar? No creo que sea necesario- le contesto indiferente y sin mirarlo.

- Si lo es, no te vi en toda la semana y estoy seguro de que no fue casualidad- entonces cuando tardo unos segundos en responder, vuelve a aparecer mi abuelo no entendiendo mucho la situación.

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