Casi arrestada, morita.

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Oh, oh

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Oh, oh.

Traté de ver que fue con lo que me topé y resultó ser un chico. Era muy alto, más que yo. Tenía cabello castaño al igual que sus ojos, estaba serio, demasiado serio.

- ¡Oye! ¿Qué es lo que sucede contigo? -preguntó algo enojado.

- ¿A qué te refieres? -pregunté confusa. Sí, lo sé, a veces soy muy lenta para estas cosas.

- Acabas de llevarme por delante -dijo aún más serio y con el ceño fruncido.

- Sí. ¿Y? Fue un accidente -rodé los ojos y caminé para irme.

- Oh, no. Tú de aquí no te vas -dijo el estúpido, y me agarró de la muñeca, comenzaba a caerme muy mal.

- ¿Y quién crees que eres para darme órdenes a mi? -pregunté enojada-. Y ya suéltame, tengo espacio personal.

- Acabas de chocarte conmigo, saliendo sospechosamente del lugar donde el equipo Harrison practica. ¿Qué es lo qué hiciste? -preguntó levantando una ceja.

- Nada que te incumba -solté furiosa e intenté soltarme de su agarre. Pero soy tan torpe que en vez de soltarme caí al suelo.

El idiota se rió de mi. Traté de levantarme, pero mi pie estaba atascado en un pozo.

- Maldición -dije- Esto es tu culpa, estúpido. ¡¿Para qué me agarraste del brazo?!

- Shhh -quiso hacerme callar. Este tipo estaba loco, a mi nadie me calla.

- No me digas "Shhh", idiota. A mi nadie... -No terminé de hablar porque me interrumpió.

- Una alarma está sonando -dijo rápidamente. Me miró y luego recordó que mi pie estaba en el pozo así que me ayudó- ¡Vamos! ¿Traes auto?

- Sí, pero yo conduzco -dije firme.

- Okay... -respondió, dándome la razón. Supuse que ya no quería discutir.

- Auch -me quejé. Mi pie dolía y mucho.

Él me cargó y llevó al auto, me dejó en el asiento del copiloto.

- No -dije- Yo conduciré, mi auto no lo toca NADIE -hice énfasis en la palabra.

- Estás loca, chica. No puedes ni caminar y vas a manejar. Yo lo hago, vamos -dijo. Las sirenas de policía eran inminentes.

Medité unos segundos- Okay date prisa. Pero le haces aunque sea un rayón a mi auto y eres historia -le dí las llaves y salimos de allí rápidamente.

(...)

- Y dime... -comenzó a hablar cuando ya estábamos lejos del lugar- ¿Qué hiciste? ¿Tu hiciste que la sirena sonara?

- ¿Acaso importa? Llevame a mi casa, necesito ir a curar mi pie -dije, le di la dirección y me llevó justo ahí.

El transcurso fue rápido y algo incómodo, ninguno de los dos hablaba. Creo que mi molestia era notoria.

La Música es mi Vida, Idiota.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora