Observo a mí alrededor, veo la pista, las luces. Escucho los gritos de cientos de personas que han venido a contemplar esto. Pero mi mirada no quiere ver eso, quiero verlo a él y solo a él.
Quiero ver a esa persona con la que emprendí un nuevo camino, la persona por la que comencé a hacer esto que tanto amo, quiero ver a esa persona que me hizo ver mi potencial y me enseñó a confiar en mí mismo. Quiero ver a esa persona que me hizo cambiar, evolucionar, brillar. Quiero ver a esa persona a la cual le debo muchas cosas, porque sin él no hubiera llegado a este lugar.
Veo de nuevo la pista que brilla por las luces que lo iluminan de una manera que te hace sentir atraído por ella. Que te hace desear entrar ahí e interpretar todo lo que sientes por medio del patinaje artístico.
Porque eso es lo que hago, todas aquellas cosas que no puedo decir a voz las digo con mis movimientos, plasmando cada uno de los sentimientos que tengo dentro de mí, sentimientos que van hacia una solo persona.
Avanzo por los pasillos y escucho la voz de Minako pero no hago caso, necesito encontrarlo, necesito verlo.
-Yuri –escucho mi nombre, esa voz tan seductora o alegre cuando quiere, esa voz que con solo escucharla me calma.
Me doy la vuelta y ahí está, tan guapo y espléndido como siempre.
-Victor- susurro su nombre con anhelo, me siento nervioso, angustiado, asustado.
-Te dije que dejaras eso de los nervios –me sonrojo y él se acerca a paso lento, con aquel vaivén tan elegante propio de él.
Entonces cuando está cerca de mí extiende sus brazos y lo único que puedo hacer es ir hacia él y abrazarlo.
Con ese abrazo me siento en paz, con calma. Porque ese abrazo significa muchas cosas. Ese abrazo significa confianza, anhelo, cariño, apoyo, el esfuerzo, los momentos difíciles y buenos, las derrotas y victorias, las peleas y las reconciliaciones, entre otras cosas más. Pero todo eso puede definirse con una sola palabra, AMOR.
Porque ese abrazo es lo que necesito para derrotar mis miedos.
Porque Victor es el causante de mi amor y deseo, el causante de mi egoísmo.
Porque he decidido aferrarme a él y jamás dejarlo ir.