PRÁCTICA

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–amatista apurate!

–¿cual es la prisa doridot?

–que...ya no quiero estar así!

–pero es divertido.

–no lo es! esa... ¡horrible cosa estorbosa!

–para mi es entretenida.

–oye! Dejame, es mío.

–jejeje woopsi.!

–amatista!

–de acuerdo, ya te dejo en paz.

–ama...¿amatista? ¡¿amatista?! ¡que asco!

–rápido, conciso y muy higiénico.

–higiénico?! Es asqueroso.

–se llama naturaleza, doti.

–ademas de que odio esto! ¡Estoy pelona!

–ere un siamés! Así debe ser! Además de que no estás del todo pelona.

–En fin apurate! Y...deja de hacer eso!

–lo dejaré de hacer si me alcanzas.

Un par de gatos corrían por la calle. Un gato angora café con ciertos toques de morado y un gato siamés  con un ligero brillo verde en su pelaje negro.

–y recuerdame...¿a donde vamos con tanta velocidad?

–voy con lazuli! Le va a encantar esto.

–vas de nuevo con pitufina? No te conviene, creeme.

–ahora resulta que eres experta en mi crush ¿no?

–no seré experta...Pero sé que no es una chica ideal.

–ya llegamos!–anunció Peridot orgullosa mientras escalaba con dificultad el árbol por el cual tenía acceso.

–no! Espera.–amatista alcanza a Peridot.– eres un gato. La vas a matar de un susto tremendo si llegas y le hablas. Aunque no es mala idea.

–pppfff! Cálmate, vamos! Creo que en su refrigerador ví un poco de lasaña.

–¡ja! ¿¡quien me crees?! ¿¡garfield?!

–mira! Está ahí.–se asoma por la ventana.– ahora es de que...Abra la ventana. Pero...¿¡con quien está?!

–¡buena idea genia! Esperar a que...–ve por la ventana.– espera...¡esa es perla!.–jala a Peridot a un lado de la ventana.–¡vámonos!

–¡no! Espera...–dice molesta.–¿¡que hace esa nariz alzada con Lapis?!

–no lo sé y tampoco me agrada la idea. Mejor vámonos.

Amatista se dió media vuelta y empezó a caminar. Pero al voltear a ver a Peridot, esta ya estaba rasguñando la ventana desesperadamente. Amatista trató de detenerla pero terminó haciendo más alboroto llamando la atención de las jóvenes que estaban dentro de la casa.

–son...Tus ¿gatos?–pregunta perla señalando a los felinos.

Lapis no respondió, sólo se dirigió a la ventana y abrió.

El gato negro se quedó viendo fijamente a la pelíazul, mientras que el esponjado café se erizó al verla.

–detectan malas vibras ¿sabes?–dijo perla acercándose.– vibras pesadas al parecer.

–en realidad...No son míos.–por fin contesta lapis. –son de la tarada de enfrente.

El gato negro agachó las orejas. Y el café seguía sin bajar la guardia.

Walls Covered In BloodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora