Capitulo 2

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-Oh, venga ya Queso, sabes de sobra que no me gusta ponerme cola para la calle, así que déjame-dije pero para poco, porque no paraba de arañarme el brazo para que no me quitara la coleta-Eres la rata más rara que he conocido en mi vida-le acaricié la cabecita- venga tu ganas.

Salgo del cuarto de baño con la cola bien hecha como quería Queso, me coloco mi mochila y salgo a otro día tremenda mente aburrido.

Voy a la panadería de todos los días pero no sé por que motivo hoy está cerrada, así que me voy en busca de otra.

Entro en una cercana llamada La fresa gigante, como no sé donde está la puerta de los empleados y hay poca gente decido saltar por encima del mostrador. No me cuesta nada pasar al otro lado, miro todos los dulces y elijo una palmera de chocolate rellena de kinder.

-Como me voy a poner-digo relamiendo me-.

Me meto la palmera en la mochila y cojo de una nevera una botella de agua. Estoy a punto de salir cuando escucho una risa. Me giró y en la cola de espera está el chico del cine que estaba solo, y lo más raro es que por segunda vez me estaba mirando. Pero se está riendo ¿de que se ríe? ¿ de la nada? Lleva los cascos conectados al móvil así que supongo que está hablando con algún amigo y le habrá contado un chiste o es un chaval raro y le hace gracia la pared. No le presto más atención y me voy a la fuente a comerme mi estupendo desayuno.

-Joder, hoy no hay una maldita película buena.

Como todos los días vengo al cine, pero hoy es que no hay ni una sola película interesante,¿Que hago? Tragarme una mala para que pase el día más rápido.

Elijo una de catástrofes y me voy a coger mis palomitas y coca cola.

La película es un verdadero asco, solo hay terremotos, tsunamis y gente muriendo. Pero por suerte ya se me han quitado dos horas de encima del día. Salgo de la sala del cine y vuelvo a la rutina, a los probadores.


-Puf, no me gusta eh, no te va ese color-le digo desde arriba a un chico que se esta probando un suerte completamente amarillo, tan amarillo como la fuerza del sol, creo que si hasta lo miras mucho rato seguido te quemas-.

No paro de reírme pues no para de intentar sacar musculo delante del espejo. Cuando en verdad parece la abeja maya gigante.

Escucho una risa ya conocida al lado mía y me giro. Es el chico del cine, de la pastelería, que está otra vez mirándome, y esta vez no es una mera casualidad, por que ha entrado en el probador donde yo estoy y me mira con sus intensos ojos.

-¿Te gusta espiar a la gente o que?-Dice riéndose mientras inclina la cabeza para que entienda a que se refiere-.

Me quedo en shock, me está hablando a mi, y eso no puede ser, yo soy invisible, nadie me ve, nadie me ha visto en años.

-¿Me ves?-dije bajándome del banco para ponerme a la altura del chico, bueno, a la altura, me saca dos cabezas al menos-.

-Claro que te veo-sonríe-¿oye estas bien? Creo que te estas poniendo blanca.

Me estoy mareando, no hago otra cosa que sentarme en el banco sin apartar ni un milímetro la vista del chico. Esto no es normal, he tenido que hacer algo, o él, o a pasado algo, quizás ya no sea inviable para todo el mundo.

-¿Cuando empezaste a verme?

-Pues, en el cine, estabas en la ultima fila bastante afectada por la película-sonríe-.

Oh, mierda

-¿Y tus amigos me vieron?-empiezo a ponerme de pie de poco a poco, no quiero tentar a la suerte y desmayarme-.

¿Qué pasa si nadie te ve?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora