Capítulo 30

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Malena

- Male sentate que te preparo el desayuno- me dice mi mamá desde la pileta de la cocina. Hago lo que me dice y miro el reloj, son las diez de la mañana y no tuvimos clases por ausencia de ambos profesores.- ¿qué vas a hacer hoy?

- El trabajo no se suspendió, supongo que ir a entrenar un rato y puedo ayudarte con la limpieza.

- No te hagas problema, sabes que acá todo siempre está en orden. Pero estaba pensando que podrías acompañarme a llevar a Francisco al colegio y sacar a pasear a Lola y Calu.

- Si, no es mala idea. Calu ya tiene sus vacunas, le hace falta salir un rato- le digo tomando un sorbo del jugo de naranja que depositó frente a mi.-

- Ese chico Joaquín...- me guiña el ojo y no puedo evitar enojarme un poco ante su insinuación.

- ¿Qué pasa con él?

- Nada, me gusta para vos. Parece simpático.

- Lo viste apenas una vez y no podes asumir que pasa algo entre nosotros, mamá.

- Sólo te comento Male- se avergüenza un poco y no dice más nada.

- Bueno, para que lo sepas y antes de que pienses cualquier cosa no estoy con él. Sólo me ayudó a cuidar a la perra.

Ambas nos quedamos en silencio, ella incomoda y yo claramente ofendida.
Me molesta que cada vez que mamá me vea con un chico quiera que pase algo, parece que estuviera esperando el día en que me ponga de novia otra vez para que lo presente ¿No puede aceptar que así estoy perfectamente?

- Voy a despertar a Fran- le digo levantándome de la silla disgustada.
Camino hacia la habitación de mi hermano y abro la puerta. Como supuse, todo esta ordenado.
Francisco es un nene de ocho años. Por supuesto que es alborotado, pero se acostumbró tanto a que en esta casa todo está siempre en su lugar, que desde los cinco años ordena sólo su habitación. Aunque claro que mamá la revisa de vez en cuando para ver si necesita estar más limpia, a escondidas porque él no quiere que nadie entre nunca.

- Fran- le digo sacudiéndolo sólo un poco. Se levanta al instante y me observa con los ojos bien azules que sacó de mamá.

- Malenaaaaa, dejame dormir- me gruñe tapándose la cara con su almohada.

- Dale, tenes que prepararte para ir a la escuela. Hoy te llevo yo.- Se sienta en la cama con el pelo rubio despeinado y bosteza.

- Está bien, pero andate de mi pieza. Ahora.- Me empuja hasta la puerta hasta que estoy fuera y río.

Me ofrecí a ayudarlo con su ropa, pero no quiso, así que tuve que esperar sentada en el sillón hasta que estuvo listo y lo llevamos a la escuela. Con la chomba adentro del pantalon, zapatos y mochila carrito. Les puedo asegurar que no hay nada más hermoso que tener un hermano mas chiquito.

Pienso en Mateo, el hermano de Stefania y automáticamente me siento mal, Francisco y él eran los mejores amigos. Y algo de no creer, ella y yo también lo éramos. Íbamos a su casa o ellos a la nuestra, pero siempre inseparables. Al jardín, la escuela, todo juntos.
Nosotras teníamos catorce años y ellos apenas estaban por cumplir los seis cuando Mateo murió. Lo mas triste para mamá, fue decirle que su mejor amigo se había ido de viaje a la luna, y que como era tan hermosa, no quería volver. Pero lo mas difícil para toda la familia era escucharlo todos los días decir que quería subir a la lunas y cortarla para traerlo devuelta.
Yo por mi parte, intenté acompañar a quien en ese momento era como mi hermana. Pero se volvió distante y casi dejamos de hablarnos. Ella hizo más afinidad con Vera porque es como su figura de hermana pequeña a quien necesita cuidar constantemente. Y yo hice lo mismo con Julieta. Ambas somos de las que cuidan, no las que son cuidadas.

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