Capítulo 2

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Ahora comprendo por qué no había personas en la calle cuando salí de aquel hospital, pero lo de ir a un instituto no creo que sea una buena idea. Si no me equivoco, deberían estar buscándome, ya que huí de dicho lugar, y no tardarán nada en hacerlo.

—Bien, Betania, puedes quedarte aquí el tiempo que quieras o el que necesites. Vivo sola y para mí no sería ninguna molestia que te quedaras para hacerme compañía y ayudarme con algunas cosas en mi casa.

—Está bien. Pero si descubren que estoy aquí, me llevarán a la fuerza junto a los demás que tienen en ese instituto.

—No te preocupes, puedo visitarte cuando quiera. No prohíben que los estudiantes tengan visitas —dijo con una leve sonrisa.

—Ah, qué bien. Pero... Tengo una pequeña duda.

—¿Sí?

—¿Por qué tienen a todos los adolescentes allí?

—Desde que los Walker empezaron a dominar este país, emitieron un decreto que dice: "Todos los jóvenes a partir de los 16 años deberán estar internos en ese instituto, y en caso de que los padres se nieguen a llevar a sus hijos allá, se los llevarían a la fuerza."

—¿¡Qué!? ¿¡A la fuerza? —dije asombrada.

—Sí, son órdenes de ellos y si alguien descubre que estás aquí, no dudarán en venir a buscarte y llevarte a ese lugar.

—Entiendo —asentí levemente.

—A mí tampoco me gustaría la idea de que te lleven al instituto. Hay algo en ti que hizo que me encariñara contigo desde un principio. Aunque apenas nos conocemos...No pude evitar sonrojarme ante tal afecto que la mujer demostraba hacia mí. Confieso que yo tampoco quiero apartarme de ella, porque me da un cariño que siento que nunca había recibido a pesar de mi falta de memoria.

—¿Y usted tuvo más hijos? —pregunté con cara de duda.

—Hmm... sí. Una hija, pero cuando la tuve, me la quitaron muy pequeña. Apenas la recuerdo —dijo la mujer con un nudo en la garganta.

—Ay, lo siento... no debí preguntar eso —le dije apenada.

—No te preocupes, eso no es nada. Aún mantengo la esperanza de un día encontrarla. Sé que está con vida, y para el día de hoy exactamente sería su cumpleaños número 16.

—Lo siento... —noté en sus ojos una tristeza que de repente me hizo un nudo en la garganta. Sentí cómo mis lágrimas querían salir.

—Daría lo que fuera por encontrarla y darle el cariño que le hizo falta todos estos años. La señora Annie se ve que ha sufrido mucho por la pérdida de su hija. En cambio, yo sigo sin memoria, lo que más me aflige en este momento, y siento la necesidad de querer ayudarla a no perder la esperanza de encontrar a su hija perdida.

...

Llevo varios días en su casa y la veo con el rostro un poco más radiante que el día en que me encontró en aquella calle. Cansada y desorientada tras huir de un hospital, acabando de despertar de un coma que duró aproximadamente un año, ella me ha ayudado a recordar los nombres de algunos objetos y demás cosas, como leer y escribir.

Me encuentro afuera de la casa, pensando en lo que pudo haber sido mi vida antes de aquel accidente, mientras tomo un té de manzanilla preparado por Annie. No creo que mis padres no se hayan dignado a buscarme. No es que quiera irme de la casa de la señora Annie, pero tengo cierta curiosidad. Cada día que pasa, ella me trata con más cariño y olvido por un momento a "mis padres". Me siento muy cómoda aquí en su casa, pero creo que no es correcto que me quede en este lugar con ella. Sé que necesita a alguien que la acompañe, pero mi estadía no durará mucho y eso lo presiento.

—¡Betania! ¿Dónde estás?

—Es la señora Annie. Qué extraño que me llame de esa forma, pensé en mis adentros.

—¡Aquí estoy! —respondí.

—Betania, ya saben que estás aquí conmigo y si no te llevo al instituto, vendrán a buscarte —dijo la mujer con un gesto de tristeza.

—Pero ¿cómo se enteraron...? —balbuceé.

—No lo sé... creo que alguien vio cuando te traje conmigo a mi casa hace algunos días o no sé cómo, pero vendrán por ti.

—¡Ay no! ¡No puede ser! — Exprese con pánico. Mientras sentía un nudo en mi garganta, no podía creer que apenas iba a tener prácticamente un hogar y de repente tendría que irme a un sitio del que no tengo la menor idea de cómo me tratarán y si en ese lugar me pueden tratar bien.

—Sí, créeme que no me gusta para nada la idea de que te alejen de mí.

—Pero tampoco quiero que me lleven a la fuerza. Podrían hacerme daño si intentan llevarme a la fuerza —dije preocupada.

De repente, ambas miramos hacia la puerta y escuchamos que la estaban tocando. Ambas nos miramos a la cara y seguimos escuchando lo que aparentemente eran los guardias de los Walker. Venían a buscarme para llevarme al instituto.

—Señora Brown, tenemos órdenes de llevarnos a la chica —dijo uno de los guardias detrás de la puerta con una voz firme.

Annie abrió la puerta y en cuanto la abrió, intentaron llevarse a Betania a la fuerza. Betania gritaba que la soltaran mientras pataleaba. Annie solo vio cómo se la llevaban, de inmediato sintió un nudo en la garganta al ver la cara de Betania llena de desesperación al no poder hacer nada para que la dejaran a su lado. Annie se hundió en una profunda tristeza.

Desde que vio con sus propios ojos cómo los guardias se llevaban a Betania, sabía que Betania estaba en peligro bajo las manos de los Walker, quienes le harían un sin número de preguntas sobre su huida de aquel hospital, ya que se supone que debían saberlo. A Annie solo le preocupaba que la pudieran meter en problemas por haber escondido a Betania en su casa y no haber dicho nada o informado que estaba con ella, pero no tenía cabeza para pensar en eso.

***

Ahora Betania se encuentra severamente asustada por lo que le pueden hacer cuando llegue al Instituto. Ella miraba a su alrededor en la camioneta donde iba en la parte trasera y observaba a más chicos y chicas de su edad. Betania quería hablar con alguno de ellos, pero estaban siendo vigilados por dos guardias que iban con ellos por si decidían escapar, ya que no aceptaban que hablaran o se comunicaran entre ellos.

—¡Hey, tú! ¡Deja de llorar! —le dijo uno de los guardias a una chica que no dejaba de sollozar mientras llegábamos al lugar. Yo solo observo a los demás chicos a mi alrededor y noté que no tenían buenas caras. Todos tenían caras de preocupación y miedo a la vez. Eso me hacía sentir un poco incómoda. Admito que siento un hueco enorme en mi estómago, ya que llevamos tres horas de camino sin detenernos y noté que no solo yo tenía esa sensación...Mi brazo izquierdo me había empezado a doler por la forma brusca en la que me subieron al vehículo y me lastimé un poco. 

Los Secretos de Betania [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora