Capitulo 23

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Soy una muñeca, maldita sea, soy otra vez una muñeca.

No sé muy bien donde estoy, creo que es una cuna. Debajo mía hay mantas suaves y estoy rodeada de barrotes de madera. Definitivamente es una cuna.

Al lado mía hay un bebe, uno muy pequeño. Tiene poco pelo, pelo oscuro y la piel rosa.

Creo que estoy en la cuna de Cassandra.

La puerta de la habitación se abre, escucho pasos, alguien se acerca a la cuna y deja una sombra consigo.

-Hola mi niña- dije Cecile mientras acaricia a Cassandra en la cara, en ese momento con una de sus manitas agarra mi vestido y se ríe- te gusta mucho tu muñequita eh mi princesa-se agachó a besar al bebe y se fue-.

Soy la muñeca de Cassandra.

Pasa tiempo, o oscuridad, no sabría decir.

El bebe ya no es un bebe, lleva un vestido azul y va dando vueltas alrededor de una mesa pequeña, aprendiendo a caminar. No tiene mas de un año. La madre la persigue por detrás para asegurarse de que no se cae.

Yo estoy en la alfombra, mirándolo todo desde el suelo. La pequeña Cassandra se suelta de la mesa y viene corriendo hacia mi, se tira al suelo y me sienta encima de sus gorditas piernas. Empieza a chuparme el brazo intentando clavarme el único diente que tiene. Blanco y pequeño pero indoloro. 

-Eh Cassi, no trates así a la muñeca, le estas haciendo daño mi amor- dijo la madre separando su boca de mi mano- a las muñecas hay que cuidarlas, peinarlas y quererlas.

No se si el bebe Cassandra de un añito se enteró de algo de lo que le dijo la madre, pero paró de morderme. Con su manita retiró pelo despeinado de mi cabeza de porcelana y me dio un abrazo, que si no fuera de trapo, me hubiera partido por la mitad. Me dejó encima del sofá y me tapó con una manta. 

Me cuidó, me peinó y me quiso.

Volvemos a la oscuridad, cada vez dura menos.

La bebe Cassandra ya no es un bebe, tiene tres años y es su primer día de cole.

-Mamá,¿ puedo llevarme a muñeca al cole?-dijo mientras a escondidas me escondía en la mochila-.

-¿Y si se te pierde o te la rompen cariño?- dijo Cecile acariciándole la cabeza y sacándome de la mochila-.

-Pero ella también tiene que ir al cole, es una niña como yo- dijo quitándome de las manos de su madre y agarrándome entre sus brazos-.

-Ella es una muñeca cielo, y tu una persona, tu tienes que ir al cole y hacerte mayor, la muñeca solo tiene que ser una muñeca- se levantó dejando por zanjado el tema y se puso a hacer el desayuno-.

Cassandra empezó  caminar a su habitación conmigo todavía encima. Cuando llegamos a su cuarto me dejó en la cama y me tapó con la manta de todas las noches.

Se arrodilló delante mía.

-Mamá dice que solo puedes ser una muñeca, pero yo se que no lo eres- me subió la manta hasta el cuello- tu eres una niña como yo y algún día se lo enseñaremos- se levantó del suelo y me dio un beso en la frente- tengo que ir al cole, pero cuando vuelva te lo contaré todo- salió corriendo de la habitación y volvió la oscuridad-.

Ese fue el ultimo sueño completo, después de eso solo eran segundos vividos. Cassandra explicándole como un compañero había escupido zumo de naranja por la nariz. Que ese día había dibujado un corazón muy bonito. Que en el patio había un tobogán tan alto como el cielo, y cada vez que se subía se convertía en pájaro. También llorándome por que su hermana mayor Anna no quería jugar con ella, o por que sus padres le obligaban a comer pimiento, que supuesta mente era bueno para que se hiciera grande, aunque a ella solo le parecía asqueroso.

Así hasta el ultimo.

Sigo siendo una muñeca, los ojos ya no me brillan tanto, tengo menos cabello cosido a la cabeza y mi vestido favorito ya se está descoloriendo.

La pequeña Cassandra está dibujando en el salón y yo estoy al lado suya en el sofá.

-¿Sabes muñeca? Voy a dibujar el vestido mas bonito del mundo, se lo voy a enseñar a mama y le voy a decir que lo cosa para que se vuelva real, y así tendrás el mejor vestido para la mejor muñeca- me cogió entre sus brazos y me se sentó sobre sus piernas mientras me miraba- ya que dice que no eres una niña de verdad, almenos que tengas un vestido de verdad- en ese momento entró Anna muy enfadada-.

-¿Otra vez jugando son esa dichosa muñeca? Solo pierdes el tiempo con infantiladas, si supieras todo lo que yo se no perderías el tiempo con muñecas- me arrancó de los brazos de Cassandra y me tiró al suelo, escucho a Cassandra gritar enfadada-.

-Deja a mi muñeca,¿por que eres tan mala con nosotras?- dijo mientras me recogía y me abrazaba, sentí una lagrima caer por mi cara de porcelana-.

-Nunca lo entenderás, pero te digo, que las cosas van a cambiar, en poco cambiará todo y ya no podrás jugar más con muñecas, ni vivir en esta casa, ni ir a tu cole con tus amigos, ni ver a papa y a mama todos los días- Anna estaba muy enfadada, ahora Cassandra estaba llorando mucho-.

-¡Vete, deja de decir mentiras!- dijo mientras con su pequeño cuerpo intentaba echarla del salón sin parar de llorar-.

-Las cosas van a cambiar, lo quieras o no, y lo primero que haré cuando pase, será echar al fuego a tu dichosa muñeca- se fue del salón dando un portazo y dejando a Cassandra envuelta en lagrimas-.

Cassandra se sentó en el sofá apoyando la espalda. Me seguía teniendo en sus brazos, abrazándome. Mientras seguía llorando, empezó a peinarme el pelo.

-Anna es muy mala conmigo-hipó del lloro- solo tiene envidia de que te quiero mas a ti que a ella- empezó a quedarse dormida del cansancio- si Anna tiene razón, y las cosas van a cambiar, quiero que tu seas una niña de verdad y seas mi hermana- y con la respiración tranquila, se durmió-.

Y la oscuridad, acabó.

¿Deseais el final?

¿Qué pasa si nadie te ve?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora