CONFUSIÓN

568 81 15
                                    

¿Donde está? ¿Por que... está todo tan obscuro?

–¿pero que...que me pasó?–la rubia despertó sobandose la cabeza.–donde... estoy?

Abrió poco a poco los ojos, el lugar se le hacía conocido.

–¿por que...estoy en la escuela? ¿¡estoy...estoy en las escaleras?!

Se levantó casi de un salto. Vio que si, estaba efectivamente en las escaleras.

–¿me dormí? ¿que clase de broma es esta?

Se sacudió su pantalón y bajó las escaleras, se fijó que el cielo era totalmente negro, ya era noche.

–¡oh demonios! Ya es tarde! Mamá me va a matar!

Caminó por todo el patio buscando al conserje, pero ni rastro de alguien.

Las lámparas reflejaban la luz blanquizca casi como de color verde.

–¿hay alguien aquí?–gritaba por todo el lugar.–¿alguien que abra la puerta?

Mientras buscaba a alguien, vio la dirección abierta. Su salvación.

Caminó rápido, tocó la puerta y pasó.

–se puede?–dijo mientras asomaba su cabeza.–disculpe...me quedé aquí sin querer y...

–adelante.–Apenas recibió respuesta.

Peridot pasó a la dirección, pero era muy diferente a como la recordaba. Tiene tres sillas como sala de espera y la Secretaria era diferente.

–¿hola?–pasó Peridot por completo a la oficina.–uh... disculpe...señorita...–ve la placa con el nombre.–¿Centempeedle.?

–si?

–uh...creo que...me e quedado dormida y no puedo salir. ¿Me puede abrir la puerta?

–bien.–tecleaba en su máquina de escribir.–¿cuantos años tienes?

–uh...17?

–¿en que semestre vas?

–en quinto.

–Polette Refrain Diamond?

–si.

–bien, toma asiento.

–pero...sólo quiero que abran las puertas.

La señorita sólo sonrió.

Peridot tomó asiento. Pudo ver un poco mejor a la secretaria, una joven de alrededor de unos 20 años, de cabello blanco, morena y de ojos verdes. Pero de su boca y ojos estaba escurriendo un líquido verde espeso.

Peridot se quedó viendo asqueada.

–disculpe...–comentó Peridot.–Tiene algo...–señala sus ojos y boca.– aquí. Es algo raro.

–oh lo siento!–se limpió con la mano la baba.–mis modales.

–claro...–empezó a sentir molestia en el cuello y se empezó a rascar.

–Oh no, no, no. No lo hagas cariñito.

–¿por que?

–solo...no lo hagas.–de su escritorio saca unas hojas.–llenalas por favor.

–pero sólo necesito irme.

–En un rato te vas. Pasa a tu salón y llena esas hojas, las instrucciones se te darán en tu salón.

–de... acuerdo...?–tomó las hojas y salió.

Se dirigió a su salón, habían alumnos en los salones, muy pocos pero ahí estaban.

Walls Covered In BloodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora