He pasado tanto tiempo sin salir de casa que cuando vuelo sobre Madrid siento ganas de volver en ese preciso momento o llamar a mi madre y decirle: «Mamá, no puedo hacerlo, estoy aterrada, los necesito a mi lado, por favor».
Es una ansiedad que me domina, empiezo a sudar y a temblar al mismo tiempo, mi voz interna se ríe de mí y me dice: «¡das vergüenza, mujer! Tienes treinta y tres años, no eres una niña, es más, estás aquí con un propósito, y ese es ¡vivir la vida!».
Odio que mis tías me pregunten todo el tiempo: «Delhy, ¿y tu novio?». O el típico: «¿cuándo te casas, mija?». Como si fuera tan simple de hallar a un buen candidato hoy en día.
En la hacienda donde nací es difícil encontrar novio, además, en estos últimos años no ha estado entre mis prioridades encontrar un marido, ¡qué digo marido, ni un pretendiente! Con todas las responsabilidades que se viven en casa es casi imposible pensar en algo así. Claro que una observa y se da cuenta de los chicos que están allá afuera, aunque lamentablemente casi todos son muy jóvenes o muy viejos para mí, incluso degenerados, tanto que hasta me produce asco solo notar su presencia.
Toda la vida en nuestra hacienda de Cuernavaca, he estado rodeada de personas amables y trabajadoras, donde el día a día es calmado, corrección, siempre traté de llevar una vida tranquila. Cuando estaba en plena pubertad constantemente estaba rodeada de amigas, decidiendo qué debía hacer: desde tener una tarde en la alberca, invitar a unos amigos a casa y formar una pequeña reunión al estilo escándalo juvenil o solo hacer una pijamada. Era sencillamente fenomenal la adolescencia y las hormonas libertinas.
Por desgracia todo cambió en un abrir y cerrar de ojos, porque ya no soy esa alma alegre y liberal, surgieron responsabilidades que cumplir al ser hija única en casa, como ayudar a mi madre. Mi papá se cayó de un caballo y, tras el accidente, le diagnosticaron paraplejia. Es inaudito cómo cambia la vida en un segundo, sin embargo, él nunca dejó de ser la persona amable y cariñosa que fue toda su vida, siguió siendo un hombre íntegro, justo y trabajador, que a pesar de sus carencias físicas sigue luchando y se dedica a su hacienda todo el tiempo que su estado le permite.
Fue así que por trece años cambié fiestas, amigos y los pocos prospectos de novio que tenía por ayudar más a mi madre, la cual cada día podía verse más cansada. Sin embargo, jamás escuché ningún lamento de su parte ni la vi confundida por adaptarse a ser esposa, madre y enfermera, dedicando todo su amor, energías y tiempo trabajando para sacar adelante a su familia. Nunca se lo he dicho, pero es una mujer fuerte, mi ejemplo a seguir.
Todos nos acostumbramos a la nueva forma de vida, pero cuando cumplí treinta y tres años, creo que miraron atrás y se preguntaron: «¿qué va a ser de la vida de Delhy?».
Así que mírenme ahora, sentada en este avión, tratando de calmarme para decidir: ¿qué será de mí? ¿Seguiré los pasos guiándome con lo que estudié? ¿La mujer de relaciones públicas de alguna empresa, la asesora de una fundación, la representante de un artista, la consultora de imagen de un personaje público o una organizadora de eventos? O tal vez lo más importante: ¿seguiré siendo la mujer íntegra y humilde sin los brazos protectores de sus padres? ¿Continuaré siendo divertida, apasionada y loca? ¿O seré por primera vez aventada? Creo que en lo único que estoy segura es que tengo que ver esta aventura como una oportunidad para encontrarme a mí misma, al fin y al cabo, si algo sale mal, nadie me conoce, y siempre puedo regresar a casa contando sobre mi gran hazaña en Madrid.
Desde el avión puedo ver todos esos edificios contemporáneos, no son muy diferentes a los de la ciudad de México. No obstante, Cuernavaca es una ciudad más pequeña, pacífica, colonial y modesta, en donde casi todos nos conocemos. Me percato de que no es solamente cobardía lo que estoy sintiendo en este momento, sino ansiedad a lo desconocido, pues esta va a ser mi nueva vida, una en la cual voy a poder vivir a mi manera, sin sentirme juzgada, y para ello cuento con el capital de mis padres.
Necesito una vida propia, la cual según mi madre me merezco por haber dedicado tanto tiempo a mi familia; todavía recuerdo sus palabras: «¡tienes que vivir tu vida, Delhy! No puedes estar desperdiciando tus años en esta hacienda. Tu papá y yo somos fuertes, queremos lo mejor para ti. Hemos sido muy egoístas todo este tiempo por no dejarte seguir tu camino. Solo queremos que seas feliz, y aquí no encontrarás tu felicidad».
Así que eso es lo que voy a hacer, voy a comenzar a escribir mi propia historia.
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Qué Será De Mí
RomanceÉl era mi destino, era quien me mantenía a flote en este camino incierto. Diseño de portada: @HKramer L. RODRIGUEZ