Capítulo 27

52 9 7
                                    

Olivia

Mi situación después de un mes no cambió mucho, Ignacio es un estúpido, eso ya lo sé y no pienso volver con él bajo ningún término, pero tampoco puedo despegarme de al lado suyo después de tanto tiempo de noviazgo. Mis amigas todavía no lo saben y es por una cuestión de vergüenza, se lo que pensarían si se llegaran a enterar que estoy jugueteando con él y al mismo tiempo con Ramiro.

Ramiro es un amigo realmente increíble, pero demasiado dulce para mí. Siento que no me recupero del todo como para estar en una relación con alguien, y mucho menos con él que es tan tierno. Quiero decir, en otro momento de mi vida me habría enamorado perdidamente de su caballerosidad, su sentido del humor y su risa, pero acaban de romperme el corazón y si alguien me entrega el suyo probablemente haría lo mismo y él no lo merece.

Todas las mañanas vamos juntos a la escuela y nos la pasamos hablando, no miento cuando digo que se convirtió en mi mejor amigo, pero no sé si ese término es adecuado para definir a alguien con quien te acostas de vez en cuando...

Últimamente me está gustando más el sexo con él que con mi ex. Y es peligroso y tan lindo a la vez, porque cada vez que estoy con Nacho, todo se basa en su placer, siempre es él quien realmente lo disfruta plenamente, yo no quedo del todo satisfecha. En cambio Ramiro está pendiente de mi comodidad, hablando sexualmente siempre prueba cosas nuevas y yo quedo exhausta. Complacida.

En fin, ya sé que todas estas cosas son indicios de que debería terminar todo tipo de relación con Nacho y estar finalmente con Ramiro, pero juro que no es tan fácil, no quiero tener que estar con nadie en algo serio, me gusta la idea de descontrolarme y salir a donde quiera sin que alguien me haga un reproche.
Hablando de salidas, hace muchísimo que no tengo una noche en la que pudiera hacer lo que quiera.

- Olivia ¿podes dejar de andar por la casa en bolas?- Un día voy a venir con uno de mis amigos y no vas a pasar un buen momento- Me dice enojado Lucas desde el sillón.

- No estoy en bolas- Abro la heladera buscando algo para comer- Se llama corpiño y si no fuera por mí, no verías uno nunca en tu vida.

- ¿Estás diciendo que nunca vi a una chica desnuda?- Se sienta observándome con los mismos ojos verdes que yo. Seríamos iguales si él fuera pelirrojo.

- Solo digo lo que digo, vos podes interpretarlo como quieras- Sonrío tomando el jugo de la botella.- ¿Mamá y papá?- suena el timbre.

- Deben ser ellos- Se levanta para abrir la puerta cuando comienzo a hacerle gestos desesperadamente.

- Pará Lucas, estoy en bolas- Termino escondiéndome detrás de la barra desayunadora y él se ríe mientras se escucha la puerta abriéndose.

- Hola- Es la voz de Ramiro- ¿Está Oli?

- No sé, déjame ver- Se escucha como mi estúpido hermano lo dice con gracia y luego grita mi nombre llamándome como si no supiera donde estoy.

Inocentemente me voy levantando despacio dejando a la vista sólo mi cabeza y sonrío como si fuera una nena de siete años que rompió algo y no quiere ser castigada.

- Hola- Le digo y él está muy confundido.

- ¿Qué haces escondida ahí atrás?

- Estoy buscando el anillo con mis iniciales

- ¿Te ayudo?- Avanza.

- ¡NO!- Le grito y mi hermano pasa a mi lado tirándome al piso y dejandome a la vista completa de Rama.

- Permiso.- Ramiro me observa en el piso y reprime una risa divertida, pero me tiende la mano ayudando a levantarme.

- Te vine a traer estas galletitas que hizo mi mamá en la mañana- Me da un plato con unas galletas enormes con chispas de chocolate- Ella insistió en que te las traiga y me había olvidado.- Lucas nuevamente pasa a nuestro lado y toma una descaradamente.

DestinadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora