Capitulo 28.

225 30 1
                                    

Capítulo 28.

Llegamos a toda velocidad, me sentía muy ansiosa, ¿Qué pasaría?, ¿podríamos sobrevivir?  Natsu se paró frente a mi, examinando el lugar. Cerró los ojos y parecía que estaba meditando.

—Natsu, tal vez se encuentren en la cima, o en el subterráneo. Necesitaremos separarnos. ¿Vamos Erza?

Mi amiga pelirroja, asintió. No era buena idea. Enseguida me rehusé.

—Natsu, ve con Jellal, sabemos que somos más poderosos, y no es por ofender. Conocen la profecía. Así que si ellos van solos, podrían atacarlos y morir al instante, así que, si vamos uno y uno, podremos defenderlos perfectamente. 

Ellos asintieron.

Abrace rápido a Natsu.

—Ve con cuidado, préstame tu mano.— tome su brazo, en la palma de su mano, forme una estrella.

—Si algo llega a suceder, si necesitamos algo, con esto podremos encontrarnos con facilidad.

Sus labios atraparon los míos.

—Cuídate mi pequeña, no tardaré.



Nos separamos y nos dirigimos a la cima.

Mientras íbamos, no había nadie vigilando. Esto no es bueno. Tome mi espada y enseguida mis sentidos se pusieron alerta.

—¡Emboscada! — grite. Tome mi arma, dándole vueltas se convirtió en guadaña. Al menos 50 guardias nos tenían rodeadas.

Comenzaron a atacarnos, Erza, para mi sorpresa, manejaba a la perfección dos espadas. Una en cada mano. Mientras tanto, mi guadaña se clavaba en todos aquellos que se acercaran a matar.

Una flecha se clavo en mi pierna, haciéndome tropezar, me acerqué rápidamente a Erza y la tome del cuello.

—¡Shadow!— desaparecimos al instante. Solo quedaban manchas negras en la pared. Sentí la llama viva de Natsu, mi herida comenzó a sanar, si entiendo el escozor. Era irritante.

Sin que ellos lo esperarán, desde la pared, comencé a mandar flechas de fuego, atravesándolos sin piedad.

Todos cayeron, Erza y yo volvíamos a la normalidad, corrimos entre pasillos, abríamos cada puerta para asegurarnos de estar solas, o al menos, no tener a alguien tras nuestros pies.

Al final del pasillo encontramos una puerta de color marrón, fui a abrirla cuando Erza se abalanzó contra mi. Mientras ella comenzaba a convulsionar, dentro de una red eléctrica.

—¡Erza! ¡Malditasea!— grite desesperada mientras intenta daba quitarle la red, que era imposible. Al fondo había alguien amarrado a una silla con un costal café puesto en la cabeza. Su ropa se veía sucia. Sus brazos se veían débiles. A pesar de tener un músculo marcado. Venía descalzo.

¡Era el rey!

Saque la espada y comencé a cortar la red, que era casi imposible, algunas descargas eléctricas se pasaban a mi cuerpo. Gemía del dolor.

Entonces, una punzada en medio de mis alas me desorientó. Me hizo tambalear. 

Una red cayó encima mío y las descargas eléctricas comenzaron. Dándome espasmos por toda la habitación, grite de dolor, tome mi muñeca y envíe la señal.

—¡Bienvenida a tu nuevo hogar! ¡Mi reina!

Yo escribo mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora