4. Miss Know-It-All // Secrets.

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La señorita Margot Spektor era un mujer muy vieja. A algunos le incomodaba verla, era algo así como demasiado vieja. Demasiado también sabía. Sabía demasiado y eso era algo que Aleksandra y Nico sabían de sobra. Cada vez que ella aparecia, ellos se iban. 

¿Una misión de alguna persona que les pagase? No, gracias. No queremos su dinero y no vuelva a intentar contactarnos.

¿Una misión de la guvernantka? Debían comunicarlo a ella, y siempre terminaba cancelando o posponiendo la misión. 

También cuando Nico y Al tomaron caminos separados, ambos tenían cuidado de la señorita Spektor. Su cabello siempre iba en una gruesa trenza plateado, su piel era arrugada y pálida, sus manos huesudas llevaban el mismo anillo que Aleksandra y Nico solo habían visto en una sola persona: La guvernantka. Vestía siempre de negro y llevaba un collar plateado. 

Ellos no le temían de una forma física, como si les fuese a hacer daño. No realmente. Sabían que si se valiesen solo de sus habilidades físicas, la señorita Spektor sería alguien demasiado fácil de hacer desaparecer. Ellos le temían porque sabía demasiado. Sabía tanto que la guvernantka temía de lo que ella podría decir al abrir la boca.

Dicen que por eso mandó a que le uniesen los labios con un hilo y una aguja, la única vez que logró atraparla. Luego ella se fugó, solo en tres horas. 

Los rumores dicen que si la miras muy de cerca, aún se notan las cicatrices de donde se clavo la aguja y paso el hilo. 

La mujer era sabia. Era poderosamente informada. Sabía cosas de Nico, de Aleksandra. Cosas de todo el mundo, todos los dioses y criatura. Podía destruir tu vida al abrir la boca y revelar todos tus pecados, tus crimenes, tus faltas. Todo lo que te mata cuando la conciencia te pesa tanto que te despiertas a las 4 am preguntandote si algún día te perdonaras por ellos.

Pero más que temer a lo que podía decir, a lo que podía anunciar con sus palabras, a las autoridades a las que podía alertar o los secretos que podía derramar, Nico y Aleksandra le temían porque los conocía desde antes. Muy antes. Demasiado antes. Cuando aún no sabían matar, pero estaban en esa competencia para ver que niño era el único en sobrevivir y, por ende, el que mataba más para que no lo mataran primero.

Nico y Aleksandra temían de su poder para removerlos los recuerdo y la conciencia tanto que terminarían matándose de la culpa.

Por eso, cuando llegó la hora de la cena y Aleksandra y Nico la vieron pasar entre la gente en dirección a la casa grande, se vieron encasillados. Estaba en ese lugar en el que ellos estaban, ese lugar donde Nico tenía una especie de vida falsa y, de una forma u otra, pretendía que podía pertenecer ahí. En ese lugar al que Aleksandra llegó en busca de Nico y al que ella sabía que él intentaría retenerla y ella quizá se dejaría conquistar por él de nuevo. 

Quizá. 

Quizá, si podía dejar de pensar en la maldición de que uno debía matar al otro a los 18 o ambos tendrían tantos problemas que la presión los obligaría a morir ambos.

-¿Qué hace aquí?- Murmuró entre dientes Aleksandra, de pronto paralizada por el miedo. 

O la desesperanza.

-No lo sé.-Respondió Nico, en voz muy baja, como si la señorita Spektor, que estaba a punto de llegar a casa grande, pudiese oírlo.- Vamos.- Tomo a Al por la muñeca y la arrastro con él, detrás de la señorita Spektor. Entro todos los campistas, nadie lo notó.

Aleksandra palpó en el bolsillo de sus pantalones el collar. Seguía allí, listo, seguro.

Se escabulleron por casa grande, usar las sombras suponía el riesgo de que ella los notase. 

-Señorita Spektor.- Saludo cortésmente Quirón.- ¿Cómo está?

Nico había llevado a Aleksandra hasta la puerta. A ambos les pareció ridiculo que sabíendo todo lo que sabían de escuchar cosas y espiar, se limitaron a mirar por una rendija de la puerta. 

El miedo los paraliza incluso para pensar en algo mejor organizado. 

-Más vieja, pero más inteligente.- La voz era algo rasposa, pero tranquila. Calmada. Casi parecía hablarle con dulzura.- Sé para que me has llamado.

-Lo supuse.- Quirón la miró fijamente, Aleksandra casi creyó que los había notado, pero Nico manipulo ligeramente las sombras para que los escondiera entre la oscuridad del pasillo que daba a la oficina del centauro.

-Es una profecía un tanto interesante, -Nico lamento el solo hecho de que ella dijese 'Profecía'- Pero sé que no me has llamado aquí para descifrar completamente.- El centauro deslizo un trozo de papel y ella leyó en voz alta.- "Un mes desde la niña y el niño y el año final planeado"- La señorita Spektor lo volvió a doblar en la mesa y miró a Quirón.

-¿Y?

-Ellos ya están en el campamento.- Suspiro casi con pesadez.- Entren. Sé que están allí.

Nico le sujeto la muñeca a Aleksandra, a pesar de que ella sabía que no todo estaba perdido, porque no había dicho sus nombres y si no decía sus nombres, nada aseguraba que supiese quienes eran. 

-¿Están allí?

-Me vieron y se asustaron. Siempre me temen, aunque saben que si quisiese destruirlos podría hacerlo muy rápido y ellos no podrían evitarlo.

-¿Quienes son?

-Él, el niño, es borrokalaria. Ella, la niña, prima dantzari.- El estómago se les revolvía solo de escuchar ser llamados así.

-¿Y sus nombres?

-Deben ir ellos dos y cinco semidioses más a la mision. Te daré los nombres de los cinco semidioses y la niña y el niño. No te diré quien es quien.- Respiró profundamente ante la mirada crítica del centauro.

-Está bien.- Respondía forzosamente él. Ella también sabía mucho de si mismo.

-Percy Jackson, Nico Di Angelo y Jason Grace.- Tres hijos de los tres grandes. Nunca es nada bueno. Jamás.- Reyna Avila Ramirez Arellano, Thalia Grace y Alexandra Romanov.- Se volteo a mirar la rendija en la puerta entreabierta.- Váyanse. Ahora.

Quirón no escuchó los pasos por el pasillo. No escuchó ni un ruido, pero la señorita Spektor empujo la puerta con delicadeza y no había nadie. 

Ellos eran expertos en eso, en no dejar huella y no hacer ruido. En ser nadie y tener nada, pero hacer todo.

-¿Y la séptima persona?- Preguntó el tenso Quirón.

-Lo encontrarán en el camino. Él sabe lo que viene. Le daré tus saludos a Peleo. Adiós.- Golpeo dos veces con su bastón en el piso y desapareció.

Quirón soltó un suspiro de aire que retenía por demasiado tiempo.

Percy, siempre era Percy en todo.

Jason, tendía a tomar buenas decisiones y le alegraba que fuese, sin embargo, temía por su vida.

Nico, si Nico iba, la desgracia era casi segura.

Reyna, seria dificilisimo enviarla, pero terminaría haciéndolo.

Thalia, Artemisa la soltaría fácilmente.

Aleksandra, de ella nada sabía.

Temía por todos, pero no por su probabilidad de muerte, que era baja porque no decía nada de eso en la profecía. Temía por quienes eran los dos que cargaban con semejante tormento en la conciencia.

Palabras: 1151.

Green Eyes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora