—Hola, mi senador sexy —saludo al bello hombre que tengo frente a mí.
Santiago suelta una resonante carcajada.
—¡Caramba! Primera vez en la vida que alguien me llama de esa manera.
—Siempre hay una primera vez para todo. Aparte, necesitaba encontrarte un apodo apropiado para hacerte mimos.
—Ajam, ¿entonces piensas que soy sexy? —Me sonríe.
Lo golpeo en el brazo.
—¡Oh, no! Mi error, mira a quién acabo de encontrar aquí, al señor narcisista de toda la vida. Veo que alimento tu ego.
—¡Jamás!
—Pues déjame decirte que eso no lo opina tu clóset —contesto, conteniendo la risa.
—A ver, mi señorita detective, ¿qué dice ese guardarropa desalmado sobre mi persona?
—Que eres el hombre más ordenado, impredecible, controlador, dominante, impecable, pulcro, sensual, sexy... —Todo esto se lo voy nombrando contando con mis dedos cada atributo, mientras voy pensando en más adjetivos para describirlo, pues se me están terminando los que tengo en mi lista mental.
—¿Me está adulando, señorita Lugo? Porque me estoy perdiendo un poco y estoy a punto de ponerme rojo —comenta bromeando.
—Depende, ¿habrá recompensa, señor senador?
—¡Pequeña descarada! —Se acerca a mí y comienza a besarme juguetonamente.
Nos entretenemos con besos divertidos, arrumacos, cosquillas y uno que otro toque fugaz penetrando desde mi piel hasta lo más profundo de mis entrañas. Sus labios son mi perdición, son una herramienta letal para desarmarme, son capaces de transmitirme reacciones emocionales indescriptibles y transportarme desde el cielo directo al maldito infierno envuelto de seducción, como la más dulce de las perdiciones, derramando desenfreno. Siempre nuestros encuentros se intensifican y perdemos la noción del tiempo, sin saber dónde nos encontramos, hasta que escucho a alguien aclararse la voz.
—Les prometo que no los quiero interrumpir... pero soy una envidiosa; además ustedes dos provocan una necesidad a los que se encuentran alrededor de ustedes. ¡No sean descarados, tíos! ¡No pueden ir por ahí antojando a los presentes con sus muestras de cariño mutuo!
—Hola, Luz. Encantado de volverte a ver... —Mi hombre, personalizado en sarcasmo, le saluda.
—Hola, Santiago. Gracias por la invitación, tienes una casa bellísima.
—A tu entera disposición —expresa mirándome a mí—. Chicas, ¿les parece si las invito a cenar?
—Cenar... —Volteo a verlo consternada—. ¿Fuera?
¡Maldita sea! Lo que me preparó Luz para ponerme no es para salir a cenar, mucho menos a los lugares elegantes que seguramente frecuenta mi Santi.
—Claro, ¿o tienes algún inconveniente, pequeña?
—Pensé que cenaríamos aquí y después nos llevarías a casa. La ropa que me trajo Luz no es para salir.
—¿Eso quieres? —pregunta serio, un tanto decepcionado.
—Sí, creo que es lo mejor. Aparte, necesito bañarme.
Luz solo observa nuestra conversación, por lo cual Santiago se levanta, me ayuda a ponerme de pie y me dice:
—Prepara el baño, pequeña, en un momento estoy contigo. —Acomoda un mechón de mi pelo húmedo atrás de mi oreja y me da un beso en los labios—. Llevaré a Luz a un lugar que sé que le va a encantar. —Luego voltea hacia mi amiga—. Luz, te prometo que mi intención no era ponerte a cocinar, pero Delhy me ha obligado a cambiar el plan por completo. De verdad, nunca he sido irrespetuoso con mis visitas hasta el día de hoy, pero necesito dejarte entretenida por un buen rato, mientras me encargo de mi mujer, la cual ha estado separada de mí por todo un terrible y largo día. Por lo tanto, creo que el único lugar donde no nos extrañarás es en la cocina.
![](https://img.wattpad.com/cover/89962870-288-k550763.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Qué Será De Mí
RomansaÉl era mi destino, era quien me mantenía a flote en este camino incierto. Diseño de portada: @HKramer L. RODRIGUEZ