Durante toda mi vida, trabajé para sostener los bienes de mi familia. Nunca supe lo que era amar hasta que conocí a Sandra, aquella mujer de hermosos ojos y asombroso cabello. Tenía una actitud regia y eso era lo que más me gustaba de ella. Fue una mujer excelente y nunca me arrepentí de haberla conocido, ya que tenía buen carácter en su trabajo y, sobre todo, era inteligente.
La vida me enseñó que no siempre todo está en perfecto orden. A mis casi 65 años de edad, lo pude entender...
Tras la pérdida de mi primer y único hijo, sentí que el mundo se había derrumbado sobre mí, y Sandra ya no era la misma. Se había convertido en una mujer fría y distante.
Con mi pequeña Betania, desde que llegó a mi vida, supe de inmediato que nada era lo que parecía. Desde que la saqué de aquel orfanato, me empecé a encariñar con ella como si fuera de mi propia sangre. Tantas emociones vividas y experiencias me hicieron volver a sentirme vivo, como si ella fuera lo que le faltaba a mi vida.
Su pérdida de memoria fue algo que me lastimaba constantemente. El hecho de ser un extraño para ella me llenó de frialdad y temor en contra de mi voluntad. Aún recuerdo el día de aquel accidente, el día donde mi felicidad acabó debido a que Betania entró en coma y temí perderla también, porque son muy raros los casos donde una persona despierta del coma. Pasé noches amargas esperando a que ella despertara, yo quería ser la primera persona a quien Betania viera, pero la abandoné un poco, porque me estaba olvidando de mi esposa y mi trabajo. Fue un año doloroso para mí, pensé que iba a perder a la que se había convertido en mi razón de vivir. Por fuera, con mi actitud regia, parecía no preocuparme por nada más que mi trabajo, pero solo mi corazón sabía que yo no estaba muy bien del todo.
Sandra nunca tuvo cercanía con aquella niña. Tuvo un trauma muy fuerte por la muerte de aquel bebé y eso tuvo como consecuencia su repulsión a los niños y querer acabar con ellos mediante un descabellado plan.
Cuando supe que Betania había despertado del coma, no hubo momento más feliz, pero para mi mala suerte tardé un poco en verla porque su inocencia la llevó a querer escapar del hospital.
El día en que la vi despierta, sin cables ni conectada a ningún aparato, sentí una punzada en el pecho al ver sus ojos verdes llenos de temor y confusión, con la idea en su cabeza de que Sandra y yo éramos unos extraños.
El tiempo que tardó en reponer todo de nuevo, me enseñó que ella tenía varias personalidades y, sobre todo, secretos.
Cuando supe de mi enfermedad, no quise decírselo directamente. No quería verla sufrir en el momento en el que estaba, pero le hice una pequeña advertencia aquel día y le dije a solas en mi despacho que todo lo que veía a su alrededor iba a pertenecer a ella. Recuerdo cómo sus ojos verdes empezaron a cristalizarse y de su voz empezaron a salir tristes sollozos, pero esa no fue mi intención, yo no quería verla llorar, quería ver ese rostro lleno de vida y sonriendo como niña.
Después de que toda la catástrofe pasó, en la cual perdí al amor de mi vida, sentí como si yo hubiera matado un pedazo de mí. Fueron inmensas las noches de arrepentimiento. Yo me negaba a creer que ella ya no estaba, que nunca iba a volver a ver aquellos ojos grises y tampoco aquella oscura y larga melena, en pocas palabras... No iba a tener a mi lado mi compañera de vida. En algunas ocasiones llegué a imaginar que Sandra estaba caminando por la casa, incluso creí escuchar su voz en algunas veces, pero Matthew, aquel joven que resultó ser mi hijo, un hijo que yo creí muerto toda mi vida, él estaba ahí acompañándome, aunque nunca estuve presente en su vida. No podía imaginar todo lo que él había sufrido y lo peor es que en algunos momentos me sentí culpable de eso. Fui una persona vulnerable al sufrimiento y de alguna manera Dios no permitió que llegara hasta mi muerte sufriendo. Matthew significó mucho para mí, ya que Betania no pudo acompañarme porque su madre quiso estar con ella y en ese momento supe que no debía ser un egoísta y la dejé partir con un pedazo de mi corazón.
Unas semanas antes de mi partida de este mundo, busqué aquel testamento y lo guardé en un cajón, entonces el día en que yo estaba dando mis últimos respiros en brazos de Matthew, le dije que le entregara ese sobre a Betania y que desde el cielo yo los iba a cuidar a ambos. Le pedí que en el futuro él sea un hombre ejemplar y que nunca olvide aquellos sabios consejos que di... fueron esas mis últimas palabras antes de partir y lo último que vi fueron los ojos cristalizados de mi hijo de sangre.
ESTÁS LEYENDO
Los Secretos de Betania [Completa]
General Fiction-Mi mejor amiga está desaparecida, y yo... no la recuerdo. -Me acusan de su desaparición, no entiendo que pasa, no sé quién es ella. -Daría lo que fuera sólo por tener mis recuerdos devuelta. Betania es una chica huerfana de 16 años de nacionalidad...