[28] Cambio de juguete

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Era un día Martes, solo quedaban un par de días para el fin de semana. Recién había tocado el timbre para dar inicio al receso.

Derek se encontraba de la mano con Astrid, lo cual asqueó y desanimó a Teddy.

—No te preocupes —le dijo Cory— los que tropiezan con la misma piedra más de una vez, no valen la pena.

—Lo sé —suspiró Teddy— es solo que siento que fue mi culpa.

—Oh, la fue —respondió su amigo. El de ojos azules lo miró sorprendido por aquel comentario— solo digo que él fue un idiota al volver con ella, eso era innecesario.

—Tal vez se intenta vengar —comentó.

Llegaron a el roble, donde Brooke ni siquiera le dirigía la mirada a Teddy. Había mucha tensión presente, pero nadie parecía romperla.

—¿Cory? —preguntó Kyle, quién apareció de último en el lugar. Todavía ni se sentaba con el resto del grupo.

—Dime —contestó. No hablaban desde lo ocurrido el sábado. Solo se saludaban, como si nada hubiese pasado.

—Podemos hablar, ¿Solos? —el rubio parecía estar tomando la iniciativa.

Se alejaron lo suficiente, para que ningún curioso lograra escucharlos. Aun que ninguno estaba hablando, solo se miraban incómodos.

—Escucha —dijo el rubio pasándose su mano por el cabello— se que te obligué a responder esa pregunta, y no quiero hacerte sentir presionado. Si no te gusto, solo dímelo.

—No es eso —contestó el castaño con su acento— tu sabes que un ebrio siempre dice la verdad.

—¿Sientes eso? —preguntó.

—Si —murmuró cabizbajo. Parecía demasiado nervioso como para mirarlo directo a los ojos. Su corazón latía fuertemente y sus mejillas estaban coloradas.

—Entonces... ¿Qué sigue? —preguntó Kyle.

El castaño levantó la mirada. Lo admiró por un segundo, cada característica de él y todo lo que le gustaba.

—Esto —contestó Cory besándolo. Por unos segundos, ambos sintieron la gloria, pero el rubio se apartó.

—Estamos en la escuela.

—Tu eres el arriesgado, no seas miedoso ahora. No hay nadie aquí —ambos sonrieron y volvieron a darse un corto beso.

En el roble, el grupo tenía conversaciones simples como la campaña para el baile o sobre películas buenas en Netflix. Teddy se paró inesperadamente.

—¿Adonde vas? —preguntó Darren.

—Debo ir a hablar con Derek.

Desapareció al entrar de nuevo al edificio. No fue difícil encontrarlo, estaba con Astrid y todo su equipo para la campaña. Todos sobornados con dinero.

—Derek —musitó entrando.

—No se permiten otras campañas aquí —dijo Astrid— además, estas interrumpiendo tiempo de novios.

Mis mejores amigos gaysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora