Me tire en el suelo del pasillo, podía escuchar el Tic Toc del reloj de la biblioteca desde ahí, el lugar se encontraba tan silencioso que podía casi escuchar mis pensamientos; entonces comencé a imaginar que sucedería si muriera en ese mismo instante, por alguna causa cual sea ¿Cómo seria? .
Quería seguir gozando de mi soledad calmante hasta que escuche vidrios estrellarse contra el piso.
— ¿Nana ? — dije plantándome en mis codos pero nada contesto a mi pregunta, no le tome atención y me volví a recostar en el suelo, no habría por que preocuparse llevo un largo tiempo escuchando cosas extrañas.
Seguí imaginando mi extraña muerte cuando escuche el rechine de la madera, alguien subía los escalones, abrí mis ojos para saber que era lo que se aproximaba —¿Qué haces aquí ? — dijo Edgar asustado al verme en suelo del pasillo
—Ah eres tu — dije un poco aliviada
— Amelia , tu Nana desea que le ayudes con las bolsas — Edgar me ayudo a ponerme en pie y salí con mi Nana .
— ¿Hace cuanto llegaron ? — La cuestione mientras me aproximaba a ella y ponía unos mechones de mi cabellera por detrás de mis orejas.
— Unos quince minutos
—¡quince minutos! ¿pero que hacia el ahí dentro durante quince minutos? — Nana no tomo tanta atención a lo que dije y se llevo la ultima bolsa que sobraba.
— ¡Amelia! podrías cerrar el maletero —me grito desde la entrada, me encontraba parada, inmóvil intentando pensar que hizo el dentro de la casa todo ese tiempo.
— Claro — me voltee para cerrar el maletero, pero me llamo la atención ese color vino regado por la alfombra del maletero, me acerque mas para observarlo detenidamente. Este lucia seco y parecía que tenía varios días. Mientras pasaba mis dedos por aquella extraña textura sentí que me observaban desde la puerta principal así que deje mis pensamientos locos y cerré el maletero para así caminar hacia la entrada .
Nana y yo acomodábamos las cosas en la alacena cuando dijo — Amelia lo siento, pero no podre hacer la cena — dijo Nana un poco cansada. La mire a los ojos, entonces Edgar apareció tras Nana.
— ¡ Yo podría cocinar ! — dijo al instante mientras me miraba en silencio —¿Enserio harías eso ? — dijo Nana con una sonrisa de madre orgullosa —¡Si! claro si Amelia lo desea — los dos me miraron en busca de una respuesta.
— Si, adelante —dije seria.
Subí y me encerré en uno de los tantos cuartos de esta casa, me aventé en la cama y comencé escuchar de nuevo esa melodía que me asustaba, provenía de abajo. Abrí la puerta de la habitación y desesperada comencé a caminar siguiendo la melodía , cada vez me acercaba mas a ella hasta llegar a la puerta de la cocina, me asome discretamente por el marco de la puerta y vi que era Edgar quien silbaba esa melodía.
—¿Edgar ?— pregunte algo asustada mientras lo miraba, el se encontraba de espaldas.
— ¡Amelia! ¿en que momento bajaste ? — dijo asustado el pobre hombre.
— Hace unos segundos ... ¿Ya esta la cena ? — dije en tono nervioso, mientras me recargaba en el marco de la puerta de la cocina .
—¡Si! pasa a el comedor — comenzó a acomodar todo, saco una botella de vino y dos copas, el tomo asiento al igual que yo y comenzamos a comer.
—¿Edgar? — dije destruyendo aquel silencio
—¿Si Amelia?
—¿Tienes hermanos?— el parecía molesto por aquella pregunta
— Si — contesto seco — Tengo dos hermanos mas, un hombre y una mujer— dijo con un tono mas relajado que el anterior .
—¿Y no tienes hijos?
—No, claro que no — sonrió — Como te dije no tengo novia ni esposa y mucho menos hijos— contesto para después darle un trago a su vino.
— ¿Y tus padres?
— Murieron Amelia
—¿Y por que has venido aquí? — le cuestione mientras le miraba directo a los ojos.
—Mi padre, el me hablaba mucho de ustedes, además tu tío se dedica a los negocios... por lo que he venido a pedirle trabajo
— ¡Ah! — dije algo pensativa, entonces lleve mi mirada a mi plato, lucia tan perfecto y delicioso, pero entraba ese estúpido y ridículo pensamiento que Edgar me podía envenenar. Desvié mis pensamientos obsesivos del perfecto plato y lo volví a mirar —¿Eso significa que te quedaras a vivir aquí? ¿por un largo tiempo?
Edgar hizo una sonrisa leve, tomo la servilleta de tela que cubría sus piernas, la paso por sus perfectos labios y contesto — Si Amelia, mi estadía aquí será larga— dijo viéndome a los ojos con esa leve sonrisa en el rostro.
—¿Y tu has tenido novio ? — dijo masticando el platillo mientras me miraba fijamente. Yo baje mi mirada al platillo que no había sido siquiera tocado.
—No, no lo he tenido— conteste veloz a la pregunta y decidí tomar un tomatillo e introducirlo a mi boca
—¿Y has besado ?
—No , a excepción de tu beso ... no jamás — el me miro a los ojos y sonrió discretamente, era una sonrisa de amor —¿Amelia alguna vez has bebido ? — lo mire a la cara al igual que el vino ¿Por que haría esa pregunta? me pregunte a mi misma en silencio.
— No, solo bebo agua y en algunas ocasiones té con mi institutriz — al contestar esto, el se puso de pie y tomo dos copas en su mano y con la otra la botella de vino .
— ¡Ven ! — me sonrió .
—¿Adonde vas ?— pregunte desconcertada, entonces mire que se dirigía a la sala. Encendió la luz de los candiles y la chimenea, pues casi no se lograba ver, pero eso le daba un toque misterioso y divertido al lugar. Se sentó sobre la alfombra acomodo las dos copas y el vino, me senté a un lado de el y entonces el comenzó a servir el vino .
—¡Toma ! — dijo entregándome la copa, yo la tome y no dije nada — ¡Anda siempre hay una primera vez !
Sujete la copa con mis dos manos y comencé a beber, cuando el vino toco mis labios sentí aquel sabor amargo e hice una mueca.
—Se que es fuerte... prometo darte la próxima vez uno mas dulce— dijo mientras reía de forma juguetona por mis muecas.
Tomamos varias copas mas a lo largo de la noche, los dos reíamos y platicábamos hasta que todo callo, los dos mirábamos el fuego crecer de la chimenea, yo me encontraba hipnotizada por las flamas cuando el tomo mi mano y dijo — Sabes Amelia todos tenemos secretos
Yo voltee a verlo con la mirada cansada por la hora y el efecto del alcohol, vi su rostro de gran serio, el cual era iluminado por la cálida luz del fuego de la chimenea y no dije nada, solo me mantuve en silencio.
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EL LADO OSCURO DE LA INOCENCIA
HororESTA TOTALMENTE PROHIBIDA LA COPIA Y/O ADAPTACIÓN DE ESTA OBRA .