Green Eyes.

15. Mercy // отмщение.

15. Misericordia // Venganza.

-¿Entonces salimos desde Long Island?

-Si, el problema más grande que podrían encontrar es la mafia rusa.- Quirón apenas miraba a Aleksandra, pero era lo suficientemente sutil para que no se notase que la intentaba ignorar por completo.

-Sigo sin entender que tiene que ver la mafia rusa en un objeto de la mitología griega.

-Ay, sesos de alga,-Annabeth estaba algo exasperada, ya que era como la cuarta vez que había que repetirlo para  Percy.- Mira, el jefe de la mafia rusa colecciona una serie de cosas, que no parecen tener cosas en común, y es sabido que tiene a sus hombres buscando este objeto por meses. 

-¿Es semidios? -Le preguntó Jason a Quirón.

-Hijo de Hermes, pero la verdad no sabemos mucho de él.

-¿Sabemos dónde está este objeto? -Era la primera vez que Aleksandra decía algo.

-Si, Rusia. Se asume que en algún tipo de casona antigua, pero nadie está seguro de nada.

-¿Cómo vamos a llegar a Rusia?

-Hermes.

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Aleksandra no pensaba jamás en sus padres. Uno de los motivos era que no recordaba nada de ninguno de los dos y cualquier cosa que pudiese pensar de ellos era, probablemente, producto de su imaginación. La única cosa que creía saber de su familia, de su familia real, era que tenía un hermano, y ni siquiera sabía si era un recuerdo real o algo que había inventado con el paso de los años, como un producto de tantas veces que le borraron la memoria o de su imaginación.

Ver a Hermes por primera vez realmente no fue algo que le impacientara o le afectase en lo más mínimo. Sabía que era hija de Hermes y él la había reconocido al llegar al campamento, pero eso era todo lo que se había relacionado con él, en toda su vida.

O eso creía ella, porque a juzgar por la reacción de él... Quizá la conocía.

Le dijo que quería hablar con ella, pero ella se negó. No quería tener nada que ver con quien la había concebido para ser quien era actualmente, no quería saber nada de él, que jamás la ayudó, ni cuando su mundo se caía a pedazos a su alrededor. 

Él insistió, ella siguió negándose hasta que Quirón entró en el lugar donde ambos conversaban, una habitación de la casa grande, y dijo que ya debía llevarlos a Rusia. Aleksandra miró al dios, pero no dijo nada y salió de la habitación. Él dijo que eso no acababa ahí.

Ahora estaban en Rusia. Habían conseguido asilo en un hostal, donde muchos otros extranjeros estaban de paso.

-¿Y donde se supone que debemos buscar el dichoso coso?

-Rachel dijo que vio una cosa estilo casona, en un bosque.

-Creo que la forma más fácil de lograrlo es buscar a la mafia rusa.- Bruno se inclinó en su silla, como si eso no fuese un plan jodidamente descabellado.

-¿Cómo? -Annabeth no se veía tan sobresaltada como de costumbre cuando alguien daba su plan suicida, porque ella también consideró esa opción.

-¿Ya te volviste loco? -No, la última vez que vio a la mafia rusa se juró a sí mismo que no volvería a verlos por 60 años, y aún faltaban 57 para eso. Probablemente aún lo recordaban de la misión que la guvernantka le asignó en relación a ellos, una que había concluido con éxito pero habían visto su cara, una persona que Nico no había podido matar.