CAPITULO 3

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Salí al patio, deje mis zapatos en una piedra de gran tamaño y me aventé al lago de aguas cristalinas. El agua se encontraba fría y el viento corría en dirección de las manecillas del reloj; nadaba tranquilamente cuando llamo mi atención la ventana del cuarto de huéspedes. Mire de quien se trataba, era Edgar observándome fijamente, lo mire por unos cortos segundos y  entonces salí del lago velozmente, recogí mis cosas de las piedras y me fui.

—¿Nana no crees que hay algo extraño en Edgar ? — le dije  mientras me recargaba en el marco de la puerta con el cabello mojado.

 —¿En que aspecto ? 

— En ... que ... —no logre terminar mi frase puesto que Edgar llego apresurado y tan sonriente como siempre. 

—¿Amelia quieres salir a pasear conmigo ? 

Lo mire fijamente pero mi Nana interrumpió — ¡Anda ve !—  en un tono insistente .

—Si claro, solo me cambiare — dije bajando la mirada, subí a mi habitación algo pensativa, me despoje de mi ropa mojada y me puse una falda rosa palo con una blusa blanca, cepille mi cabello y baje.

—Listo — dije al inicio de la escalera de madera. 

Nos subimos a su auto, un Jaguar negro, este era algo viejo pero el lo mantenía tan elegante como en sus tiempos de gloria; era descapotable y sus asientos eran de piel. Lo encendió y salimos de la mansión de mi tío, mientras yo miraba por el espejo como dejábamos aquella casona atrás. 

— ¿Te gusta la música ? — pregunto Edgar mientras lamia sus labios de una manera muy delicada y seductora.

— No, bueno si...bueno solo clásica... es lo único que me permite escuchar mi tío — dije sin mirarlo. 

— Pues creo que esta te encantara — dijo mientras ponía un disco de Tchaikovsky.

  Todo el camino no paró de sonreír como un chiquillo, sus ojos negros no paraban de mirarme bajo aquellos lentes de sol que quedaban perfectos con la estructura cuadrada de su rostro.

— ¿A dónde me llevas ?

— A un lugar que te va a encantar— dijo mientras tomaba un camino hacia el bosque. 

Llegamos a un lugar en medio de la nada, era un bosque profundamente escondido, no había nadie más que nosotros. Los pájaros cantaban y el aire era frío,  el saco una manta blanca del maletero y la colocó en medio del césped,  yo tomé asiento sobre ella mientras acariciaba mis brazos pues tenia frío. El se fue por unos momentos detrás del auto y  sacó una pequeña canasta de picnic con fruta, jugos y un vino. 

 —Puedes tomar lo que desees — dijo mientras él tomaba asiento sobre la manta. 

—Gracias— dije casi en un susurro, pues estaba más concentrada en mirarle. Observaba cada detalle de él, todo el, lo miraba fijamente, entonces el se dio cuenta.

—¿Qué tanto me observas ?— dijo mirándome como un pequeño niño.

— Nada — baje mi mirada velozmente a mis zapatos, el solo rio 

— Amelia... — el quiso decir más, pero contuvo sus palabras, yo respondí a su llamado y ahora los dos nos mirábamos frente a frente — Eres tal y como te imaginé, eres muy hermosa y peculiar... diferente

—Al parecer nunca me habías visto antes— dije mirándole

—Solo en fotos, es lo único, además eras muy pequeña 

—¿Quien te dio esas fotos? — pregunte mientras sentía que mis mejillas se comenzaban a poner coloradas, pero el desvío la conversación. 

—¿Cuéntame cuántos amigos tienes ? —dijo mientras sus manos se apresuraban para abrir el vino

 — No tengo , casi no salgo de la mansión — dije mientras abrazaba mis rodillas y miraba lo que el hacia con el vino tinto.

— ¿Por qué? — dijo entregándome un poco de fruta.

— Mi tío no desea que yo salga de la casa — hice una sonrisa corta y comencé a degustar los frutos de aquella canasta de comida, duramos un rato en silencio mirando hacia la nada, cuando volvió a hablar.

— ¿Hace cuanto vives con tu tío?— el me entregó una copa con vino, pero yo señale que no, el me sonrió y se bebió la copa, para después ponerse cómodo mientras escuchaba mis palabras

 — Desde hace 9 años 

—¿Y tu familia ? — no conteste nada a aquella pregunta y me quede observando el cielo, el noto mis descontento con aquella pregunta que solo dirigió su mirada hacia el bosque mientras se quitaba aquellos lentes negros. Entonces yo baje mi mirada hacia el lentamente y le vi el perfil, el cual era perfecto, ahora podía ver con detalle su rostro. Su estructura facial era casi perfecta, aquella mandíbula cuadrada y su nariz bien perfilada realmente hacían de el un hombre muy cautivador a la mirada. Sus pestañas eran largas y negras, su rostro era delgado y sus ojos eran algo grandes pero bien delineados y que decir de aquellos labios casi rosas.

— Ya es tarde y comienza a hacer más frío

—Es verdad — dije meneando la cabeza ligeramente para salir de mis pensamientos obsesivos sobre el y recupere la compostura— pronto se hará de noche, es mejor regresar

— Claro ya hay que regresar — el me sonrió tiernamente y me ayudo a levantarme. Tomo la canasta y la subio al maletero mientras yo doblaba la manta en silencio. El se subió al auto y yo después de el, para así irnos  de regreso a casa , mientras que la estela de la noche llegaba.

EL LADO OSCURO DE LA INOCENCIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora