Capítulo 13

2.4K 138 64
                                    





¡Dios mío, este hombre va a terminar conmigo! Se encuentra pegado a mi espalda; su miembro todavía palpita dentro de mí.


Me quedé dormida después de hacer el amor por primera vez y solo recuerdo despertar mientras me devoraba una boca hambrienta y unos suculentos labios suaves. ¡Virgen santa, pero qué hombre! ¡Oh, Dios bendito! Tengo que dejar de usar el nombre de Dios en vano, ¡soy una pecadora!


—¿Te quedaste dormida? —Me susurra Santiago al oído—. ¿Ey, dormilona, sigues ahí?


Siento que retira su miembro de mis entrañas. Noto como se gira para quedar sentado, escucho que tira algo a la papelera y quiero pensar que fue el condón. «¡Van dos, Delhy! ¡Qué irresponsable eres!». Me regaño a mí misma.


Me armo de valor, tomo la sábana para taparme y, en vez de contestar, me giro para verlo. Se encuentra parado frente a la cama, mostrando todo su escultural y magnífico cuerpo, perfectamente trabajado. Su cabello está como siempre, sensualmente revuelto, aunque su estilo es muy pulcro y profesional, ahora que acabamos de tener sexo se mira aún más apetecible y atractivo. ¡Me encanta! Es tan varonil con su personalidad despreocupada, esa que te inspira a sumergirte en él sin salvavidas.


Su piel bronceada provoca a cualquiera a querer tocarlo. Sus brazos y bíceps están bien definidos y, hablando por mi experiencia personal, son muy fuertes, tanto que me hacen sentir mucho más ágil y ligera.


Cuando me encuentro envuelta entre sus brazos, con toda esa resistencia que posee, me siento más pequeña de lo que ya soy. El sentimiento que me trasmite es algo que no puedo describir, su pecho es tan ancho y tiene ese ligero bello que lo hace aún más


arrebatador. Todo su cuerpo es firme y marcado, como si una ambiciosa diosa griega lo hubiera tallado a mano para quedarse con él, como su propiedad, para saciar sus más oscuros deseos sexuales. Lo puedo observar con detenimiento gracias a que la lámpara del buró se encuentra prendida. Veo su abdomen trazado, junto a esos seis cuadritos que lo decoran; me encantaría acariciarlos uno a uno de nuevo. Mi respiración se dispara al percatarme de su candente v tan sensual y su imponente semi erección de lado me perturba. Para terminar con la inspección de este magnífico semental masculino, que en este momento se postra ante mí, recorro descaradamente con los ojos sus tonificadas y larguísimas piernas.

—Vuelve a mí... si no pensaré que solo estás conmigo por mi cuerpo. —Su voz divertida me despierta de mi trance.

—Perdón —digo, y empiezo a sentir donde el rubor invade mi rostro.

Santiago corta la distancia y se sube a la cama, se acomoda junto a mí, recargándose en el respaldo.

—Ven aquí —ordena, a la vez que golpea lentamente sus piernas, indicando que me acomode en ellas.

Obediente, me levanto bien envuelta en la sábana. Me acurruco con él mientras me abraza, dejando mi cabeza acomodarse en el hueco de su cuello, mi lugar preferido de hoy en adelante.

—¿Tienes hambre?

Cuando estoy a punto de responder, comienza a timbrar su celular. Como me tiene entre sus brazos, soy yo la que me estiro, tomo el aparato del buró y leo en la pantalla "Mamá". Se lo doy y contesta.

Qué Será De MíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora