Capítulo 9

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Desperté en una habitación luminosa sin tener idea de dónde estaba ni cómo había llegado allí. No recordaba nada. Tenía puesta una bata de hospital de color azul y sentía un horrible dolor de cabeza. Miré hacia la puerta y vi que entraron dos personas. Intenté levantarme un poco, pero no tenía idea de quiénes eran o no los recordaba.

-Hola, cariño. ¿Cómo estás? -Saludó amablemente una mujer de pelo largo y ojos grises.

-Qué bueno que hayas despertado -dijo el hombre con una sonrisa en el rostro. Con un fuerte dolor de cabeza, apenas pude pronunciar unas palabras, las cuales ellos no entendieron. Se pararon al lado de la camilla, mirándome a ambos con una extraña sonrisa.

-Betania, ¿ya te sientes bien? -preguntó la mujer acariciando mi cabello.

-Sandra, dejemos que nuestra hija descanse -dijo el hombre abrazando a la mujer, que al parecer era su esposa.

Admito que me sentía confundida. No recordaba nada y no tenía ni la menor idea de lo que había sucedido realmente. ¿Cómo era posible que no recordara a mis padres?

-No recuerdo nada...

-Tranquila, cariño -dijo la mujer con voz suave.

-¿Ustedes son mis padres? -pregunté.

-Betania, somos tus padres. ¿No lo recuerdas? -dijo el hombre.

-No. No los recuerdo.

-Tuviste un accidente ayer, cariño -volvió a decir la mujer.

-Betania... ¿Qué pasa? -preguntó el hombre de unos 45 años.

-¡No recuerdo nada! -exclamé con la respiración agitada y lágrimas de desesperación mojando mis mejillas.

-Cálmate, ya pasará -dijo la mujer acercando mi cabeza a su pecho para acariciar mi cabello de nuevo.

-No recuerdo nada... -susurré.

La mujer me dio un beso en la frente y luego se puso de pie. Antes de salir, abrieron la puerta y se despidieron, dejándome allí con una enorme confusión. Además del dolor de cabeza que me dificultaba recordar, ¿cómo era posible que no pudiera recordar nada? ¿Qué me había sucedido? ¿Por qué no me dieron una explicación? Eran tantas preguntas que solo me hacían querer salir corriendo de ese lugar. La puerta se abrió de nuevo, esta vez era una mujer con un traje blanco, una enfermera.

-¿Estás mejor? -preguntó.

-Solo tengo un fuerte dolor de cabeza -respondí soltando un quejido.

-Ah, solo te daré este calmante -dijo mientras me pasaba una pastilla y un vaso con agua. Metí la pastilla en mi boca y bebí rápidamente el agua.

-Pero siento que hay algo extraño en mí.

-Hum... ¿qué cosa? -preguntó frunciendo el ceño.

-No recuerdo nada... -dije con tristeza.

Noté cómo hizo un gesto extraño, como si ya supiera lo que me pasaba.

-Ah, qué mal, cariño. Es que tuviste una caída y te golpeaste la cabeza, quedando inconsciente. Si te miras en un espejo, notarás que tienes una pequeña marca en la frente.

-¿Qué? ¿Cómo? -Lo siento, estás padeciendo de amnesia.

-¿Qué es eso? -Falta de memoria o recuerdos, descuida es normal pasaste por algo muy fuerte, ya volverás a la normalidad pronto.

-Está bien -dije con un hilo de voz. Me sentía terrible, quería llorar o algo así, solo sabía que me sentía mal, solo de pensar que no tenía recuerdos ni nada, sentía un nudo en la garganta. La enfermera salió de la habitación, y yo me quedé de pie frente a la ventana con un extraño sentimiento al ver el paisaje afuera. Tenía unas ganas inmensas de salir corriendo de allí. De repente, empecé a sollozar silenciosamente, sintiendo mis ojos húmedos y un par lagrimas saliendo de ellos. Mi mente estaba en blanco y apenas podía escuchar mi subconsciente, pero aun así me sentía horrible. Salí de mi pensamiento cuando tocaron la puerta y posteriormente la abrieron. Me volví para ver que mis padres entraban.

-Betania, ya es hora de salir de este hospital e irnos a casa -dijo el señor.

-¿A... casa? -dije con el semblante triste pero con un sentimiento más alentador al saber que saldría de aquel lugar.

-Sí, cariño.

Los Secretos de Betania [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora