M
i alarma no sonó.
—¡Chingüetas! —maldigo.
Me levanto desorientada, me siento en medio de la cama y volteo para todos lados; mi cuarto tiene mucha luz, eso me confirma que no estoy en mi habitación, aquí está todo oscuro, además hace mucho frío, y yo solo tengo puesta mi pijama de seda con la que me fui a la cama. No sé dónde estoy, sigo inspeccionando y comienza a entrarme algo de pánico; palpo la cama, es un colchón suave, pero no hay colchas a mi alrededor, solamente una pequeña almohada, y mis dientes tiritan.
—¡Dios, por favor, que todo esto solo sea una pesadilla! —expreso desorientada sin entender lo que sucede.
Me dan ganas de llorar. Si no supiera que puedo ver, en este preciso momento juraría que estoy ciega, pues no logro enfocarme. Bajo los pies con cuidado y, al momento que los pongo en el piso, con mi peso empieza a rechinar la fría madera. No hay ni un sonido, aparte del molesto crujir de las tablas al caminar. Muevo las manos a mis costados, tratando de sentir lo que tengo enfrente, al igual que los pies, que los uso para no tropezar o dar un mal paso y terminar en el suelo.
Mi cuerpo se siente magullado, como si fuera el primer día después de hacer ejercicio. Sigo tratando de investigar en qué lugar me encuentro o qué es lo que tengo a mi alrededor. Doy unos cuantos pasos y llego hasta una pared, que voy recorriendo lentamente sin separarme del frío muro. Toco algún que otro cuadro, hasta que llego al marco de una ventana; trato de abrirla, pero está sellada, compruebo varias veces y nada, no se puede abrir. Golpeo
con fuerza el cristal y no hay respuesta, comienza a entrarme un pavor incontrolable.
Estoy empezando a tener dificultad para respirar, así que me deslizo con la espalda pegada a la pared y me siento lentamente en el piso. Me quedo en cuclillas, abrazo mis piernas y mis sollozos inundan la habitación. No sé quién me trajo hasta aquí, pero recuerdo perfectamente que me quedé dormida en los brazos de Santiago. Trato de mantenerme cuerda, para ordenar poco a poco mis pensamientos, necesito recordar cómo terminé en este espeluznante lugar.
Las imágenes aparecen en mi cabeza, recuerdo que por fin después de dos días devastadores, sin entender lo que pasaba con nuestra relación, hablé con él en mi habitación. Necesitaba procesar un montón de información que me soltó de buenas a primeras, sin lógica, ni mucho menos sentido; pero qué sé yo de un montón de millonarios aburridos teniendo todo a su merced, sin saber qué hacer con tanto dinero.
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Qué Será De Mí
RomanceÉl era mi destino, era quien me mantenía a flote en este camino incierto. Diseño de portada: @HKramer L. RODRIGUEZ