Rival Inmortal. (Duología Inmortal)

Capítulo 3. (Beso)

Isabella.

Caleb había desaparecido, Damien me miraba un poco dolido, camine hasta donde él, papá estaba alerta.

- Damien, es mejor que te vayas – le dije triste.

Se veía su aura cambiar de rojo a negro, necesitaba abrazarlo, me dolía mucho verlo así, lo rodeé con mis brazos, él inhaló mi aroma y empezó a tranquilizarse. Me dio un beso en la frente y desapareció.

- ¿Dónde está Caleb? – le pregunté a mi mamá.

- Deberías dejarlo que piense un rato – dijo Angélica poniéndose a mi lado.

- ¿Desde cuándo lo conoces? – preguntó mamá.

- Desde pequeños, él siempre estuvo ahí – dijo papá

- ¿Cómo lo sabes? – le preguntó mamá

- Me dejo ver a través de él – dijo papá suspirando – voy por Cal – dijo y desapareció.

- Esto se está saliendo de control – dije

Caleb.

Estaba en mi habitación en la academia de los padres de Isis, me tiré en mi cama y enterré mi rostro en la almohada, grité, estaba enojado. ¿Por qué tenía que gustarle ese idiota? maldita sea, ¿otra vez Caleb?

Sentí como la cama se hundió, no me giré.

- Sabes que esto pasaría – dijo Dan.

- ¿Por qué lo soltaste? ¿acaso es más importante que yo? – le pregunté enojado. Me giré y me senté. 

- No tenía la intención de soltarlo, pero él me dejo ver sus recuerdos y ellos se conocen desde pequeños, él ha asistido a cada cumpleaños de ella, no la ha lastimado. ¿Qué podía hacer? – preguntó.

- Estar de mi lado – dije- yo también he estado para ella, ¡cada día! ¡cada cumpleaños! ¡siempre Daniel! – me estaba quebrando por dentro.

Daniel se acercó y me abrazó, traté de zafarme. No quería su abrazo. Pero terminé derrumbándome. Empecé a llorar como un niño pequeño, Daniel me aguantaba.

- Lo se Caleb, lo sé. Pero no podía herirlo, Isabella lo quiere – dijo él en voz baja.

Me separé y le di un puño a la pared. Mi mano empezó a sangrar.

- Caleb M'clow, te vuelves a herir y veras a ver lo que hago – escuché la voz enojada de Isis.

- ¿¡Pero qué quieres que haga!? ¡dime! a ella le gusta ese imbécil, no puedo tocar a ese imbécil porque es la muerte, ¡dime! ¿otra vez? ¿otra vez perderé a alguien que amo? – dije con voz entrecortada. – No es justo – dije.