Capitulo 17

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-¿Cuanto crees que tardaremos en llegar? Se supone que esta cerca del pueblo donde se crió Anna-dije mientras me acomodaba en el asiento-.

-Contando que ni llegamos a ese pueblo, pienso que no llegaremos hasta bien entrada la noche o incluso de madrugada-Ben aumento el calefactor del coche-.

Llevábamos un par de horas en el coche y yo ya estaba que me subía por las paredes. Creo a ver descubierto lo poco que me gustan los viajes en coche.

El atardecer caía y todo se tornaba de colores anaranjados y rojos. Las copas de los arboles se agitaban por la fuerte frisa y los pájaros salían volando de su interior.

Estábamos en la misma carretera de la ultima vez, así no es que se diga que me trajera muy buenos recuerdos.

-Estoy cansada Ben, dime que de alguna manera podemos llegar mas rápido.

-A no ser que te saques del bolsillo el poder de la super velocidad esto es lo que tenemos-dijo señalando la carretera sin fin- un precioso atardecer.

-Y una carretera sin fin- no estaba de humor, haberme tenido que despedir de Queso me había robado las pocas fuerzas que me quedaban-.

Ben notó mi mal humor y por suerte optó por no preguntar, hubiera salido perdiendo, quizá hasta nos hubiéramos peleado, o incluso peor, le hubiera relevado el miedo que me daba este viaje.

Me apoyé en la ventana del coche y subí las piernas al asiento, me acomodé lo mejor posible mientras escuchaba el sonido de las ruedas contra el asfalto, el viento azotando las ramas de los arboles y la respiración tranquila de Ben.

Caí en un sueño. O al menos creo que estaba soñando. Por que veía a Nikaule.

Estábamos en la cima de una cascada, el suelo estaba mojado y sobre las piedras había moho. Todo a nuestro alrededor era verde. Por miedo a jurar diría que estábamos en una selva. 

Había flores silvestres de mil colores, pájaros extraños que en la vida había visto y algún que otro pez en el fondo de la cascada.

Nikaule se encontraba sentada en el borde de la cascada, sola, mirando al frente.

-¿Nikaule?- pregunté sin moverme de mi sitio-.

-Oh, querida,¿has venido a visitarme? ven, siéntate conmigo- palmeo las rocas de su alrededor y lentamente me senté con ella-.

-¿Qué sitio es este?

-Tu sabrás, lo has soñado tu-rió sinceramente-.

-¿Yo?¿Ahora mismo estoy durmiendo?- no era posible que estuviera durmiendo, notaba cada roca debajo de mis muslos, el sonido de los pájaros cantar en mis odios, el agua de la cascada mojándome los tobillos-.

-Si yo fuera tu me sentiría feliz de poder tener un sueño normal después de tanto tiempo.

-¿Como sabes los sueños que he tenido?

-Por que yo también soy producto de tu imaginación mi niña- cogió una flor silvestre y la colocó detrás de mi oreja-.

-¿Entonces, nada de esto es real?

-No querida, es producto de tu imaginación, tu cerebro necesitaba un descanso y has creado este precioso paisaje-levantó los brazos abarcando toda la selva-.

-¿Y si es correcto lo que dices, por qué estoy soñando contigo? No es que se diga que hayamos forjado una relación inseparable como para tenerte aquí. Debería de estar soñando con Queso o Ben o incluso yo sola tomando el sol y bebiendo un margarita-levanté la pierna y me cogí la rodilla-.

¿Qué pasa si nadie te ve?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora