Capitulo 1

2.4K 198 13
                                    

Cuando eres invisible todo es mas fácil, por ejemplo, cuando quieres un bollo de crema y no tienes que esperar cola para cogerlo, ni pagarlo.
Estaba en la mejor pastelería de la ciudad, y por ende la más cara. Aquí solo vienen gente adinerada o familias que se lo pueden permitir una sola vez al año en épocas especiales.
Yo en cambio, puedo desayunar todas las delicias de esta pastelería.

Me cuelo por la puerta de empleados y voy directa a los carros, donde los bollos están recién orneados. Cojo dos de crema con azúcar glaseada por encima y vuelvo a la puerta de empleados.

Me siento en los bancos de alrededor de la fuente y me pongo a desayunar mis deliciosos bollos.

Lo malo de que nadie te ve, es que pasas una vida muy sola. Llevo años sin entablar conversación con ningún otro ser humano, solo hablo con una rata que habita en un agujero de la habitación del hotel donde vivo. Por suerte nunca me han dado miedo los ratones, así que es buena compañía. Le he puesto hasta nombre, Queso. No es muy original que se diga, pero es que tiene obsesión con el queso, incluso si sale en la tele un anuncio de queso se pone a morder la pantalla. Así que cada vez que puedo le robo un trozo de la mejor calidad. Un soborno por tener que aguantar mis sermones.

Termino de desayunar y me acerco a la fuente para lavarme las manos. Esta fuente la consideran 'La fuente de la suerte' así que está llena de monedeas por todo el fondo. Cojo una y la aprieto con el puño cerrado, deseando con todas mis fuerzas que algo en mi vida cambie. Suelto la moneda en la fuente y salpica agua mientras se va hundiendo.

Me dirijo hacia el centro comercial donde me suelo pasar todo el día por puro aburrimiento. Subo por las escaleras mecánicas hacia el cine, no suele haber películas interesantes, pero es una manera de pasar las horas muertas.

Me meto por debajo de la barra y me lleno un paquete gigante de palomitas con sal y una coca cola. Como es por la mañana hay poca gente así que nadie se da cuenta como las palomitas se mueven solas. La suerte que tengo es que toco lo que cojo se vuelve invisible como yo, así que voy tranquila a la sala sin miedo a que nadie vea las palomitas y la coca cola flotando.
Está semana hacen un especial de películas antiguas así que me meto en la sala 'el diario de Noah', por raro que parezca nunca la he visto así que quizás la moneda haya hecho efecto, aunque sea solo en una película.

Me adentro en la sala y me subo hasta la ultima fila, es donde mejor se ve y así no tengo a nadie al lado. Cuando te toca alguien pesado al lado pero no le puedes decir nada porque no te ve, es un poco frustrarte.
Me siento y pongo los pies en el asiento delantero. Me pongo a comer las palomitas de mi regazo mientras miro como van entrando gente. En diez minutos solo entra una pareja de ancianos y un grupo de chicas y chicos que lo más probable es que se estén saltando las clases.

La película empieza y las luces se apagan e intento centrarme en la película, pero el grupo no para de hablar y me saca de mis casillas. Se supone que cuando uno va al cine es porque quiere ver una película, no pasarse todo el rato haciendo el idiota molestando a los de alrededor.

Por fin se callan y puedo prestar atención.

No sé porque motivo pero aparto la mirada de la pantalla y me fijo en el grupo, son dos parejas y un chico solo. Al principio me da pena verle solo, pero luego pienso que él es el que ha querido ir al cine con dos parejas. Que asco.

Vuelvo la vista a la película ya sin distracciones.

 Hacia el final no puedo parar de llorar, no soporto los finales así, y como nadie me ve pues me da igual llorar a moco tendido.

La película termina y me levanto del asiento. La pareja de ancianos salen de la sala sonriendo agarrados de la mano, y las dos parejas aun no se han dado cuenta de que la película a terminado porque siguen morreándose. Buah, que asco. Nunca he entendido la gracia de tener la lengua de otra persona en tu boca. Tiene que ser como chupar un caracol. Pero el chico que esta solo, por raro que parezca, está mirando a mi dirección. Seguramente para apartar la mirada de esa panda de salidos.

Salgo de la sala del cine y me voy a las tiendas a ver la gente como se prueba la ropa. Parece algo raro, si, pero no los miro por lo que pensáis, sino que me hace gracia los gestos y morritos que hacen frente el espejo.

Entro en una tienda cualquiera y me voy a los vestuario. Me asomo de bajo de las puertas para ver cual está ocupada. Y bingo, encuentro una. Me voy a la de al lado y me subo encima del banquillo para poder ver desde arriba. Hay una chica de unos veinte años probándose unos vaqueros ceñidos sacando culo delante del espejo.

-Eso es chica, doblate más la espalda, nadie se va a dar cuenta de que andas como un pingüino.

Como es obvio no me escuchaba así que siguió haciendo lo mismo.
Me aproximé al siguiente probador donde hice otra vez lo mismo.
En su interior había una mujer de unos treinta embaraza. Siempre me ha llamado la atención los embarazos, es como si fueras un alíen. Consigues crear vida de la nada, tu cuerpo cambia el ochenta por ciento y es el peor dolor físico que puede pasar una mujer. Y en cambio lo hacen una y otra vez. Es como si me pellizcara para siempre, y aunque duele o me deje el brazo polvo, seguiría pellizcándome. No entiendo la humanidad.

Se estaba probando un vestido premamá de florecitas, cuando empezó a llorar por que si, de repente.

-Dios, parezco una foca-decía la mujer llorando-.

-Oh venga, estas fantástica, no llores- dije yo intentando animarla, pero no podía oírme, así que siguió llorando mirándose al espejo su voluminosa tripa-.

Ya empezaba a aburrirme, así que me dirigí a una tienda de animales que había unas cuantas tiendas más al fondo.

Me había encantado desde siempre los animales, a menos desde que tengo memoria. Todos menos las tortugas, pienso que son alienigenas esperando su momento para dominar el mundo.

No sé por que pero todos los animales me ven, así que cuando me acerco a los perros todos se vuelven locos, chupan el cristal y se ponen a ladrar girando sobre sus pequeños cuerpos.

Quisiera tener un perrito, pero eso delataría que alguien vive en el hotel y me cerrarían la habitación. A demás si vieran a un perro solo por la calle llamarían a la perrera y eso no seria bueno para nadie. Así que me resigno a verlos en tiendas de animales o por las calles

Salgo de la tienda por que empiezo a deprimirme y me dirijo a la tienda de comestibles. Cojo un blister de jamón, otro de queso y una barrita de pan. Me voy a donde las bebidas y cojo una lata de coca cola fría y lo meto todo en la mochila que llevo siempre conmigo. Cuando salgo escucho como saltan todas las alarmas y los policías no saben donde buscar, desconcertados. Unas de las pocas cosas divertidas que se pueden hacer con mi pequeño problema.

Salgo del centro comercial y me vuelvo a los bancos de la fuente y me dispongo a almorzar.

Ya se ha hecho de noche y subo las escaleras hasta mi habitación. Cuando entró está lo de siempre, la cama grande deshecha, el televisor antiguo encima del almario enfrente de la cama y el cuarto de baño al fondo.

Queso se encuentra en el agujero de al lado de la cama comiendo un trozo de verdura podrida. Me acerco a acariciarle la cabecita.

-Hola Queso,¿como te ha ido el día?

Su respuesta es rozarme los dedos con la cabeza para que siga acariciándole.

Me pongo el pijama y me dirijo al baño a cepillarme los dientes. Me cepillo mi rubio cabello y me hago una trenza.
Apago todas las luces y me meto en la cama, sin sueños ni ilusiones. Pues siempre será todo igual.

Y con ese pensamiento entro en un profundo sueño.

¿Qué pasa si nadie te ve?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora