Capitulo 11

752 87 24
                                    

Son las siete de la mañana y llevamos una hora de camino. El sol aún no ha salido y hace tanto frío que se me ha congelado la punta de la nariz.

-Ben, te agradecería que pusieras el aire-dije con amargura, el frío sacaba lo peor de mi-.

-¿Tienes frío?

-No Ben, solo siento como cada musculo, hueso, tendón y glóbulo de sangre de mi cuerpo se congela poco a poco-le miré con fiereza-.

-Entendido, añadamos a la lista personal de Anna que no le gusta madrugar y el frío-siguió conduciendo sin más, pero al menos puso el aire-.

-¿Qué lista?- poco a poco sentía como la piel volvía a su color-.

-La que tengo, el primer punto es que me gustas te pongas lo que te pongas, aunque te favorece tremenda mente el rojo. Lo segundo es tu incapacidad para darte cuenta de que estas completamente enamorada de mi. Así que madrugar y frío serán en tercer y cuarto punto-dijo guiñándome un ojo-.

-A veces me das miedo- aunque no pude evitar reírme-.



Ya había salido el sol y el frío se había apaciguado. Íbamos por una carretera solitaria en la cual solo se veía bosque, gigantescos árboles marrones con millares de hojas verdes. Eran como abanicos gigantes ofreciéndonos su sombra y paz.

-Ben, se que hemos venido a investigar, pero,¿pasaría algo si nos diéramos un paseo por estos bosques?

-No te imaginaba una chica de campo-rió-.

-No soy fanática del campo, pero los bosques son totalmente diferentes, no sé, hay algo espiritual en ellos.

-De acuerdo entonces, dame cinco minutos para buscar un buen lugar para aparcar sin que nos roben el coche.

Aparcó y nos encaminamos al interior de aquel majestuoso bosque.

Contra más nos adentrábamos más hermoso me parecía, más tonalidades de marrones y verdes veía y más criaturas fantásticas veía.

Se me posó en el hombro una pequeña mariposa de color azul, era tan fina que creía que podía ver a través de ella.

Estaba tan concentrada que no me percaté del flash.

-¿Enserio me has hecho una foto?Si sabes que no salgo en ellas- La mariposa se alejó al oír mi voz-.

-Mierda es verdad-frunció la frente- bueno, al menos tienes una foto de un hermoso bosque con una mariposa- me guiñó un ojo y siguió caminando-¿Escuchas lo mismo que yo?-se paró y perdió la vista al horizonte-.

Intente concentrarme pero solo escuchaba mi respiración y el cantar de los pájaros de alrededor.

-Juraría que es agua, venga sígueme-cogió mi mano y me llevó a donde fuera que me llevase-.

Tras unos minutos andando y dos tropezones nos encontramos de frente un precioso lago, no muy grande, pero lo suficiente para ser majestuoso. Estaba bordeado de arbustos y arboles; flores silvestres y ardillas voladoras. Sobre el lago volaban preciosas libélulas de un millas de colores y en la superficie del agua había flores de loto.

No era normal encontrar esas flores en esta zona del país, pero aun así, fuese lo que fuese, encajaba a la perfección.

-No me lo puedo creer-estaba tan asombrada que no percaté hasta bien tarde que Ben se estaba desvistiendo-¿Que se supone que haces?

-Oh venga ya, no podemos desperdiciar este paraíso, y por favor, cierra la boca, te va a entrar una mosca de tanto mirarme- se zambulló al agua-.

En ese momento me percaté de que era verdad, solo era capaz de mirarle el cuerpo. No era definido como los de gimnasio, pero si lo bastante hermoso para avergonzarme. Por suerte al zambullirse al agua no se percató de mi rojez.

-Ann, tienes que meterte en serio, el agua está buenísima- dijo nadando al estilo mariposa-.

-No gracias, no tengo ganas de congelarme-me senté a la sombra de un árbol y me puse a observarlo-.

-Venga ven, te lo pido como un favor personal, te juro que no pasarás frío-puso las manos juntas como si rezara-¿por favor?

-He dicho que no, además, aunque consiguieras convencerme, no he venido con bikini.

-Bueno, en ropa interior, no creo que vaya a asustarme-sonrió picara mente-.

-Eres más listo de lo que pensaba, pero te va a salir mal la jugada por que no pienso meterme-guiñe un ojo y me recosté en el árbol-.

Ben salió lentamente del lago y tuve que apartar la mirada. Muy madura por mi parte, soy capaz de besarle pero no verlo en ropa interior.
Se sentó a mi lado y me dio un pequeño codazo.

-¿Sabes que eres una aburrida? Nos lo podríamos haber pasado genial.

-Creo que tú te lo habrías pasado mejor que yo-crucé los brazos sobre el pecho y el se rió-.

-Oye, encima que me estoy controlando, si de mi dependiera te hubiera cogido en brazos y te hubiera tirado conmigo- se le escapó una risita- pero como me tienes castigado tengo que aguantarme-se estiró en el suelo-.

-Sabes que esa clase de comentarios no es ir despacio,¿no?

Se sentó de golpe.

-¿¡Enserio!? No puedo hacerlo, no puedo decirlo,¿que demonios puedo hacer Ann?

-Puedes pensarlo-reí retirándome el pelo de la cara-.

-Te aseguro que no es bueno que lo piense- me miró de reojo- ya sabes, tema de chicos-.

En ese momento no tuve rojez, si no que sentía como todo mi cuerpo hervía y se volvía tan rojo como Hellboy.
Automáticamente el empezó a reír a cual carcajada más sonora.




Ya en el coche seguimos el viaje. Ben de vez en cuando se reía y yo me sonrojaba y miraba por la ventana. Una hora después deslumbré un pequeño pueblo de casas blancas.

-Mira,¿a cuanta lejanía está?

-Supongo que a menos de quince minutos,así que no es a donde nos dirigimos.

-Bueno, podemos parar y preguntar aún así, quien sabe, quizás saben algo más. Por probar no perdemos nada.

-D'accord mon amour.

Sonreí y nos dirigimos a ese pueblo, que bueno, algo nos depararía,¿no?

¿Qué pasa si nadie te ve?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora