Rival Inmortal. (Duología Inmortal)

Capítulo 8. (Alas quemadas)

Isabella.

- Vamos – me dijo Damien.

Me tomó de la mano y entramos a la gran casa, había muchas gárgolas adentro, y fotos en grande de hombres en capas, era hermoso y terrorífico a la vez, Damien subió las escaleras, yo lo seguí. Entramos a una habitación, grande. Había una gran cama y un sofá, no había más nada.

- ¿Por qué no hay más nada? – pregunté curiosa mirando alguna ventana o algo. No había nada.

- Es mi habitación, no necesito nada. Casi nunca duermo – dijo.

- ¿Podrías aparecer medicina? – pregunté.

Asintió.

- Aunque tú también puedes hacerlo – dijo en un susurro.

No hice caso a su comentario, quería curarlo. Él me tendió una caja de primeros auxilios, la tomé.

- Acuéstate. – Dije.

Él hizo lo que le pedí, con unas tijeras retiré por completo su camisa negra, hice una mueca al ver los cortes que Caleb le había proporcionado, esto necesitaría puntos.

- Esto necesita puntos – dije.

Él hizo aparecer lo necesario para que yo se los cogiera, primero desinfecté la herida, él se retorcía un poco con el ardor del alcohol, pero no decía nada, solo me miraba.

Sentí dolor, quisiera poder curar a Caleb también, una lagrima corrió por mi rostro, la limpié rápidamente. Cuando limpié su herida, empecé a tomar los puntos que necesitaba, él no se movía. Sé que dolía, no le había puesto anestesia, pero él no se quejaba.

Cuando terminé con sus heridas lo miré, me acerqué a su rostro y pasé un dedo por su mejilla, él cerró sus ojos.

- Tienes el rostro hinchado – dije.

- Tu padre es un buen golpeador – dijo.

Sonreí.

- ¿Por qué mataste al padre de Caleb? – pregunté.

- Él quería herirte, no quería matarlo, sabía que rompería una regla. Le dije que se fuera, pero no hizo caso. Era eso o que te hiciera daño. Y nunca dejaré que algo malo te suceda – dijo.

- ¿Qué te hicieron? – pregunté.

Él cerró los ojos, se levantó y de repente alas negras brotaron de su espalda, eran realmente hermosas, grandes e imponentes.

- ¿No notas algo raro? – preguntó.

Las miré detenidamente, en ambas alas al final había un color distinto era un negro quemado, arrugué el rostro. Levante la vista ubicando más cosas y justo donde empiezan sus alas había unas cortaduras, dos marcas y un poco de carne quemada.